"La danza también sufre una fuga de talento"

Gonzalo Preciado Azanza l Con 10 años bailó en uno de los últimos montajes del Ballet de Zaragoza, ‘El cascanueces’, y el próximo agosto, ya veinteañero, empieza su carrera profesional en el Ballet Nacional de Letonia, en Riga.

Bailarines a la fuga. Es otra forma de exilio cultural. Yuno de sus protagonistas, como otros tantos, es el zaragozano Gonzalo Preciado Azanza, que calza las zapatillas de ballet desde los 8 años y el próximo agosto hará la maleta para empezar su carrera profesional en el Ballet Nacional de Letonia, en Riga, tierra de uno de sus ídolos, Mijail Baryshnikov. Con solo 10 años interpretó el papel de Fritz en ‘El cascanueces’ de Chaikovski con el Ballet de Zaragoza en diciembre de 2004 en el Teatro Principal, uno de los últimos montajes de la compañía. Para él, estas fechas son las del "triste aniversario" de la desaparición de "una institución" que protagonizó momentos brillantes y era el reflejo de "una tierra de buenos bailarines y maestros".


Llegó a este mundo porque de pequeño le diagnosticaron pies valgos, le recomendaron bailar y terminó en el Conservatorio Municipal Profesional de Danza. Cuando con 16 años cursaba el bachillerato nocturno en el instituto Goya, y pensaba en conseguir una media alta para estudiar Física, fue aceptado en el English National Ballet School de Londres. "Las oportunidades solo llegan una vez en la vida y recuerdo que hablando con mi familia, que siempre me ha apoyado, decidí no dejar pasar esta, a pesar de que suponía estar alejado de los míos", explica. Rememora "esa sensación los primeros días de sentirme solo en una gran ciudad". Además, fue becado con la Dance and Drama Award y en 2012 le concedieron la beca de ampliación de estudios artísticos de la DPZ. Se graduó en 2014 y a distancia también terminó 2º de Bachillerato.

"Aquí no hay salidas laborales"

Pese a su juventud no todo ha sido un camino rosas. El año pasado se rompió parcialmente los ligamentos del tobillo derecho y decidió, tras graduarse en Londres, tomarse un tiempo para recuperarse completamente. Desde el pasado septiembre toma clases en el Estudio de Danza de María de Ávila y el pasado abril pasó la audición para el ballet de Riga. Lo suyo es el clásico, "aunque un bailarín tiene que ser muy versátil", y en Riga se va a encontrar con un repertorio que le apetece mucho. "Para bailar clásico hay que salir de España, aquí no hay salidas laborales. La danza también sufre una fuga de talento".


El martes que viene bailará en el Auditorio en la gala de fin de curso del Estudio de María de Ávila y un día espera interpretar ese ‘Don Quijote’ que con Mijail Baryshnikov marcó su vocación.

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