Flamenco y funk: el poder de la doble efe
Las Armas movió a la sala cubierta la invocación al duende, y San Bruno fue territorio abonado para la música negra.
Los conciertos en espacios abiertos del día grande de las fiestas estaban marcados por las miradas temerosas al cielo. Como suele suceder en esos casos, por raro que parezca, la furia de las nubes descargó de manera selectiva. Sobre la plaza de San Bruno, la cosa se quedo en sirimiri y la noche de música negra coordinada por Slap! pudo seguir adelante, con The Ponchos en la apertura. Diggers y la impactante Nik West, bajista predilecta de Prince (y gran cantante) completaban el menú en un recinto que, como en noches precedentes, estaba lleno de gente desde el primer acorde.
En la plaza del Justicia y en cuestión de lluvia, el verbo chispear trocó en algo más cercano a jarrear, y la programación preparada por Jazz al Margen (Miguel Ángel Remiro, Alberto Arteta y Dixie Rue del Percebe) no pudo desarrollarse debido a la falta de una techumbre en el escenario. Es una lástima que la buena oferta musical de las plazas haya quedado deslucida varios días por problemas técnicos y logísticos.
En Las Armas, la tarde-noche flamenca se desarrolló sin problemas... en la sala cubierta. Naturalmente, dada la limitación de aforo (450 personas), no pudo entrar todo el público concentrado en la plaza exterior. Jesús Rioja, Rubén y David Jiménez, Pakito de la Serrana, Laura de San Pío y Ryo Matsumoto bordaron sus respectivas interpretaciones.
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