"Tras la explosión, corrió a la caseta de su hijo"

Vecinos y amigos de Roberto Expósito relataron ayer cómo el padre del joven, también trabajador de la pirotécnica, se lanzó a buscarlo nada más producirse el accidente.

Imagen del traslado de uno de los heridos al hospital del Miguel Servet tras el suceso.
Imagen del traslado de uno de los heridos al hospital del Miguel Servet tras el suceso.
oliver duch

La sala de espera de la uci de Coronarias del Hospital Miguel Servet, donde permanece ingresado Roberto Expósito, de 26 años, se llenó ayer por la tarde de amigos y vecinos del barrio de San José de Zaragoza que acudieron a interesarse por el estado de salud del más joven de los heridos en la explosión de la Pirotecnia Zaragozana.


Tanto un matrimonio vecino de los padres del accidentado, que evoluciona favorablemente de sus heridas, como alguno de sus amigos, hablaban ayer, mientras esperaban noticias, de cómo el padre de Roberto, José Miguel Expósito, de 57 años, había ido en busca de su hijo en cuanto se produjo la explosión. "Todos hablan en el barrio de que en cuanto se produjo el estruendo, el padre fue corriendo a la caseta donde estaba su hijo", explicaron.


A pesar de la lógica preocupación que mostraban por el estado de Roberto y por las consecuencias del terrible suceso que le ha costado la vida a seis personas, sus allegados se mostraron esperanzados y se felicitaban por la evolución del joven que, apuntaron, ya no está entubado, aunque tiene afecciones en un pulmón y sufre una fractura en la pierna.


Vecinos del zaragozano barrio de San José, donde reside la familia, recordaron también cómo su padre, José Miguel Expósito, sufrió hace años otro accidente, aunque este no se produjo dentro del recinto de la empresa, sino en unas fiestas de un pueblo en Castilla y León a las que había acudido para el lanzamiento de unos fuegos artificiales. También explicaron que el joven había estado empleado anteriormente en una empresa de muebles, pero que acabó trabajando en la Pirotecnia Zaragozana, siguiendo los pasos de su padre, porque siempre le había gustado.


Los amigos de Roberto, mientras esperaban su turno para poder entrar de visita, relataron los nervios que habían pasado desde que se produjo el trágico suceso, especialmente el pasado lunes, ya que, como rememoraron, no supieron qué había ocurrido ni el paradero del trabajador hasta las 19.00.


A pesar de esta circunstancia, en las palabras de los conocidos –algunos de ellos vecinos entre sí y que se encontraron en el Servet– se notaba el alivio por que la familia pueda salir adelante a pesar de todas las dificultades que han vivido durante estos días y del impacto que ha supuesto esta catástrofe. "Aunque va con muletas, el padre de Roberto, José Miguel, fue el primero que fue dado de alta de todos los heridos en la explosión", informaron.


Hasta una profesora escolapia, que había dado clases tanto a Roberto como a su hermana, se acercó hasta el centro de salud para poder ver cómo evoluciona el trabajador de la pirotécnica. La maestra recordó cómo su padre, cuando los niños eran pequeños, había ido al colegio a hacer una demostración de fuegos artificiales.

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