Aragoneses con motivos para celebrar esta Navidad

Todos tienen vidas muy diferentes pero afrontan estos días con ilusiones renovadas.

Sheila junto a su hijo pequeño
Aragoneses con motivos para celebrar esta Navidad

La Navidad es la época de la solidaridad y de las buenas intenciones, pero sobre todo, de la esperanza. Un sentimiento al que se aferran muchas familias aragonesas que después de vivir una mala época ven cómo en estos días la situación comienza a mejorar, aunque en algunos casos sea muy ligeramente.

Jesús encuentra un trabajo para esta Navidad

Jesús Romero, zaragozano de 54 años, comenzará a trabajar el próximo 31 de diciembre. “Llevaba sin empleo casi tres años y aunque, de momento, son solo cinco días, tengo la confianza de que suponga un cambio en mi vida”, subraya. Y es que a su edad encontrar un trabajo se ha convertido casi en una misión imposible. De hecho, muchos eran los empresarios que le recalcaban una y otra vez lo complicado de su situación. “He llevado currículos a todos los sitios, pero hasta ahora no había tenido suerte”, explica.


Su posición ya empezó a “mejorar” a principios de este mes. “Hace más de nueve meses presenté el Ingreso Aragonés de Inserción (IAI) y finalmente en diciembre comencé a cobrarlo”, sostiene. Durante estos meses en los que no entraba dinero en casa, ha sobrevivido gracias a su madre. “Voy a comer todos los días a su casa y me va echando una mano en lo que puede, puesto que es una mujer jubilada”, afirma.


Todo esto parece un regalo teniendo en cuenta los años tan duros que ha vivido. “Durante los últimos meses ya no tenía vida, solamente salía de casa por la mañana, daba dos vueltas y volvía. No tenía ganas de hacer nada”, puntualiza. Para él, comenzar el año con este trabajo es una dosis de energía adicional. “Haces todo con más ilusión y calidad porque te sientes útil y empiezas a ver que no dependes de la ayuda de tu familia”, asegura.

José Manuel supera por segunda vez un linfoma

A José Manuel Beltrán la alegría le llegó gracias a un informe médico que confirmaba que ya no padecía cáncer. “Hace dos años y medio que comenzó mi lucha contra un linfoma, que se supone que en 2012 se me había curado pero que volvió a aparecer en marzo de este año”, explica. Este joven de 31 años vivió de manera muy complicada su primer encuentro con esta grave enfermedad. “Me dieron seis sesiones de quimioterapia y lo más duro fueron los primeros momentos, cuando te enteras de que tienes un cáncer”, señala. Sin embargo, a los seis meses le comunicaron que lo había superado y que todo el dolor había quedado atrás. “Las Navidades de ese año fueron maravillosas, de los días más felices de mi vida, además, al año siguiente me casé y fue todo muy emocionante, en especial, por todo lo que mi mujer Esther me ha ayudado”, añade emocionado.


Desgraciadamente, el cáncer volvió a aparecer en su vida. “Después de superarlo, no volví a recuperarme perfectamente, así que dejé mi empleo y busqué otra cosa que se adaptara a mi nueva situación y justo en ese instante me volvieron a diagnosticar la enfermedad”, relata. En concreto fue el 19 de marzo de 2014. “No olvidaré jamás ese día, a las doce de la noche mi mujer me felicitaba por mi cumpleaños y diez minutos más tarde entró el médico y me comunicó la noticia”, narra. Una noticia que lo hundió todavía más que hace un año. “Ahora las caras no eran las mismas, la gente no me miraba con ilusión, sabía que era más complicado”, recalca.


Sin embargo, gracias a sus ganas de vivir, el apoyo de su familia y a las duras sesiones de quimioterapia, logró ganarle la batalla al cáncer. “Me tuvieron que hacer un autotrasplante y estuve un mes aislado, con el único contacto de mi mujer y mi madre, además del teléfono móvil por el que mis amigos me mandaban grandes muestras de apoyo, que me ayudaban a seguir adelante”, relata. Al mismo tiempo asegura que solo puede estar agradecido. “Todo esto lo he conseguido gracias a mi mujer, mi familia, mis amigos y todos los médicos y sanitarios que me atendieron”, subraya. Ahora, con los análisis en la mano, ha decidido no desaprovechar ni un segundo de su vida. “En estos momentos soy el hombre más feliz del mundo, es como si me hubiera tocado la lotería y no pienso malgastarla”, subraya.

Ioan consigue un empleo indefinido

Un empleo. En esto se resume el deseo de Navidad de muchas personas. Por suerte, Ioan Florea ha logrado el suyo. Este joven de nacionalidad rumana pero aragonés de adopción lleva más de siete años viviendo en Zaragoza. “Durante este tiempo he trabajado de todo lo que me ha ido saliendo: camarero, en el campo, etc”, explica. No obstante, las posibilidades de empleo se fueron reduciendo según iba avanzando la crisis hasta que hace casi cuatro años se quedó sin trabajo. “En esos momentos ya tenía los papeles arreglados y cobré diferentes subsidios, entre ellos, el IAI”, recalca.


Con estas ayudas fue sobreviviendo, además de intentar mandar dinero para su familia. “Son momentos muy duros, pero sabes que tienes que ayudar a los tuyos”, narra. Así, hasta que hace diez meses consiguió un trabajo temporal en una empresa de El Burgo de Ebro, en la que se dedica a montar circuitos electrónicos. “A través de UGT me enteré de esta propuesta y me eligieron. Al principio fue un contrato de seis meses, pero ahora ya tengo uno indefinido”, sostiene. De esta manera, Florea vivirá unos días más felices, disfrutando de la tranquilidad que proporciona tener un trabajo.

Sheila logra una vivienda de alquiler social

Quien también ha recibido con ilusión el cambio ha sido Sheila Alonso, que ha pasado de ser una okupa a tener su propia vivienda de alquiler social. Esta zaragozana de 24 años puede darle a sus dos hijos, en unos meses serán tres, un techo bajo el que vivir. “Es un piso de la iniciativa 'Llaves solidarias' que lleva a cabo la Fundación Federico Ozanam y la Obra Social Ibercaja”, explica. Ahora con su pensión de orfandad, que supone unos ingresos de 436 euros, puede comer y pagar el alquiler.


Esta situación es muy diferente a la que vivía hace cuatro años cuando decidió independizarse junto a su pareja. “En esos momentos teníamos trabajo y podíamos pagar tranquilamente el piso y vivir con nuestro hijo“, relata. Sin embargo, con la crisis su marido perdió el empleo y desde hace tres año no encuentra nada estable, solamente, algún día o semanas sueltas. En ese momento, el padre de Sheila falleció, así que tuvieron acceso a la paga por orfandad, lo que les ha ayudado a ir saliendo adelante durante estos años, aunque no ha sido suficiente. “No podíamos pagar el alquiler del piso por lo que finalmente acabamos en un piso de okupas y con denuncias por parte del banco, que era el dueño”, asegura.


Ante esta circunstancia, tuvieron que acudir a los servicios sociales y gracias a la mediación de Stop Desahucios consiguieron negociar y tener el piso en el que actualmente vive. Ahora tienen una vivienda digna durante los próximos tres años y aunque esperan la llegada el IAI, lo pidieron en junio y todavía no tienen resolución, su verdadero interés es encontrar un empleo. “Seguimos buscando trabajo y esperamos que este año haya más suerte”.


“Hemos pasado momentos muy duros. De hecho, mi pareja tuvo que acudir a Salud Mental con un cuadro de ansiedad, pero ahora miramos el futuro con más ilusión y estamos muy contentos de ver cómo nuestra situación mejora poco a poco”, señala. Y aunque en estos días sus hijos no puedan tener grandes regalos ni una cena espectacular, al menos, contarán con el cariño de sus padres “y alguna tontería aunque sea del chino, simplemente por el detalle”.

César comparte la ilusión de un posible premio con los suyos

El único maestro español que aspira a convertirse en el mejor profesor del año, César Bona, vuelve estos días a Ainzón, el pueblo que lo vio criarse y en el que vivió sus primeros años como estudiante. “En esos momentos ni siquiera me planteaba ser profesor, pero gracias a la experiencia vivida supe más tarde qué tipo de maestro quería ser”, señala. Aunque afirma que estas Navidades no van a ser como otras, también asegura que no se encuentra nervioso a la espera de conocer en marzo si es el ganador del Premio Global del Profesorado. “En la vida hay que tener ilusión, pero no hacerse ilusiones”, puntualiza.


Aunque es uno de los 50 mejores profesores del mundo, en ningún momento olvida que su reconocimiento está sustentado en la gran labor llevada a cabo por otros maestros. “Me ha tocado estar a mí, pero lo importante es que algo está cambiando en la educación y que el trabajo de muchos profesores que eran conscientes de que había que educar en valores se ha visto recompensado”, subraya. Al mismo tiempo destaca que está muy contento de todo lo que esto ha supuesto. “Gracias a este reconocimiento, un padre de Extremadura va a ver con otros ojos la labor de los maestros, con esto para mí ya es suficiente”, indica. Además recalca que estos días van a ser especiales porque va a tener la posibilidad de compartir algo muy bonito con la gente que lo quiere, “que para mí es lo más importante”.