Un móvil para producir miel en Uganda

La formación agraria ha encontrado un aliado: las nuevas tecnologías. Una herramienta que está permitiendo extender el conocimiento agropecuario a las comunidades rurales de los países menos desarrollados.

No toda la enseñanza de calidad y efectiva tiene que impartirse en las aulas de una universidad o de un centro especializado. Existen métodos ‘no tradicionales’ que funcionan con éxito desde hace años y que han conseguido llevar la formación agraria a comunidades rurales de los países menos desarrollados y, con ella, mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.


Así lo hace la Commonwealth of Learning (COL), una organización intergubernamental fundada en 1987 en la reunión de jefes de Gobierno de la Commonwealth cuyo mandato es promover y desarrollar el uso de aprendizaje abierto y educación a distancia el conocimiento, los recursos y las tecnologías a lo largo de los 54 Estados que la componen. Y así lo explicó su presidenta, Asha Kanwar, en la capital aragonesa, donde participó en un congreso internacional que se celebra en el Instituto Agronómico del Mediterráneo de Zaragoza en el que 80 expertos de 27 universidades y centros de todo el mundo analizan cuál tiene que ser el currículum del agrónomo del siglo XIX.


Kanwar, que detalló los desafíos a los que se enfrenta la agricultura en un escenario futuro en el que habrá que duplicar la producción para alimentar a un población que crece de forma exponencial, destacó el decisivo papel que las nuevas tecnologías están jugando en la extensión de la formación agraria a distancia. Y los ejemplos son muchos y llamativos. Ahí está la comunidad de pigmeos de Uganda. Viven en bosque donde habitan los gorilas y, dado que esta especie atrae a numerosos turistas, cuenta con antenas de telefonía móvil que utilizan los foráneos. Aprovechando esta situación, los pigmeos utilizan teléfonos móviles básicos para recibir la formación necesaria, en su propio idioma, que les permita mejorar sus técnicas de recolección de miel. Así, y con un proceso más complejo que incluye la existencia de un partenariado con la Universidad y una cooperativa de estudiantes, esta comunidad ha conseguido mejorar su producción y con ello hasta el número de veces que se alimentan al día.


Este es solo un detalle de cómo la tecnología puede ayudar a la agricultura del futuro, pero fueron numerosas las aplicaciones que ayer lanzaron los expertos que participan en este congreso internacional en Zaragoza, en el que también se abordaron, entre otros aspectos, el papel de la biotecnología en el conocimiento y la formación agraria o las necesidades y requerimientos del sector privado en la educación superior agrícola.

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