AGUATINTA

Zaragoza o la ciudad soñada

Mariano Castillo (Grisén, Zaragoza, 1963) dice que él no está obsesionado con pasar la historia del arte: se conforma con hacer cosas, ideas distintas, cuentos, sobre tranvías, sobre el mundo de Goya, sobre los destierros o las torres de la ciudad.

Un detalle de una de las planchas.
Zaragoza o la ciudad soñada
MARIANO CASTILLO

Mariano Castillo (Grisén, Zaragoza, 1963) dice que él no está obsesionado con pasar la historia del arte: se conforma con hacer cosas, ideas distintas, cuentos, sobre tranvías, sobre el mundo de Goya, sobre los destierros o las torres de la ciudad. O incluso le gusta jugar, en solo tres grabados más o menos irónicos, con la idea de la navegabilidad del río Ebro.


«Estoy enamorado del grabado. Creo que tengo uno de los pocos, no sé si el único, talleres calcográficos de Zaragoza y disfruto con mi trabajo: edito para otros, para empresas o para mí. Es mi pasión». Mariano Castillo presenta ahora, en la galería A del Arte, su proyecto más ambicioso: ‘La gran vista ’, un grabado compuesto por diez planchas de grandes dimensiones de Zaragoza: 100 centímetros de alto por 250 centímetros de alto, un proyecto que pasará de la sala a una caja especial, con las diez partes, de la que se harán cincuenta ejemplares.


«Este proyecto nació en vísperas de la Exposición 2008. En la muestra ‘Goya e Italia’ vi una gran vista de Roma de Giuseppe Vasi, y me quedé deslumbrado. Era maravillosa y establecía un hermoso diálogo entre la Roma vieja y la Roma nueva. Invirtió en ese grabado diez años». Un día, en un volumen sobre el agua, descubrió una foto aérea que le pareció que podía ser la referencia ideal, el principio de su espiral. Mariano Castillo empezó a hacer bocetos, dibujos y pruebas para realizar algo semejante con Zaragoza, «que al fin y al caso es mi ciudad. Llegué a los catorce años cuando estaba empapelada de folletos y de ideologías. E intenté hacer un esquema parecido al de Vasi: la Zaragoza antigua, romana, y la Zaragoza más moderna, esa que se ensancha hacia el Actur».


Dice que el Casco Histórico se resuelve casi edificio a edificio, merced a su precisión de amanuense, y la Zaragoza más nueva con volúmenes. No aparece la Expo, todavía, «la foto era de una década atrás o así», pero sí registra la pasarela sobre El Ebro, que es el eje vertebrador.


Mariano Castillo ha realizado, además de la obra imponente –«en la que casi me dejo la salud: he ganado dos dioptrías más; ha sido un proceso complicado: cuesta y duele», señala– una serie de monotipos que son como fragmentos de las planchas a las que luego les da un matizado barniz de color. Si Vasi realizó su obra en aguafuerte, Castillo la hizo sobre aguatinta. ‘La gran vista’ es una pieza que nace de un esfuerzo descomunal, de la minuciosidad y, sobre todo, de un imenso amor a una ciudad que él ha decidido recrear sin antenas, sin farolas y sin coches. Como si fuera una ciudad varada e ideal.