Rehabilitar: un motor para la construcción

En España hay 25,2 millones de viviendas. Un 60% tienen más de 30 años y fueron construidas con normas mucho menos exigentes con la calidad de la edificación. Mejorar su habitabilidad y eficencia energética puede dar un nuevo impulso a un sector en crisis.

Rehabilitar: un motor para la construcción
Rehabilitar: un motor para la construcción

Según los datos que maneja el Ministerio de Fomento, en nuestro país hay 25,2 millones de viviendas, de las cuales, acorde con el Censo de 2011, más de 13 millones están vacías. Además, según el informe ‘Una visión-país para el sector de la edificación en España’ (hecho en 2011 por un grupo de especialistas liderado por Albert Cuchí y Peter Sweatman), la crisis internacional ha dejado en España "al sector financiero en una delicada situación frente a un parque de 700.000 viviendas nuevas sin vender". Un panorama que parece poco estimulante para embarcarse en edificar más viviendas y que llena de incertidumbre la deseada recuperación del sector de la construcción. Pero, por fortuna, no todo es llenar solares vacíos.


Varios factores hacen volver los ojos a otro campo con notable potencial económico: la rehabilitación. En primer lugar, está el interés de la Unión Europea por reducir el consumo energético y las emisiones de gases de efecto invernadero, que la ha hecho poner en el punto de mira los edificios porque estos suponen el 40% del consumo de energía. Por otro lado, está el hecho de que el parque residencial español presenta no pocas deficiencias debido a la antigüedad de muchos inmuebles y las bajas exigencias en la calidad de la edificación en la normativa anterior a los años 80. Y, por último, la creciente convicción de los ciudadanos de que es posible y necesario tener viviendas más habitables y que permitan reducir el gasto doméstico en aspectos como la calefacción o la electricidad.


Hace ya más de un lustro que las instituciones trabajan en el fomento de la rehabilitación, no solo por su potencial como motor económico, sino también por sus claros beneficios sociales. En España, el Gobierno elaboró el Real Decreto 233/2013 del Plan Estatal de fomento del alquiler de viviendas, la rehabilitación edificatoria, y la regeneración y renovación urbanas 2013-2016 y, en el mismo año, publicó la Ley de regeneración, rehabilitación y renovación urbana (conocida como ‘de las 3R’). Pero, como señala el arquitecto zaragozano Gerardo Molpeceres, ya antes había "varios estudios que demostraban que el sector de la rehabilitación tiene un fuerte potencial de creación de empleo y una demanda solvente, que existe una necesidad efectiva de hacer las cosas".


El informe de Cuchí y compañía señalaba que "los edificios con una antigüedad entre 30 y 50 años tienen una especial relevancia" dentro del parque español de viviendas "y su estado de conservación y de servicio –más de 1.200.000 viviendas principales presentan deficiencias– resulta decisivo". "En España tenemos muchas viviendas en relación con los habitantes, es una singularidad que se ha producido por el turismo y porque la gente consideraba la vivienda un seguro, se creía que no bajaba de precio", explica Molpeceres. Un detalle peculiar de España es que el 80% de la vivienda se tiene en propiedad, al contrario que en otros países, donde la mayor parte de los habitantes vive de alquiler.


Un empleo cada 40.000 euros


Este arquitecto señala que la rehabilitación "es más intensiva en empleo que la construcción de obra nueva". Hay diversas estimaciones: un estudio de la Fundación Tomillo (utilizado por el Ministerio) apuntaba que por cada millón invertido en rehabilitación se crean 55 puestos de trabajo. Sin ser tan optimistas, otro de CC. OO. calculaba que se generaba un empleo directo por cada 120.000 euros, y un informe del Instituto Cerdá daba una horquilla de entre 52.000 y 78.000 euros. En Zaragoza Vivienda, sociedad municipal bregada en este tipo de obras, dan datos basados en proyectos concretos: "Desde nuestra experiencia directa, en un edificio de entre 15 y 40 viviendas, se crea un empleo por cada 35.000 o 40.000 euros invertidos", dice Juan Rubio, ­jefe del Área de Rehabilitación Urbana y Proyectos de Innovación Residencial.


Rubio agrega que, además, esta actividad tiene un "efecto multiplicador, pues por cada euro invertido se dinamizan 4,2 en actividad" complementaria. Y apunta otro dato muy importante: "De las ayudas que dan las administraciones, retornan en impuestos el 82%" (en cotizaciones a la Seguridad Social, a través del IVA y por otras vías). Lo compara con el plan PIVE para los automóviles, "que no se haría si no fuera rentable para el Gobierno porque genera impuestos y puestos de trabajo".


Por otra parte, enfatiza que, aparte del aspecto económico, rehabilitar tiene efectos beneficiosos para el ciudadado individual (mejora las condiciones de vida en su casa) y colectivamente, pues permite regenerar la ciudad y aprovechar más racionalmene sus recursos: "Si viviendas como las del grupo Girón (edificios antiguos en el barrio zaragozano de Las Fuentes) no las dejas igual que las de Valdespartera (barrio de nueva construcción hecho con criterios avanzados de eficiencia energética y confort), los jóvenes se irán a vivir a las afueras. Eso es un despilfarro porque los barrios antiguos están bien equipados. Así se vació el casco viejo de Zaragoza cuando se construyó el Actur, y ha costado 20 años volver a darle vida", explica.


Salubridad y ahorro energético ­


El arquitecto Javier Unceta construyó en los años 80 un unifamiliar pionero con criterios bioclimáticos en San Juan de Mozarrifar (Zaragoza). Comenta que "en aquellos tiempos nos tenían por chalados" y asegura que "en Europa estaban más adelantados". "Aunque en Centroeuropa tienen menos sol que nosotros, ya aplicaban la energía fotovoltaica como ahorro" en los edificios hace tiempo, cuenta.


Según Unceta, España ha ido en cuanto a edificación sostenible a remolque de las normas que la UE iba imponiendo y critica que la crisis haya servido de excusa para que el Gobierno haya destinado partidas muy magras a apoyarla. "Las subvenciones son escasísisimas", lamenta, y señala que el Gobierno francés acaba de aprobar un plan trianual con 10.000 millones de euros para, entre otras cosas, apoyar la edificación sostenible, que prevé la renovación anual de 500.000 edificios para que en 2030 todas las viviendas del país hayan reducido su consumo energético. Unceta hace hincapié en que "una construcción sostenible, de poco consumo", contribuiría además a "combatir la pobreza energética, porque hay miles de hogares que no pueden pagar la energía que necesitan", detalla.


No obstante, tanto él como Molpeceres coinciden en que –a diferencia de, por ejemplo, instalar un ascensor– la gente no percibe aún como algo prioritario la rehabilitación con mejoras de eficiencia energética. "Si no conlleva un incremento económico en las obras o es muy pequeño, es algo bien recibido. No es que la gente no lo quiera, es que si lo financian con un préstamo y supone un 5 o un 6% más, hay quien no puede permitírselo", detalla Molpeceres.


Eso, a pesar de que cambiar el sistema de calefacción o, simplemente, aislar bien la fachada y la cubierta pueden suponer ahorros importantes en los recibos de la luz o el gas. Molpeceres pone un ejemplo de Zaragoza: "En un parque de viviendas que rehabilitamos en la calle Amistad medimos los consumos y la reducción fue del 66%. Eso lo notas en el bolsillo". Unceta agrega:"Es un ahorro para toda la vida y además hace la vivienda más saludable porque la temperatura en su interior fluctúa menos".


Por otra parte, Molpeceres apunta incluso a futuras necesidades, como la adecuación de los garajes porque "los coches eléctricos se cargarán en las casas y habrá que llevar bastante potencial".


Todo lo hasta aquí referido se recogió el año pasado en la ‘Estrategia a largo plazo para la rehabilitación energética en el sector de la edificación’ del Ministerio de Fomento, que guía el Plan Nacional de Eficiencia Energética. El documento señala que "la rehabilitación en época de crisis tiene un efecto anticíclico" y contribuye a "la incentivación del empleo y la potenciación de la actividad de las pequeñas y medianas empresas de construcción, permitiéndoles encontrar nuevos nichos de negocio y trabajo para sus plantillas".


En Aragón, "entre 2008 y 2012 se perdieron 3.000 empresas de construcción, con unos 40.000 trabajadores, y las que más han sufrido son las pymes, que se dedican sobre todo a las rehabilitaciones", apunta José Juan Arceiz, secretario general de la Federación del Metal, Construcción y Afines de UGT en Aragón. Arceiz argumenta que poner el foco en la rehabilitación servirá además para "evitar el intrusismo y los incidentes por gente que trabaja sin seguro, sin control, que no aporta a las arcas públicas en Seguridad Social ni en impuestos y cuyas obras acaban dando problemas a las comunidades de vecinos".