"Si observas a tu alrededor, la trama que sale tiene más de negro que de rosa"

El autor catalán presentó ayer en la Feria de Zaragoza su último libro ‘Los amantes de Hiroshima’, con el que cierra una trilogía protagonizada por inspector Héctor Salgado, un mosso de esquadra corriente y moliente que resuelve crímenes "que afectan a gente muy normal".

Con ‘Los amantes de Hiroshima’ se despide de su inspector Héctor Salgado, ¿no lo retomará en el futuro?

Esta tercera novela cierra completamente el misterio que sobrevuela a las tres, la desaparición de la mujer del protagonista, Ruth. A lo mejor sí que lo recupero en un futuro, me apetece, pero también hacer otras cosas.


Cuando escribió la primera historia ‘El verano de los juguetes muertos’ (2011), ¿ya pensó en una trilogía?

La verdad es que no. Cuando estás escribiendo en tu casa y no sabes si lo va a publicar alguien o si va a valer la pena, no piensas en algo así. Después del éxito que tuvo, sí que me planteé una estructura.


Sus criminales son gente corriente, ¿no le atraen los psicópatas?

El tema psicópata me atrae, pero las historias que se me han ocurrido afectan a gente muy normal. Me interesa más el psicópata camuflado que el psicópata desatado. La figura criminal de esta tercera entrega es un psicópata, pero perfectamente adaptado a su espacio y nadie lo sospecha. Me apetece más jugar a la deducción y al crimen más local.


La investigación transcurre en plena efervescencia del 15 - M, ¿casualidad, premeditación?

Que transcurra en la primavera de 2011 viene dado por unos tiempos internos de la historia, por el embarazo de la agente Leire (otro de los personajes principales). No buscaba meter el 15-M con calzador, sino porque me servía muy bien como elemento aglutinador y descriptivo del momento social.


Aborda otros temas, como los bebés robados, las relaciones entre padres e hijos...

Los bebés robados son un empeño personal. Me cuadraba muy bien en la historia de Ruth el hecho de que hubiera un cierto misterio en relación a su origen. Es un tema que me apetecía tratar, porque es uno de esos asuntos que tuvo su ‘boom’ y luego, cuando ya no hay manera de resolver nada, queda completamente oculto y me parece bastante feo. El tema de padres e hijos responde a la búsqueda de la normalidad de mis personajes.


¿Qué va ser lo próximo, seguirá con el género policíaco?

Continuaré con el género policíaco, pero desde otra perspectiva. Van a decir que es novela negra, porque hay asesinatos y tal, pero su ‘leitmotiv’ no es quién ha matado a... La trama se van generando sola, no es una época actual. Me apetecía hacer algo completamente distinto a lo que he hecho hasta ahora.


¿La historia sigue situándola en Barcelona?

Me resulta muy cómodo, es lo que conozco. Me estaba planteando que la siguiente aventura de Héctor, si hago otra, no fuera en Barcelona. Pero esta sí, por una serie de circunstancias históricas y sociales tiene que ser en Barcelona.


Estudió psicología, ¿influye en el tratamiento de sus personajes?

Cuando estudié la carrera, hace 25 años, era bastante difusa. Lo que creo que influye es la curiosidad natural de uno que lo lleva a elegir esa carrera y a preguntarse porqué la gente hace ciertas cosas y qué esconde cuando los vemos paseando por la calle.


¿Sigue de moda la novela negra?

La novela negra se puso de moda con Larsson y eso pasó. La última gran moda fue novela erótica con ‘50 sombras de Grey’, y ahora todo el mundo editorial está pendiente de cuál va ser la siguiente. Lo que pasa es que la novela negra pega para la época de crisis que nos ha tocado vivir. Ahora, observando a tu alrededor, la trama que te sale tiene más que ver con el negro que con el rosa.


¿No le da cierto vértigo dejar en un cajón al personaje al que debe su éxito?

Pienso que no, vuelvo al principio. Me cansan las series larguísimas en las que los personajes son una especie de franquicia. A Héctor lo tengo exprimido. Es bueno alejarte de los personajes para tener cosas nuevas que contar de ellos. A lo mejor lo puedo retomar en 2015, en la Barcelona de Ada Colau...