Papuss, el faquir que se adelantó a Copperfield

Su peculiar espectáculo causó sensación en el teatro Pignatelli durante las fiestas del Pilar de 1900.

Recorte de Heraldo de Aragón que da cuenta de una de las visitas de Papuss al teatro Pignatelli de Zaragoza.
Recorte de Heraldo de Aragón que da cuenta de una de las visitas de Papuss al teatro Pignatelli de Zaragoza.

Muchos años antes de que David Copperfield asombrara al mundo con sus trucos de magia, España conoció a Papuss, un faquir americano que por tres veces realizó su peculiar espectáculo en Zaragoza, la primera vez durante las fiestas del Pilar de 1900, en el ya desaparecido Teatro Pignatelli. Encerrado en una urna a la vista de todo el que quisiera verle (por un módico precio) permanecía sin comer ni beber durante varios días. Extractamos aquí varios artículos en los que HERALDO narró la proeza.


8 de octubre de 1900. Primera actuación

La empresa del teatro Pignatelli había anunciado para el sábado dos acontecimientos, el estreno de ‘La luna de miel’ y la presentación de Mr. Papuss.


La gente se reservaba para lo que constituía la nota emocional: la auto-sugestión del célebre faquir americano.

El teatro se llenó por completo.

Se alzó el telón y apareció en el centro de la escena la urna de cristal sobre unos banquillos. El actor señor Lasantas hizo la presentación del rey del ayuno.


Este vestía originalísimamente; pantalón blanco, levita clara de irreprochable corte inglés y pantuflas; llevaba los pies desnudos y la cabeza, excepto parte de la cara, cubierta con un vendaje.


Lasantas leyó la biografía de su interlocutor. Mr. Papuss aprendió la ciencia del ayuno con los sacerdotes indios: uno de sus principales iniciadores lleva ya un par de años sin cambiar de postura merced a la autosugestión; y no digamos que adoptó una postura cómoda: está con los brazos en alto, en un interminable desperezo.


Papuss anestesió una muñeca atravesándose la piel con unos alfileres y dándose una vuelta por el público para persuadirle da la legitimidad de los pinchazos.

Se sacó las agujas, atiesó los brazos y dijo el intérprete: Papuss va a proceder al experimento de la pérdida de peso; para demostrarlo se colocará sobre unas cuchillas y unos cepillos de clavos, sin lesionarse.

Y se cumplió todo a satisfacción del interesado, aun machacando sobre un yunque colocado sobre una tabla que le descansaba en el pecho.

Y llegó la parte final del experimento: la provocación del sueño cataléptico.


Papuss se tendió en el suelo vendándose la cabeza por completo y comenzó a sufrir ataques que le enarcaban ferozmente.

Se quedó rígido al cabo de unos minutos y fue introducido en la urna. Esta se selló ante varios espectadores.

La gente de las galerías se desbordó por sala y escenario.

Mr. Papuss fue instalado en el café del teatro, donde el público puede verle mediante un par de reales.

Ayer el ayunador dormía profundamente, tenía el rostro descubierto y tapadas las piernas con una manta de viaje.


15 de octubre de 1900. Papuss sale de la urna (sin pena ni gloria)

Anoche salió, por fin, de su urna el famoso Papuss.

Una concurrencia numerosa presenció el advenimiento al mundo de los vivos del ayunador.


Al decir de algunos forasteros, Papuss estaba asaz escuálido. Al decir de otros había mácula en lo del ayuno.

Fue el caso que el buen americano después de salir de su encierro repitió las mismas experiencias de la primera noche sin hacerse pupa en pies ni manos.

Intentó pincharse la muñeca y el público protestó, sin duda por humanidad.

Papuss no tuvo una ovación ni mucho menos. Hubo alguna protesta sorda y cayó el telón sin consecuencias.


15 de septiembre de 1916. La Copla del Día de Mefisto anuncia el regreso de Papuss a Zaragoza

Papuss, aquel caso raro

en la cuestión de ayunar,

vuelve a ser en Zaragoza

palpitante actualidad.

Hace ya bastantes años

actuó en nuestra ciudad,

y demostró ser un tío

en aguante estomacal;

hasta el punto que, creímos

los que solemos tragar,

que el estómago se tiene

como adorno nada más.

Todos el ‘caso’ admiramos

en su caja de cristal,

con la fe del religioso

que se postra ante el altar.

Pero, eso entonces; ahora

cuando es ley el ayunar

y media España se acuesta

en la cama sin cenar,

que esté Papuss ocho días

sin comer siquiera pan,

francamente, nos parece

una gran vulgaridad.


18 de septiembre de 1916. La pasión por Papuss desata una pelea

Seguramente que Papuss, el famoso hombre embotellado del teatro Circo, ayunador excepcional que se impone el sacrificio de no comer para comer, como decía bien un admirador suyo, ignorará que por salir a su defensa, un individuo anduvo a porrazos y cachetes con otro sujeto que ponía en duda sus experimentos. De la lucha salió algo maltrecho el defensor de Papuss, cosa que éste no lo agradecerá ni tanto así.


El caso es que dos individuos sostenían ayer una polémica de vulgarización científica, más vulgar que científica, sobre el embotellamiento de Papuss. Se agrió la polémica en términos tales que a poco de iniciada andaban a golpes los polemistas. ¡Yo, y Papuss somos más hombres que tú! -dijo el que defendía al embotellado del Circo. Ni tú, ni Papuss -replicó el otro- y se lanzó sobre su rival y no quieran ustedes saber la bofetadas que se repartieron en menos de dos minutos que duró la lucha.Menos mal que fueron separados a tiempo por varios transeúntes y la cosa no tuvo peores consecuencias.


¿Qué les importaba a los dos de Papuss?

También son ganas de reñir.

(Noticia de Hemeroteca recopilada por Mapi Rodríguez y Elena de la Riva. Documentación de Heraldo de Aragón)
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