Gana una rifa que incluía una casa y un coche y le pagan solo 1.000 € de indemnización

Cuando el acertante fue a cobrar el premio, el hostelero que había vendido los boletos a 4 euros le dijo que la rifa se había suspendido.

"Se te queda cara de tonto. Con lo difícil que es que te toque algo, cuando por fin te sonríe la fortuna resulta que vas a cobrar y te dicen que no, que tu boleto no vale nada, que el sorteo se ha suspendido y no hay premio alguno que dar". Esta frustrante experiencia la ha vivido un zaragozano que en 2011 adquirió un boleto para un sorteo organizado por Dionisio Crespo, propietario del hotel restaurante Avis, situado en la carretera nacional N-II a la altura de Alcolea del Pinar (Guadalajara).


La rifa se iba a celebrar el 16 de julio y le habían puesto el rumboso nombre de ‘El gran turbo sorteo de San Cristóbal’, patrón de los conductores que se conmemora el 10 de julio. El premio era goloso y estaba valorado en 100.000 euros. La cesta incluía nada más y nada menos que un Opel Astra turbo y una casa rural de 157 metros cuadrados en Carrascosa de Abajo (Soria), con un corral y un solar de 38 y 81 metros cuadrados, respectivamente. En el lote entraba también un menú diario en el hotel Avis, un Quad 125, un surtido de ibéricos, una cámara de fotos, dos televisores, un frigorífico, un lavavajillas, una lavadora, un arcón congelador, una moto, 50 jamones, un karaoke, una freidora, un ordenador, un ipad, cinco bicicletas y un viaje a Punta Cana (República Dominicana).


El dueño del hotel no solo vendía boletos en su negocio, sino que repartió tacos enteros a asociaciones juveniles o clubes deportivos, como uno de balonmano que colocó papeletas por importe de 800 euros y recibió a cambio 160 por la venta. Fue precisamente a este club al que la víctima adquirió una con el número 98.653, que coincidió con el primer premio del sorteo de la Lotería Nacional.

La alegría que experimentó al comprobar el boleto se esfumó en cuanto se puso en contacto con el organizador de la rifa a través del correo electrónico y este le dijo que el sorteo se había suspendido. "Al preguntarle cuándo y cómo había anunciado la cancelación, ya no me contestó", recordaba ayer.


El paso siguiente fue denunciarlo en el juzgado. Durante la instrucción se localizó a cuatro testigos que declararon haber vendido boletos, pero no lograron identificar a ningún comprador. Al final, el zaragozano se quedó solo en la denuncia como único perjudicado. A pesar de que el asunto fue instruido como un delito de estafa, la Fiscalía lo calificó de falta y solicitaba una condena de multa de 3.000 euros para el vendedor y una indemnización de 4 euros (el precio de la papeleta) para el perjudicado.


La fiscal entendía que el perjuicio patrimonial causado era solo de esos 4 euros y que el premio tan solo era una simple expectativa que no formaba parte todavía del patrimonio del denunciante. Además, tampoco podía considerarse un delito masa (con múltiples perjudicados y de notoria gravedad por la suma estafada), ya que en este caso solo han quedado acreditados los 640 euros que el club de balonmano entregó al organizador de la rifa y solo hubo un denunciante.


Ayer, antes de empezar el juicio, ambas partes llegaron a un acuerdo y el denunciado accedió a pagar 1.000 euros al perjudicado si este retiraba la acción penal.