Espeluznante cogida a Jiménez Fortes

El diestro fue herido grave en el cuello por dos cornadas del sexto toro en Las Ventas de Madrid.

El sexto de corrida prendió de lleno a Saúl Jiménez Fortes en un cite de muleta con la izquierda y lo derribó. En el suelo lo buscó y de ahí lo levantó con gran violencia. El pitón en el cuello y probablemente detenido por el hueso maxilar, pues, si no, habría degollado al torero, que cayó como un fardo. Cuando lo alzaron las asistencias, Saúl, lasos brazos y piernas, llevaba el cuello todo tintado de sangre. Se oyeron gritos de terror en el tendido. La impresión primera fue fatal. Muchos pensaron que el torero iba muerto.


Quince minutos después se sucedió un goteo de partes oficiosos pero con una noticia mayor: el toro le habría pegado a Saúl dos cornadas, pero ninguna de las dos le habría atravesado el cuello. Recuperada la consciencia, se puso en manos de anestesistas y cirujano. Había pasado lo peor. Se estimaba que la mayor mancha del cuello y la chaquetilla era, en realidad, de sangre del toro, un cinqueño colorado y destartalado que Saúl había esperado a porta gayola para librar una larga afarolada de rodillas.


El toro salió de toriles sin fijeza y, al cobrar el farol, por la mano contraria a la del cite, le pasó rozando las sienes al torero malagueño. Lances en pie a suerte descargada pero de buenos brazos, y un remate a pies juntos en los medios cuando el toro se huía, fueron muy celebrados. La gente estaba con Saúl, que más valiente que temerario pero sin renunciar a su temeridad de siempre, y tan sereno como siempre también, se había ganado el favor de la inmensa mayoría en su primer turno.


El toro de la cogida, 640 kilos, de alzada descomunal, compensaría tamaños a la hora de abrirse los lotes. Ese sexto peleó en el caballo con el cuello y no con los riñones, salió rendido de la primera y casi única vara. Aunque parecía frágil, Saúl abrió faena con cuatro doblones que el toro tomó muy a su aire. Una primera tanda en redondo se saldó con dos enganchones y un desarme: el toro ni cabía en la muleta ni descolgaba sino que remataba viaje echando la cara arriba. Al arranque de la tercera tanda sobrevino la cogida.