El Zaragoza reacciona y empata

Dos goles seguidos de Dorca y Ángel en la recta final del partido maquillan un juego con errores.En un partido bronco por la dureza del Nástic, los de Popovic manifiestan aún falta de cohesión.

Rubén despeja el balón en una acción del partido de ayer ante el Nástic de Tarragona.
Rubén despeja el balón en una acción del partido de ayer ante el Nástic de Tarragona.
lluís milián/diari de tarragona

Lo que iba camino de una decepción terminó en esperanza y balsámicas sensaciones para los zaragocistas. Dorca y Ángel, con sendos goles anotados en menos de un minuto cuando el partido ya agonizaba, arreglaron el rostro todavía indefinido del nuevo equipo de Popovic. No estuvo bien el Real Zaragoza frente a un animoso Nástic, que se puso 2-0 arriba nada más iniciarse la segunda mitad y, que en el primer tiempo, además de ser superior a los ayer avispas, estrelló dos balones francos en los postes.


En la primera hora del duelo, el resultado pudo haber sido catastrófico para el deslavazado Zaragoza de ese tramo. Por fortuna, al final y merced al efecto positivo que ejercieron las sustituciones en las filas zaragocistas, el equipo pudo meter una buena mano de maquillaje al tanteador y la sensación postrera es bien distinta a lo que se barruntaba solo cinco minutos antes de la conclusión del encuentro.


El envite comenzó con una clara ocasión del Zaragoza que Ortuño, en la única acción ofensiva en la que apareció en toda la noche, falló. Un gol que jamás debe desaprovechar cuando haya puntos en juego. Pedro, en el minuto 2, montó una rápida contra tras un robo de balón y cedió el pase al murciano, que remató alto, duro, con todo a favor. Fue un espejismo porque el Nástic de Tarragona enseguida tomó el mando del choque.


Marí, en un córner botado al primer palo en el minuto 7, cabeceó al larguero ante la pasividad aérea de la zaga zaragocista. Fue el aviso del inminente 1-0, que llegó instantes después. Un balón largo a las espaldas de los centrales, ayer Lolo y Rico en el once inicial, provocó un error monumental del andaluz, secundado por las dudas del canterano–que había tirado mal el fuera de juego– y Ferrán anotó de disparo raso en segunda instancia. Un regalo imperdonable.


Precisamente Rico pudo empatar en una acción aislada, en un saque de esquina. La mala salida de Reina no fue aprovechada por el burgalés, cuyo testarazo se marchó fuera rozando el palo cuando todo el mundo cantaba el tanto. Esta acción animó algo a los aragoneses que, con Pedro como único catalizador de las llegadas al área, estuvo cerca de marcar en un zapatazo intencionado del ‘15’ que el portero local rechazó a dos manos como pudo.


No hubo continuidad. Al contrario, el cuadro tarraconense, más compenetrado y ágil en los contragolpes, pudo sentenciar de haber tenido más duende ante Alcolea. Alex García, el ariete tanque catalán, falló a quemarropa tras un rechace del arquero zaragozano a chut del veloz Jean Luc Assoubre, que le dio la tarde a Abraham. Y poco después, en un nuevo córner mal defendido, el central Xisco Campos estrelló la pelota en el larguero cuando el 2-0 ya se mascaba.


El Zaragoza fue un querer y no poder constante frente a un rival con hechuras de Segunda B que, eso sí, ofreció casta y muchas ganas de agradar a su ilusionada parroquia, incluso abusando en muchas acciones de una dureza impropia de un amistoso. Algo que, tras el descanso, llevó a varios roces, tangana incluida cuando Cabrera y Wilk replicaron de igual modo.


No salió bien la prueba de Lolo y Rico como centrales. Con Rubén y Cabrera tras el descanso, el sufrimiento fue menor. Aun así, en el enésimo córner pésimamente defendido, Rayco puso el 2-0 y dejó K.O. al Zaragoza en la reanudación.


El equipo creció poco a poco con la aparición de Ángel en punta, por detrás de un aturrullado Ortuño. Con un activo Hasegawa en la banda izquierda, pese a que marró un gol a quemarropa. También Morán dotó de personalidad a la medular. Ellos, junto a los veteranos Pedro, Dorca y Cabrera, dieron sostén a la reacción.


Dorca marcó de un zapatazo duro desde la frontal que dobló las manos a Nadal. Ángel igualó en un gol muy suyo, de pillo, adelantándose al portero en una duda con su central. E, incluso, pudo marcar el 2-3 en el último disparo del partido, que rozó la escuadra. Este final feliz alivió los síntomas claros y naturales de que aún falta mucho por hacer.

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