PINTURA

El espejo de la mirada

Lina Vila con el lobo, los paisajes y los pájaros.

Una de las acuarelas del proyecto 'La boca del lobo'.
El espejo de la mirada
LINA VILA

Lina Vila (Zaragoza, 1970) desarrolla con su pintura un proceso creativo que resulta tan importante como el resultado que contemplamos en sus obras. Le resulta agradable a la artista, como también le resultaba a Kiki Smith, hacer algo y que no se resuelva de inmediato y, así, dejarse envolver en el trabajo y la creación artística. Por el mismo motivo, las obras de Lina Vila evolucionan con pausa.


Ha costado mucho tiempo que el rojo de la sangre, del dolor, de la lucha, que vimos estos años atrás de forma predominante, haya dado paso a los grises azulados, a los blancos evanescentes y a los azules nostálgicos. Sólo a veces aparecen los rojos como contrapunto de tonos fríos. Para saber que es ella misma la que nos ofrece sus creatividad ya conocida, recurre a algunos rojos bordados en sábanas que recuerdan las pinturas de ‘Vanitas’ o de ‘Vigilia’ cargadas de dolor y enfermedad.


En la entrevista que reproduce Alicia Vela en el catálogo, Lina Vila dice “La boca del Lobo’ encierra la metáfora de mi propia realidad”. La artista, recientemente fallecida, Louise Bourgeois, en la que muchas mujeres artistas se han fijado, decía que “el arte trata de la vida, y en eso consiste todo”. El arte en algunos momentos pudo tener el valor de terapia en la artista franco-americana, especialmente por aquel trauma causado por su padre en la infancia, pero otras veces, aunque no necesite servir de terapia, puede reflejar la vida en sus diversas situaciones, las felices incluidas.


La artista es consciente de que se encuentra en la tradición artística de la autobiografía en el arte, sin embargo en los momentos actuales quiere que sus obras, sus dibujos, sus acuarelas, sus bordados y sus óleos provoquen en el espectador una reflexión, pero también una emoción. Sin duda, Lina Vila se encuentra quizás en una situación vital más feliz que en otros momentos y, aún tratándose de la vida, no es lo mismo la reflexión que la emoción. En eso consiste todo, en el espejo de la mirada, en la realidad.


La exposición se expresa a través de grupos de obras como si fueran funciones orgánicas de un todo. Abundan las aves, con águilas, halcones, cuervos, buitres, palomas, grullas, pelícanos, lechuzas. Son aves en vuelo, que se puede interpretar como huida o, como dice Paula Gonzalo, como exorcismo de los males que se alejan. En otro grupo de obras aparecen los lobos que dan nombre a la muestra. Los lobos que se baten en lucha entre ellos, como los males y los miedos que se alejan. Quizás sean los ‘Paisajes con pájaro’ o la serie ‘Dos en el paisaje’ las obras que mejor expresan ese paso hacia el azul, celeste en las primeras y de difuminados toques de acuarela en tonos oscuros del atardecer, las segundas.


Ahí están los azules de la evasión, el azul que abre las formas y el azul de vuelos infinitos. Se aprecia una intencionalidad romántica La serie en óleo ‘Improvisación romántica’ representa pájaros en árboles con luz nocturna, cortejos amorosos, parejas con ilusión, pero también aparece algún lobo amenazante. Podemos ver un tono narrativo en esta serie y en algunas otros grupos pictóricos. El arte trata de la vida, decíamos hace unas líneas.


Una estética feminista encontramos en las obras de Lina Vila. En las pinturas de animales que aquí nos presenta, aves de vuelos libres infinitos y en otros planteamientos anteriores de animales, aves rapaces que atacaban a seres desvalidos casi siempre masculinos.


Las pinturas de Lina Vila son ligeras, limpias, sueltas, livianas como el papel en el que están pintadas, tienen la luz transparente de la acuarela. A esa ligereza contribuye también la disposición de las obras en la pared, casi siempre sin marco ni cristal. Son pinturas en las que predomina el blanco del papel, los temas están sueltos en cada obra, para que el espectador reflexione y resuelva el puzzle de la exposición, que no es otro que el de la vida.


De hecho estas reflexiones son propias de la llamada posmodernidad, en las que el artista ya no se preocupa solamente de innovaciones estéticas, de formas y trazos de intensidad estética sino de cuestiones sociales, de preocupaciones personales, de traumas, de soluciones, de pensamiento, de la vida que es tan compleja que nos podamos y queramos imaginar.