La cúpula de la iglesia gótica de Tiermas se derrumba y desaparecen los frescos

El templo, Bien de Interés Cultural, estaba en la lista roja de Hispania Nostra.
El pueblo quedó deshabitado por el embalse y es propiedad del Ayuntamiento de Sigüés.

La iglesia, ahora sin cúpula, está llena de maleza.
La iglesia, ahora sin cúpula, está llena de maleza.
laura zamboraín

El paso del tiempo y la dejadez han provocado el derrumbamiento de la cúpula de la iglesia de San Miguel de Tiermas –pueblo deshabitado de la provincia de Zaragoza perteneciente a la comarca de la Jacetania–, un valioso patrimonio cultural gótico del siglo XVI, aunque fue completamente reformada en el XVIII. El templo, al igual que el resto de la población, se encuentra en ruinas, pero mantiene parte de los muros, la torre y hasta hace unos días la cúpula. Conserva su portada gótica y sus frescos corresponderían al estilo neoclásico del siglo XVIII.


Nadie ha hecho nada por evitar que esto ocurriera, a pesar de que está declarada Bien de Interés Cultural y de que se incluyó en la lista roja del patrimonio en peligro de la Asociación Española para la Defensa del Patrimonio Cultural y Natural Hispania Nostra, advirtiendo del hundimiento. Ahora, los restos de la cúpula se suman a los escombros y la maleza que ocupan el interior del templo, donde todavía se pueden observar con total claridad las pinturas de los muros que la sujetaban, estropeadas por grafitis. La torre, por su parte, se encuentra en buen estado, pero gran parte del edificio está derruido parcialmente.


Tiermas se abandonó en el siglo XX debido a la construcción del pantano de Yesa, que lo inundó parcialmente. Las imágenes y los retablos de la iglesia fueron repartidos por las localidades cercanas, pero los frescos que adornaban la cúpula ya son irrecuperables. Para Carlos Morenés, vicepresidente de la Asociación Hispania Nostra, "es vergonzoso que ya en el siglo XXI sigamos perdiendo patrimonio y que los responsables políticos de la cultura hagan oídos sordos a los avisos y llamadas de la sociedad civil y de sus asociaciones que, sin duda, están más pendientes que ellos de salvaguardar el legado en piedra de nuestros antepasados".


Este pueblo es propiedad del Ayuntamiento de Sigüés (Zaragoza), que lo compró en 1983 por unos 22.000 euros tras pasar por las manos de la Confederación Hidrográfica del Ebro y la Diputación de Zaragoza. En poder de este consistorio también están las localidades de Escó y Ruesta, igualmente expropiados y abandonados al construirse el embalse. Precisamente el Ayuntamiento tiene intención de reconstruir Tiermas y hacer un hotel balneario con las aguas termales del que quedó inundado por Yesa. La redacción del proyecto, según apunta el alcalde en funciones, Daniel Salinas, "sigue en marcha", aunque de momento no hay financiación. De hecho, se están realizando obras de mejora en el acceso a esta localidad, que se va a asfaltar en los próximos días, y se ha limpiado gran parte de la maleza que ocultaba el pueblo. El proyecto también plantea la conservación de las casas, la muralla perimetral o la iglesia, que nunca más podrá volver a lucir como antes.


Desgraciadamente este no es el único caso de la desaparición de un importante patrimonio cultural en la Jacetania. Los antiguos vecinos de Cenarbe, pueblo expropiado para la repoblación de montes en el valle de la Garcipollera, ven con temor cómo una gran grieta amenaza la estabilidad de la torre de la iglesia, donde ya se derrumbó uno de sus arcos hace poco más de un año. Pertenece al obispado de Jaca, que no puede hacer frente a la reparación, así que lo vecinos buscan una solución que pasaría por la cesión del templo y la consolidación de las ruinas