HISTORIA

«Para nosotros salir de España es un reto»

Juan Casanova presenta su nuevo ensayo: 'Europa contra Europa'

Julián Casanova, Catedrático de Historia Contemporánea.
«Para nosotros salir de España es un reto»
J.MIGUEL MARCO

¿Cuál es el espíritu de su libro ‘Europa contra Europa, 1914-1945’ (Crítica, 2011. 260 pp.)?


Salir de España, ampliar el foco de estudio, usar el telescopio, comprender mejor la historia, y el mundo en que vivimos, a través de la comparación, del análisis de las similitudes y diferencias entre los diferentes fenómenos y acontecimientos históricos. Y para hacer eso, he elegido la síntesis, combinando la narración histórica con el ensayo. Pero la narración no sólo es un vehículo para transmitir acontecimientos históricos. Tiene forma y contenido. Para un historiador español, salir de España es un reto, porque estamos formados para estudiar el pequeño mundo que nos rodea.


¿Qué significó para Europa la Primera Guerra Mundial?


Es la auténtica línea divisoria de la historia europea del siglo XX, la ruptura traumática con las políticas entonces dominantes. La guerra es el resultado de disputas imperiales, está ideada para garantizar la supervivencia y continuidad de los imperios, sobre todo el alemán y el austrohúngaro. Y sin embargo, acabo con su estrepitosa derrota y desaparición, cuatro años después. Por el camino se llevó al Imperio ruso y provocó también la conquista bolchevique del poder, el cambio revolucionario más súbito y amenazante que conoció la historia del siglo XX. Se esperaba que fuera corta y duró más de cuatro años. Esperaban que dejara las cosas casi igual y acabó con la vida de más de ocho millones de personas.


De esa primera Guerra salieron dos corrientes antagonistas: el fascismo y el comunismo.


Son dos ideologías que idealizan y ensalzan la violencia como una forma de protesta social frente a la decadente sociedad burguesa. La democracia, que parecía un camino general a seguir tras el armisticio y final de la guerra, acabó acosada, con sociedades civiles débiles frente a los movimientos autoritarios. Pero el viento que sopló con más fuerza, salvo en Rusia, fue el de la contrarrevolución y ese es el que finalmente derribó a todas la repúblicas democráticas y llevó a las democracias a una segunda guerra todavía más destructiva. La crítica a los parlamentos y a la democracia, en suma, ganó terreno tras los desastres de la guerra, el miedo a la revolución y, sobre todo, con el impacto de la crisis económica de 1929.


Habla de la República de Weimar. ¿Qué significó, de veras, en la política europea y en la cultura? ¿Qué supuso su caída y ese «nacimiento de una edad negra»?


La República de Weimar nació de una guerra, tuvo una atormentada vida política y económica, pero, como puso de manifiesto ya hace tiempo Peter Gay, su historia, comparada con el desastre que llego después, es ‘El Dorado’, una auténtica «edad de oro» de la cultura alemana, la modernidad en el arte, en la literatura, en el pensamiento, nombres como Albert Einstein, Thomas Mann, Bertolt Brecht, George Grosz o los artistas de la ‘Bauhaus’. Y para algunos de los padres de la constitución republicana española, la República de Weimar fue un referente. Tuvo una vida más atormentada que la española, por cierto, pero duró el doble, antes de que el autoritarismo y después el nazismo se la tragaran.


¿Cuál fue la importancia real de la revolución bolchevique?


La revolución fue un sueño, que se convirtió pronto en una pesadilla. En realidad, creo muy pronto un Estado muy fuerte, burocratizado, que impidió el desmembramiento de lo que había sido el imperio de los zares. Por mucho que se ponga énfasis en su parte más positiva, de justicia y cambio revolucionario, siempre salen en su historia los cadáveres que fue dejando desde el principio. La historiografía está dividida sobre si eso fue un producto ya presente con Lenin o fue un proceso que contaminó y llevó a sus últimas consecuencias la tiranía de Stalin.


¿Qué tienen en común tres de los grandes personajes del libro: Stalin, Hitler y Mussolini?


Se ha escrito tanto que es difícil decir cosas «nuevas». Pero el historiador tiene que ofrecer siempre pistas para quienes leen desde el presente. Los tres son producto de la Primera Guerra Mundial, subieron de la nada, arrancaron desde fuera del viejo orden monárquico e imperial, propusieron rupturas radicales con el pasado y mucha gente creyó en ellos y les siguió. Son líderes carismáticos, en el sentido weberiano, polos de atracción y vehículos para la política de masas.


¿En qué medida fue la guerra española un ensayo de la guerra internacional que se avecinaba?


Es una guerra internacional en suelo español. Ahí estaban ya todos los protagonistas, pero en un momento en que las democracias trataban todavía de apaciguar a Hitler y el resultado fue el triunfo del fascismo. En España ha pasado a la historia, y a la memoria, fundamentalmente por la tremenda violencia que generó.


¿Esos treinta años fueron un azote contra la democracia, no?


Contra la democracia, contra la sociedad civil democrática y contra millones de ciudadanos que se vieron involucrados sin quererlo. Es una «época de atrocidad moral», como la llama Charles Maier.