"En la radio hay que ser muy agudo y, a veces, bastante grave"

Toni Garrido. Periodista.

Garrido, durante su reciente visita a Etopía, Zaragoza.
Garrido, durante su reciente visita a Etopía, Zaragoza.
Asier Alcorta

¿Es Garrido aguerrido?

Sí. He pensado en cambiarme el apellido. Pero el diccionario define bien garrido: persona de buen ver. Evidentemente, ¡me define!


¿Qué le gusta radiar?

Calor. Y cierta irascibilidad, producto del embolado en el que me he metido, haciendo mil cosas. Y me gustaría irradiar alegría. Tengo un par de amigos que, en cuanto llegan, dan alegría. Yo eso lo envidio más que un chalé en la sierra.


¿Qué irradia la radio?

Últimamente, cierto aburrimiento. Y yo lo he irradiado también: malestar, esa sensación de país a la deriva, esa idea que tenemos de los que nos gobiernan. Y lo frustrante es que son como nosotros, no han llegado de planetas extraños.


Para triunfar en radio ¿hay que tener la voz grave o ser muy agudo?

Una vez me dijeron que tenía la voz tan grave que parecía a punto de morirme. Me gustó. Pero me dije: "O tengo algo que decir o al final me descubren". Hay que ser muy agudo y, en ocasiones, bastante grave.


¿Para cuándo ‘La Voz’, pero de locutores radiofónicos?

¡Sería genial! Me veo dándome la vuelta. En general, los que tienen púlpito hablan mucho, pero muy mal. Utilizan esta cosa muy de mago: "Como no tengo nada que decir, lo repito varias veces".


Habló en Zaragoza sobre si el vídeo mató a la estrella de radio. Pero eso ¿ha pasado?

¡Claro! Los medios de comunicación han cambiado: los periódicos se escuchan, la radio se ve y la tele... se apaga.


Participa en unas jornadas de narrativa transmedia. ¿Cómo contar hoy una historia?

Esto de la narrativa transmedia es mentira. En Zaragoza hablé del paradigma del jamón. Le gusta a todo el mundo. Se puede tomar a cualquier hora. Es un plato que se comparte y se encuentra en todos sitios. Pues lo que tenemos que hacer es contenidos tan buenos como el jamón, que puedan disfrutarse en cualquier sitio, circunstancia, horario y entorno.


La tele ¿da más telele que la radio?

No. Todas mis experiencias han sido positivas, he aprendido mucho. Sobre todo, a disimular, algo muy útil. La tele no es mala, hay mucha hipocresía, no sé por qué la atacamos y defendemos la radio. Los medios son buenos, malos o regulares dependiendo de cada uno.


Su experiencia como hombre del tiempo, ¿fue luminosa o llena de chubascos?

¡Muy luminosa! Sustituí a un mito erótico: Jaime Bores. Quizá pensaron: "Después de él, cojamos a alguien simpático". Y ni tan siquiera con eso acertaron. Pero fue genial, la época más imaginativa de mi vida. No tenía ni idea de lo que hablaba, algo en lo que he sido luego muy persistente.


¿Hay que ejercer nuestra profesión caiga quien caiga?

Sí. Total. Decimos que el periodismo es fundamental, pero no decimos para qué. ‘Caiga quien caiga’ es un formato argentino, y muy necesario. Los argentinos lo único que decían era: "A un político, dale duro. Pero si alguien te hace feliz, apóyale". Tenían razón.


¿Cómo han sido sus asuntos propios?

Sorprendentes. Los medios públicos hay que defenderlos con los dientes. Gente como Fran Llorente demostró que lo público estaba al servicio de los jefes: de los 44 millones. Y que había que trabajar aún más para los que no los consumían. Yo descubrí que mis asuntos no eran propios, sino de todos.


Y ¿cuáles son los actuales?

Hace años, empecé un proceso de transformación necesario, pero ¡igual me he pasado! Cometí el error de juntarme con unos gringos y unos ingleses y estamos en una gran compañía intentado sobrevivir y aprender. Y hemos lanzado proyectos maravillosos, en Canal +; YU, que sigue en antena; vamos a empezar en MTV otro programa... Formatos que viajan y se verán en otros países.

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