Cuatro décadas en el escenario

El grupo de aficionados oscense La Tartana celebra sus 40 años como compañía con una exposición sobre su historia y la representación de dos obras.

Jorge Alonso, Mayte Godé, Ramón Lasaosa, Elba Mairal y Miguel Abós son los actuales miembros.
Cuatro décadas en el escenario
J. Broto

Salones de actos de colegios, el señorial Teatro Olimpia ya restaurado, patios de cárceles o plazas de pueblo, "y si te descuidas hasta en algún remolque". Los miembros del grupo de teatro amateur La Tartana se ponen a enumerar los escenarios en los que han representado sus obras durante sus 40 de años como compañía y no paran. Pero a pesar de todo ese recorrido y esa experiencia, sus miembros más antiguos, Miguel Abós y Mayte Godé, únicos supervivientes del grupo original, aseguran que todavía sienten nervios minutos antes de salir a escena. "Lo que verdaderamente impone no es tanto el escenario como el público. Creo que cualquier actor, profesional o no, aunque haga miles de funciones, siempre notará ese miedo, especialmente antes de un estreno", afirma Abós.


La misma sensación que sentirán de nuevo el 5 de junio, cuando, para celebrar sus cuatro décadas de vida, representen en el Teatro Olimpia la obra ‘La huella’, a partir de las 20.30. Dos días después, pero en el escenario del Centro Cultural del Matadero, La Tartana volverá a salir a escena con ‘La carta’, a las 20.00. También con motivo del aniversario, hasta el 5 de junio se expondrá en el vestíbulo del Olimpia una muestra conmemorativa en la que se repasa la historia de la compañía a través, principalmente, de fotografías y carteles.


Una trayectoria que comenzó en el año 1975. "Nos unió nuestro amor por el teatro. Todos habíamos hecho algunos pinitos en la adolescencia y ya teníamos dentro el gusanillo, pero las cosas en esa época no era fáciles para lo que se denominaba teatro independiente". Por eso, se constituyeron como una asociación para darle algo de entidad al grupo de, entonces, una decena de amigos enamorados del teatro. Nació así La Tartana, un nombre que como dice Mayte Godé, se adapta muy bien al ritmo del grupo. "Vamos despacito pero muy seguros, ya que tener que compaginar los ensayos con las actividades profesionales y familiares hace que a veces no podamos avanzar tan deprisa como nos gustaría".


Más de 60 personas han pasado durante estos años por el grupo. "Hemos tenido perfiles muy diferentes. Desde gente de Huesca que le gustaba el teatro y probaba durante varias funciones, hasta militares que durante el año que hacían el servicio militar en la ciudad ensayaban con nosotros", recuerda Abós. Pero reconoce que en los últimos tiempos les ha costado encontrar nuevas caras para sus proyectos. "Una obra implica mucho compromiso. Desde que elegimos los textos hasta que los representamos, hay muchos ensayos, en los días previos a la función incluso a diario, y es complicado encontrar a alguien dispuesto a comprometerse".


Junto a Miguel Abós y y Mayte Godé, actualmente forman el grupo Ramón Lasaosa y Elba Mairal, que se unieron también casi en sus orígenes, y Jorge Alonso, el más joven, que se integró hace dos años. Juntos se reparten las diferentes funciones que implica una representación. "Nos entendemos sin necesidad de hablar, y cada uno ya ha aprendido a asumir su papel en cada obra, que unas veces te toca ser protagonista, y otros ‘chupar banquillo’, como decimos nosotros, y encargarte de cosas como el sonido o la iluminación", explica Mayte Godé.


Entre las obras que recuerdan con más cariño destacan ‘Ay Carmela’. "Es difícil quedarte solo con una, pero esa es, sin duda, la que más veces hemos representado, y junto a ‘La muerte y la doncella’ creo que son las más bonitas", explica Godé. Porque si algo lamentan en La Tartana es que se haya perdido el valor de las obras más profundas. "Ahora, cuando ofreces una obra, lo primero que te preguntan es si es de risa. Creo que desde los últimos años se asocia el entretenimiento a la comedia, y no tiene por qué ser así, uno puede pasar un buen rato con algo más dramático", dice Abós, aunque a la vez recuerda con cariño auténticos ataques de risa en sus obras más cómicas.