Faroles y amores que tendrán que esperar

Un día como hoy hace 35 años Anabel Montañés participó por primera vez en el Rosario de Cristal. Allí conoció a su marido. Aquel día no llovía.

Anabel Montañés y Fernando Millán se conocieron en la Sección de Jóvenes del Rosario de Cristal
Anabel Montañés y Fernando Millán se conocieron en la Sección de Jóvenes del Rosario de Cristal
A. B.

En los 127 años de historia que acumula la celebración del Rosario de Cristal en Zaragoza, se recuerdan muy pocas ocasiones en las que la lluvia haya obligado a suspenderla. Nadie se lo esperaba y, en parte por ello, la decisión de cancelarla este jueves resultó tan desoladora para quienes tienen la costumbre de salir en procesión todos los años.


Desde que sus tallas desfilaron por primera vez por las calles de Zaragoza en 1889, el Rosario de Cristal ha ido incorporando a su colección delicados faroles de cristal. El último, el que iba a estrenarse este año para iluminar la talla de Santo Domingo de Guzmán, que hasta ahora procesionaba sobre una peana. El santo, patrón de la orden que alzó el rosario como oración eclesial universal, salía hasta ahora sin iluminar y en segundo lugar, tras el farol de 'La gran Cruz del Rosario' que abre siempre el Rosario de Cristal. Con la incorporación de este farol de la artista zaragozana Carmen Pérez, la procesión iba a desfilar esta vez con treinta carrozas iluminadas en lugar de con las 29 con las que contaba en años anteriores.


Pero además de tallas, faroles y cofrades, el Rosario de Cristal ha ido sumando anécdotas que quedarán para siempre en el corazón de los devotos que participan año tras año en la procesión.

Vestir al Santo y encontrar marido

Anécdotas como la de Anabel Montañés, de 53 años, quien cuenta divertida que fue gracias a esta tradición como conoció a su marido, Fernando Millán, de 56. Fue a raíz de una tarde como la de hoy, un 13 de octubre de hace 35 años en el que se celebraba el Rosario de Cristal. Pero aquella vez no llovía.


Anabel, que por aquel entonces tenía 18 años, se había dejado convencer por una amiga del instituto para participar por primera vez en la procesión. La Real Cofradía del Santísimo Rosario de Nuestra Señora del Pilar apenas contaba con financiación en aquella época, así que se apoyaba en una sección de jóvenes voluntarios que echaban una mano en todo lo posible. Sus componentes habían colgado carteles por la ciudad para animar a otros chavales a participar y a ayudar también en los preparativos. Amparo, la amiga de Anabel, los vio y pensó que sería una buena idea unirse.


Se presentaron allí por primera vez el mismo día de la procesión y vestidas de calle. La sección de jóvenes salía portando la talla de Santo Domingo de Guzmán, precisamente, y sus integrantes procesionaba ataviados con un hábito blanco, capa negra y cinturón negro en alusión a los dominicos.


Al no llevar la ropa adecuada, Anabel y Amparo no podían salir en procesión, así que los organizadores las mandaron a La Seo con la misión de vestir al Santo, ya que entonces los faroles se guardaban allí durante el año. "De repente nos vimos las dos en una capillita oscura con las ropas que nos habían dado para la talla y no pudimos evitar la risa: 'Amparo, nos hemos quedado para vestir santos', le dije".


Sin embargo, santo Domingo de Guzmán "se portó bien". Amparo y Anabel lo vistieron un día y no volvieron a vestirlo nunca más porque las dos encontraron a sus respectivos maridos en la sección de jóvenes de la cofradía del Rosario.

 
 Una tradición impulsada por los jóvenes

En el caso de Anabel, Fernando era uno de los componentes más activos de la sección de jóvenes. Formaba parte desde que se había constituido en 1974, cuando él tenía 14 años. Durante trece años él y su medio centenar de compañeros pintaban y montaban las pilas de los faroles, limpiaban las carrozas e instalaban la megafonía por las calles del Casco Histórico de la ciudad. Entonces no había apenas subvenciones para el Rosario de Cristal. Solo la recaudación del cepillo de las iglesias de un único domingo de octubre.


"Los jóvenes le dimos un buen empujón al Rosario de Cristal. Poco a poco se fue metiendo gente y se popularizó", celebra Fernando. Jóvenes que, según recuerda, siempre contaron con el respaldo de quien era el presidente de la cofradía en aquella época, Eduardo Torra, y de Federico Carreras Muñoz, entonces sacerdote del Pilar.

Lágrimas de frustración

Hoy, el Rosario de Cristal es uno de los actos religiosos más multitudinarios de las Fiestas del Pilar y fueron muchos los zaragozanos que se apenaron este jueves al saber que se había suspendido. Algunos, incluso, lloraban a las puertas de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, donde aguardaban iluminados los faroles.


Allí precisamente estaban también Anabel y Fernando. Ellos siguen saliendo cada año en procesión siempre que se lo permiten sus horarios de trabajo, aunque desde hace más de diez años lo hacen junto a su hijo Mariano. Este año, sin embargo, han visto frustrados sus deseos y como tantas otras familias, se han quedado sin cumplir la tradición.

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