El negociador convenció al atrincherado en Figueruelas con llamadas permanentes

El agente logró que saliera de la nave para hablar con el arrendador y que no acabara con su vida.
“Abrimos un canal de conexión y sin interferencias con él para que viera otras alternativas”, relata.

José Luis, negociador de la Guardia Civil, en el gabinete de prensa de la comandancia de Zaragoza, durante la entrevista.
José Luis, negociador de la Guardia Civil, en el gabinete de prensa de la comandancia de Zaragoza, durante la entrevista.
guillermo mestre

El negociador de la Guardia Civil mantuvo un contacto telefónico permanente con el empresario rumano atrincherado en la nave de Figueruelas, desde las 21.00 del martes hasta las 11.46 del miércoles pasado, para convencerlo de que tenía otras alternativas antes de acabar con su vida. José Luis, el negociador y agente de la unidad orgánica de la Policía Judicial de la comandancia de Zaragoza, detalló ayer a HERALDO que llegó a hablar con Ioan Danut una docena de veces a lo largo de la tarde, la noche y la mañana, en las 17 horas que duró el encierro en la nave de la plataforma empresarial Inbisa.


"Siempre establecemos un primer contacto a través de un canal de información que tenga las menores interferencias posibles, como fue en este caso", relata el negociador de la Guardia Civil. "La familia y los amigos nos facilitaron su teléfono y empezamos a escucharle para ver qué le ha pasado para llegar al extremo de querer quitarse la vida", agregó.

Cuatro, en todo Aragón

La Guardia Civil tiene cuatro negociadores en Aragón (dos en Zaragoza, uno en Teruel y otro en Huesca), pero esta figura, que tienen que pasar por la escuela de especialización sobre negociación en situación de crisis, es un ‘plus’ de trabajo para agentes en la unidad que se ocupa de los delitos contra personas.


En el caso de José Luis ya ha vivido tres negociaciones. Estuvo en Ejea de los Caballeros hasta que llegó la Unidad Especial de Intervención (UEI)_con su propio negociador, aunque no pudieron establecer la conexión con el atrincherado porque no tenía móvil y el que se intentó facilitarle tampoco dio resultado. Ayudó en otro caso ocurrido en Ariza, en el que un joven se encerró con su madre y un rehén, y acabó saliendo.


El negociador señala que el empresario rumano no le dijo nada de que tuviera unas bombonas de gas, pero sí le explicó que pensaba suicidarse por la situación que estaba viviendo, entre empresarial y personal. El papel del agente era escucharle y ofrecerle otras salidas para que le siguiera. "Estuvimos toda la tarde, la noche y la mañana hablando con él. Eran conversaciones largas y se les ofrecían alternativas", precisó.


"Nosotros no intentamos convencerles de la situación sino que queremos que se salga del conflicto de manera pacífica", indicó el agente José Luis. "No queríamos una intervención por el riesgo que hay para el atrincherado y para quienes intervienen".


La experiencia próxima del caso de Ejea de los Caballeros, en el que murió José Luis Cerdán, en un intercambio de disparos con los agentes del UEI no era un buen precedente para el caso del empresario de Figueruelas. "Hay que tener en cuenta que en el caso de Ejea provenía de un delito (haber herido al novio de su hija)", indicó el negociador. Luego, un guardia fue herido.


Pero en las primeras conversaciones con Ioan Danut, las impresiones iniciales en la Guardia Civil ya eran favorables a un final feliz porque él quiso transmitir a José Luis que no quería hacer daño a nadie, sino que estaba "desesperado" con su situación personal (separado hace seis meses y a punto de ser desahuciado).


El negociador explica que nunca engaña al atrincherado. Se presentó como un guardia civil designado para esa tarea. Esa proximidad le llevó al empresario a confiar en él, y más cuando le transmitió a las 11.46 que se había suspendido el desalojo tras constatarlo con el abogado representante de Inbisa. "La empresa y él son dos partes que se necesitan. Tienen que hablar entre ellos, pero no los ponemos en contacto", señala. Hasta que no salió (a las 12.05), la negociación no acabó. "Nos conocimos de cara, nos dimos la mano y se disculpó", concluye el negociador, que entró con un chaleco antibalas, como cinco de sus compañeros.