El contagio emocional

La experta trabaja en un pequeño estudio, anexo a la cocina, y cuida con cariño los libros dedicados.

Rosa, en su refugio favorito: las aulas, espacio de fábulas.
El contagio emocional
Javier Broto

La biblioteca de Rosa Tabernero "no es una biblioteca", según aclara ella. Es la sala de los libros, en cualquier caso, y contiene las palabras más hermosas y fundamentales del idioma. Pero además en sus estantes adquieren particular relieve las formas y los colores: abundantes libros ilustrados de formatos múltiples, irregulares, grandiosos en muchos casos y rebeldes contra cualquier alineación ordenada. Para trabajar con libros en su casa, Rosa Tabernero se traslada a la cocina. Ahí tiene un despachito que se llena de la luz de la tarde. La cocina proporciona el sentido de lo cotidiano a sus lecturas y trabajos. Les quita solemnidad. Y eso le gusta.


Rosa Tabernero, profesora de Literatura Infantil de la Universidad de Zaragoza en el Campus de Huesca, es una de las referencias más reconocidas en España sobre todo lo que tiene que ver con el libro álbum, nuevo género editorial que ha revolucionado en las últimas décadas la literatura infantil. Ya no vale únicamente la palabra para explicar el mundo; ilustración y texto, palabra e imagen avanzan en apretado impulso para sugerir o apuntar sentidos, para provocar un conflicto emocional y estético tanto en adultos como en niños. Rosa habla con entusiasmo de los clásicos de la literatura infantil, en particular de Alicia en el país de las maravillas, una obra a la que vuelve una y otra vez, "el Quijote de la literatura infantil", dice. En Alicia se encuentran las claves de casi todo, según Rosa Tabernero. A lo largo de los años ha recopilado numerosas versiones del libro, todas encierran un lugar y un momento en su ya largo encuentro con la obra maestra de Lewis Carroll. Con cierta devoción nos enseña, por ejemplo, una rara edición ilustrada por Nicole Claveloux en 1972.


Pero la sonrisa se instala en su rostro de modo definitivo cuando pasa y comenta las páginas de los nuevos clásicos del álbum ilustrado: Maurice Sendak, Anthony Browne, Kitty Crowther… Entre ellos, Rosa Tabernero incide sobre todo en ‘Chiken soup with rice’, de Sendak, en edición de 1962. Entonces uno se convence fácilmente de que el álbum es, en efecto, un espacio artístico excepcional para el lector experto.


En cada página destaca la profesora nuevos matices. La afición al libro se transmite sobre todo por contagio emocional, según los especialistas. Suponemos por ello que a Rosa Tabernero no le resultará complicado convertir a sus alumnos en lectores. Las estanterías están pobladas de ilustraciones, dibujos, pequeñas pinturas dedicadas, que esconden parcialmente los lomos de los libros. Son recuerdos de alumnos, de autores, de ilustradores. Reconoce Rosa que el auge creativo que se vive en Aragón en los últimos años, en lo que a la literatura infantil se refiere, ha animado de manera importante su propio trabajo como investigadora.


De hecho, su ‘Breviario de Literatura Infantil. Leer mirando desde Aragón’ (2007) es todavía el análisis más completo de la producción y difusión de las obras destinadas a niños y adolescentes en Aragón.



Entre los libros de la profesora Tabernero, merece un capítulo aparte el ‘pop-up’, obras que encierran el relieve entre sus páginas, que incluyen la tercera dimensión. Lengüetas y otros resortes hacen que "la vida salga del libro", y en estos casos se trata de "leer con las manos", según dice. De su colección, considera el más valioso ‘Mamá’, de Sendak. Aprecia el libro como obra de arte, como objeto bello y no solo como instrumento de transmisión del saber. Los libros llegan por los ojos y las manos para instalarse luego entre emociones y pensamientos. La sala de los libros, que no biblioteca, de Rosa Tabernero rebosa de posibilidades, de reclamos. Pero, sin duda, el mejor espacio que encuentran estos volúmenes son las propias palabras de la profesora, cuando los nombra, los cuenta o los explica.


Recuerda Rosa Tabernero con cierta nostalgia la primera vez que presentó un libro de literatura infantil. Se trataba de ‘Mi familia’ (2006), de Daniel Nesquens, con ilustraciones de Elisa Arguilé. Decía por entonces que la ilustradora aragonesa merecía por su trabajo en este libro el premio nacional de ilustración. Y no se sabe si por la fuerza de esta premonición, añadida, claro está, a la originalidad de la aportación de Arguilé, o por otras circunstancias, pero lo cierto es que el premio recayó, en efecto, al año siguiente en la artista zaragozana.


Entre los libros dedicados, Rosa menciona enseguida ‘Zaragoza’, de José Luis Cano, donde el pintor dibujó una caricatura de la profesora que roza la perfección en el género. También observamos obras firmadas de Emilio Lledó, Luis García Montero, Daniel Nesquens, Ana Lartitegui, Sergio Lairla, Elisa Arguilé, Titiriteros de Binéfar, Isidro Ferrer, Antón Castro, Javier Hernández, Martin Salisbury, Kitty Crowther, Ana Juan, Javier Sáez Castán etc. Todo un mundo de palabras e imágenes que se hacen vida y pensamiento. Es el mundo que envuelve el día a día de Rosa Tabernero.