Fueron los primeros

Más de 20 años de investigaciones en el yacimiento de Forcas (Huesca)han permitido descubrir cómo vivían aquellos aragoneses 12.000 años antes de Cristo. Llegaron del Cantábrico y Levante y su curiosidad les llevó a compartir conocimientos.

Fueron los primeros
Fueron los primeros

Las excavaciones duraron apenas ocho años, pero las conclusiones han tardado hasta 20 en llegar. El yacimiento de la Peña de Forcas, en Graus (Huesca), ha permitido conocer cómo eran esos primeros habitantes del valle del Ebro, los que llegaron procedentes del Cantábrico hace 14.000 años, y que se asentaron en grutas en la cara sur del Pirineo, al abrigo de los vientos de las últimas glaciaciones. Gracias al esfuerzo de expertos como la catedrática de Prehistoria Pilar Utrilla o el doctor en Historia Carlos Mazo, sabemos cómo era la primera cerámica que llegó a Aragón, y sabemos que esos pobladores mantenían contactos comerciales o amistosos con asentamientos neolíticos del sur de Francia e Italia. Dos décadas de investigación que ahora se presentan en el libro ‘La Peña de Las Forcas’, coordinado por Utrilla y Mazo.


Y todo, por casualidad, porque los tesoros de Forcas a punto estuvieron de destruirse de no ser porque en 1990 el investigador francés Jean Vaquer pasó por la carretera de Graus y se detuvo a orillas del pantano de Barasona. "Observó que una pala excavadora había dejado al descubierto una potente estratigrafía del que sobresalían objetos de sílex, huesos y caracoles", recordaban Utrilla y Mazo en un artículo conjunto que acerca de esas primeras excavaciones. Vaquer comunicó sus impresiones a Vicente Baldellou, el entonces director del Museo de Huesca, que se puso en contacto con los expertos para comenzar unos trabajos de urgencia. Pero la pala había arrasado el 80% de la superficie, y solo quedaba una estratigrafía testigo pegada a la roca. Y fue otra casualidad la que les permitió descubrir el yacimiento ‘hermano’, el llamado Forcas II, que fue utilizado una vez terminaron las glaciaciones y el clima se hizo más benigno. Y fue gracias a que en un descanso, tomando una cerveza, el sol del atardecer dibujó una larga sombra con un curioso saliente. "Mañana vamos allí, hay una gruta", indicó Mazo. "Y así lo encontramos, lo que demuestra que parar a tomar una cerveza puede ser una buena idea", bromea Utrilla.


Pueblo de cazadores


Forcas es rico en información porque ha sido hogar de familias durante miles de años. Su visera servía a los ocupantes de abrigo, pero además está situado en un punto donde estrecha el valle y que era paso obligado de animales como ciervos, sarrios, jabalíes... Además, el agua era abundante gracias al río Ésera y las fuentes de la zona. En ese paisaje de arroyos salpicados de boj y coscoja vivían familias de cazadores y recolectores, primero en Forcas I, y a partir del año 10.000, con el fin de la glaciación, en Forcas II. Con esos restos se ha podido reconstruir su vida, saber que sus herramientas eran de madera, y muy toscas, y que tuvieron que sobrevivir miles de años hasta que conocieron el sílex y utilizaron la cerámica. Y aquí está uno de los hallazgos más importantes de Forcas: esos primeros pobladores mantuvieron las costumbres de caza y recolección del Mesolítico, pero utilizaron sílex y piezas cerámicas del Neolítico antes que el resto. "¿Qué pudo ocurrir para que llegasen cerámicas neolíticas a Forcas unos 100 o 200 años antes de que se instalase aquí esa cultura?", se pregunta Utrilla. Y explica que en la cueva de los Moros de Gabasa (Huesca) se asentaron los primeros grupos Neolíticos, pero no sería hasta más de un siglo o dos después. "Esa cerámica presenta elementos grabados muy similares a las encontradas en yacimientos del sur de Francia y sobre todo el sur de Italia –destaca Utrilla–, por lo que creemos que podía haber relaciones comerciales con otros grupos que sí tenían esa cultura".


Así, se dará la circunstancia de que en Aragón llegó la cultura ‘material’ del Neolítico antes que en otras zonas de la Península. "Y sorprende que fuera antes que en la costa catalana, donde por lógica podrían llegar por el mar los viajeros del Neolítico. Sabemos que viajaban por mar porque la expansión de esa cultura fue rapidísima, pero a la Península no entraron por Cataluña, sino por el Levante y Aragón. La cordillera catalana era un muro difícil de superar, y entrar por el sur de Francia y pasar a Aragón cogiendo el río Tet a Puigcerdá y bajando por el Segre-Cinca era más sencillo".


Primeras sociedades


La cultura neolítica traía consigo dos de los mayores avances de la Historia: el conocimiento de la ganadería y de la agricultura. La domesticación de la naturaleza significó un gran crecimiento de la población y la creación de los primeros núcleos urbanos. Uno de los vestigios de esa primitiva urbanización se ha hallado en la malograda cueva de Chaves, importantísimo yacimiento que en el Neolítico era casi como una pequeña ciudad. "Los pobladores neolíticos apenas encuentran oposición, se instalan en Chaves, en Gabasa... –indica–. Se han contado hasta 15 cuevas donde residían distintas familias, que se llevaban muy bien entre sí. Estos son los que pintan el arte esquemático del Vero, en La Puebla de Castro (Huesca). Donde sí hubo más enfrentamientos fue en Teruel, zona densamente poblada y cuyos habitantes del Mesolítico no veían con buenos ojos las prácticas agrícolas del Neolítico. Se basaban en quemar los bosques para crear campos de cultivo, y eso afectaba a la caza".


El asentamiento de Forcas aún contará con otros habitantes miles de años más tarde: los romanos. Ese mismo abrigo que recibió a los primeros pobladores hace 14.000 años se aprovechó a principios del siglo II. Por su situación junto al puente, se cree que era un peaje donde cobrar a los viajeros.