TRAS LAS ELECCIONES DEL 20-N

Zapatero abre la vía de renovación en el PSOE y anuncia congreso federal en febrero

El Comité Federal del próximo sábado decidirá la fecha del congreso, posiblemente para la primera semana de febrero.

Zapatero en la rueda de prensa
Zapatero abre el proceso de renovación en el PSOE y anuncia un congreso federal en febrero
EFE

Los socialistas llevaban semanas con la vista puesta en las Elecciones Generales, pero el 21-N ha sido para ellos una fecha casi tan dura y decisiva como la de los comicios. Después de la debacle electoral, el lunes ha sido una jornada cargada de autocrítica y reflexión.


El PSOE ha decidido en una reunión de la Ejecutiva organizar un Congreso Federal en febrero, donde se replantearán la estrategia a seguir en los próximos cuatro años. Será entonces cuando se decida quién será el secretario general del partido, un cargo para el que ya se barajan varios nombres.


La primera opción la encarna la figura de Alfredo Pérez Rubalcaba. Su liderazgo estaba más que consolidado, después de que fuera elegido como candidato a la Presidencia sin necesidad de que se celebrasen unas primarias. Sin embargo, los pésimos resultados electorales han puesto en duda su futuro político más inmediato.


Tras conocerse la derrota, Rubalcaba quiso dar la cara en la sede de Ferraz y no dio ninguna pista sobre qué papel desempeñaría en la próxima legislatura. Tan solo apuntó que el PSOE tiene "un proyecto sólido para la oposición", sin concretar quién lo encabezaría.


El ya presidente en funciones, José Luis Rodríguez Zapatero, tampoco ha querido aclarar esta cuestión en la rueda de prensa posterior a la reunión Ejecutiva. Ni si quiera se ha referido a la posibilidad de que Rubalcaba ejerza de portavoz en el debate de investidura con Mariano Rajoy. Su mensaje ha estado cargado de prudencia.


"Lo que ha de ser en ese Congreso Federal corresponde a los militantes. Mi tarea es que se celebre como todo el mundo espera, con la máxima libertad, con un partido que genere el proyecto que necesitamos para ese nuevo tiempo", afirmaba Zapatero.


Entre el resto de los miembros del partido, hay división de opiniones. La mayoría ha optado por no posicionarse, aunque en sus declaraciones se han podido escuchar mensajes más y menos comprensivos con el candidato socialista. Quizá el más explícito haya sido el secretario general del PSOE en Andalucía, José Antonio Griñán, quien ha afirmado que no tiene "ninguna duda" de que será Rubalcaba quien intervenga en el Debate de Investidura. "Pocas personas conozco en el partido más capaces que él", declaraba.


"No sé lo que ocurrirá en el Congreso porque eso lo decidiremos cuando llegue el momento, pero sí puedo decir que no tengo nada que reprochar a Alfredo Pérez Rubalcaba, y menos en Andalucía, donde ha hecho una campaña extraordinaria que no se había hecho desde hacía mucho tiempo", decía Griñán.


El hasta ahora ministro de la Presidencia, Ramón Jaúregui, también ha considerado a Rubalcaba una persona "muy capaz" para liderar el partido, aunque ha reconocido que los resultados electorales "no le ayudan para plantearse como alternativa en cuatro años". En este sentido, Jaúregui ha hablado de otros nombres posibles, como el de la cabeza de lista por el PSC, Carme Chacón. "Tiene muchas posibilidades", ha asegurado. En cualquier caso, "habrá gente nueva que emergerá" y que optarán al liderazgo del partido.


Mientras, Carme Chacón esquivaba las preguntas de los periodistas y mantenía la incertidumbre haciendo, únicamente, un balance de los resultados en los comicios. "Los socialistas hemos sufrido una severa derrota. Es tiempo de hacer juntos una reflexión profunda. Es tiempo de responsabilidad y es tiempo de unidad", aseguraba a su llegada a la reunión de la Comisión Ejecutiva del PSOE.


Rubalcaba y Chacón son, pues, los nombres que más suenan para llevar las riendas del partido, pero la mayoría de los miembros han pedido paciencia hasta que se celebre el Congreso ordinario. El secretario general del PSOE extremeño, Guillermo Fernández Vara, se negaba a posicionarse aludiendo a que, después de las elecciones, "está todo muy abierto". "Yo creo que ahora mismo hacer cualquier tipo de elucubraciones al respecto tiene uno mucho porcentaje de equivocarse, vamos a esperar", decía.


"Este no es el momento ni de hacer exclusiones ni inclusiones. Es momento de permitir que el PSOE pueda desarrollarse. Todo el mundo está diciendo que es importante que cuanto antes recompongamos la figura. Pues no se preocupen".

Tiempo de autocrítica


El argumento más recurrente de los socialistas para justificar la histórica derrota electoral ha sido la crisis económica, que ha desbancado a prácticamente todos los gobiernos europeos y ahora ha afectado al español.


En declaraciones a Radio Euskadi, Ramón Jaurégui reconocía que el resultado de las elecciones era "muy malo", aunque coincidía en apuntar a la crisis económica como principal detonante de la caída socialista. "Nos ha explotado una crisis en plena legislatura y, en las últimas semanas, esta sensación de turbulencia e incertidumbre ha aumentado la sensación de cambio hacia los otros".


La sensación de turbulencia, como decía Jaúregui, provenía de los mercados secundarios, donde en las últimas semanas de campaña se han vivido momentos de máxima tensión, con la prima de riesgo española superando los 500 puntos básicos.


Con un poco más de autocrítica se posicionaba José Antonio Pastor. El portavoz del PSE-EE afirmaba que el principal del error del PSOE había sido no saber "explicar a la ciudadanía" la grave crisis económica "que se está llevando por delante a gobiernos de toda Europa".


Pero el balance más esperado era el del ya presidente en funciones, Rodríguez Zapatero, que ha hablado como portavoz después de la reunión Ejecutiva y antes de salir a comer con sus compañeros de partido, una cita a la que no ha acudido Rubalcaba.


Sin pretender que sus palabras sonasen "exculpatorias", Zapatero ha subrayado que el PSOE llegó a la campaña electoral "con el viento en contra", después de haberse enfrentado "a la peor crisis económica con las consecuencias sociales más duras" desde la transición democrática.


Zapatero hacía así referencia al momento cumbre de su última legislatura, en mayo de 2010, cuando se presentó en el Congreso de los Diputados dispuesto a aprobar un duro paquete de medidas "le costase lo que le costase". El precio político fue muy alto, pues a raíz de ese momento su popularidad y la del Partido Socialista cayeron en picado.


El ya presidente en funciones ha expresado su respeto por todas las críticas que ha recibido y por quienes creen que debería actuado de otra manera, aunque ha recalcado que "es más fácil decirlo cuando no se está en la responsabilidad".


En cualquier caso, el PSOE "ha puesto el interés general por encima del partidista y así seguirá siendo en el tiempo de oposición que tiene por delante", ha prometido. "Más allá del resultado electoral, que es un mal resultado, mi deseo es que las cosas vayan bien, que mejoren para España", ya que "los ciudadanos, en democracia, siempre tienen razón. Siempre aciertan".


La fórmula para afrontar esta nueva etapa será el Congreso ordinario que se celebrará, según ha anunciado Zapatero, en la primera semana de febrero, previsiblemente del 3 al 5, coincidiendo con el fin de semana. Para la mayoría de los socialistas, el encuentro es "necesario" y deberá servir para "provocar la reflexión política, la reformulación del proyecto y la ubicación estratégica del partido, porque viene un periodo difícil en el que hay que saber estar, no dar bandazos y formar parte de la solución del país", apuntaba Jaúregui.