Comercio local con un toque francés

Cinco estudiantes franceses de Formación Profesional han pasado un mes de prácticas en varias tiendas de Zaragoza. El peso que tiene el español en la región y la caída de los negocios pequeños en su país han sido claves para que sus profesores eligieran la capital aragonesa.

Solenne Pérand aprende el oficio junto a María José Navarro, de Josan Equipajes.
Solenne Pérand aprende el oficio junto a María José Navarro, de Josan Equipajes.
JOSÉ MIGUEL MARCO

Castelsarrasin es un pueblo de algo más de 13.000 habitantes situado en la región francesa de Midi-Pyrénées, cuya capital es Toulouse. La presencia española allí es notoria, pues miles de republicanos exiliados acabaron en esta ciudad –próxima a la frontera con nuestro país– tras la Guerra Civil.


Actualmente, alrededor de un 25% de los habitantes de Tolouse son de origen español. El apellido de muchos de los ciudadanos de la región, por tanto, proviene de nuestro país. Este es el caso de Jeremy Passament, un profesor de comercio en el Instituto Jean de Prade de Castelsarrasin, de madre española y que hace dos años, durante un viaje por la capital aragonesa, decidió entrar a una tienda de la calle de Don Jaime I, Josan Equipajes, a proponerle a su dueño, Óscar Sanz, si aceptaría a algunos de los alumnos de su módulo de comercio para que hiciesen prácticas en su negocio. Sanz, que es además el presidente de la Asociación de Comerciantes de Don Jaime I, aceptó con gusto la idea y distribuyó a cinco jóvenes franceses del centro en varios de los negocios locales de la zona, cuyos dueños también los acogieron con agrado.


Los chavales acabaron encantados y la iniciativa tuvo tanto éxito que sus impulsores, el propio Jeremy y otro de los profesores del centro, François Bourdet, consiguieron que el centro aprobase una nueva experiencia de los alumnos del módulo en Zaragoza para el primer semestre de 2015. Estos además cuentan con la beca ‘Erasmus Plus’ para niveles de Formación Profesional, que tiene como fin contribuir al desarrollo de las relaciones comerciales entre los diversos países de la Unión Europea y mejorar las capacidades formativas de los estudiantes permitiéndoles que hagan prácticas más allá de sus fronteras.

La elección no fue casual

De todas formas, la elección de Zaragoza como destino no fue casual: "Nos interesaba que fuese en una ciudad más grande que el pueblo en el que viven ellos, pero no tanto como Madrid o Barcelona. Además, yo conocía Zaragoza y sabía que era una ciudad agradable y que estarían cómodos aquí durante su mes de prácticas", apunta Bourdet, que imparte clases de español en el Jean de Prade.


Las personas que actualmente se forman en el ámbito comercial tienen que afrontar, además de los duros efectos de la crisis, la realidad de un mundo en el que los negocios cada vez están más presentes en franquicias y grandes superficies, en claro detrimento de los pequeños comercios. Estos sobreviven difícilmente en algunos países como España, aunque atraviesan una situación muy delicada, pero en otros como Francia han caído drásticamente en los últimos años hasta quedar muy pocos representantes actualmente. El esfuerzo de muchos pequeños comerciantes hace que en ciudades como Zaragoza aún existan bulevares llenos de tiendas como Gran Vía, la calle Alfonso, el paseo de Sagasta o la propia Don Jaime I. Estas imágenes llamaron mucho la atención de Jeremy y de François cuando visitaron Zaragoza por primera vez y pensaron que sería interesante que sus estudiantes aprendiesen los oficios en negocios pequeños antes que en franquicias o en centros comerciales, pues "además de que nos gusta más el comercio tradicional, las grandes empresas en Francia requieren para esto un montón de permisos y papeleo que nos supone muchos problemas", señala François.


Han sido cinco los jóvenes franceses, de entre 17 y 18 años, que han estado en diversos comercios zaragozanos desde el 9 de marzo hasta el pasado 9 de abril. Solenne Pérand es una de estas alumnas. Ella ha trabajado en Josan Equipajes, la tienda de Óscar Sanz, junto a Morgane Béroumé y ambas han disfrutado de la experiencia: "Me ha gustado mucho trabajar aquí. Hemos aprendido a ordenar, buscar, limpiar y marcar los diferentes objetos de la tienda", apunta Solenne. Aún así, reconocen que aprender el idioma ha sido duro: "Yo vine aquí sin saber mucho español y los clientes hablan muy rápido, por lo que al principio me costó trabajo entenderlos. Pero luego creo que he mejorado y que ya se defenderme en castellano", señala la joven.


Además, es innegable el atractivo componente que tiene para un adolescente el hecho de pasar una temporada en otro país y viviendo de forma independiente: "Me ha encantado vivir en una ciudad como esta, enorme si la comparamos con Castelsarrasin. Nos han gustado mucho la Basílica del Pilar, el campo de fútbol de La Romareda y también las discotecas (risas). Es una ciudad muy bonita", apunta Morgane.


Ambas estudiantes coinciden en que les gustaría volver a Zaragoza al acabar su módulo –previsiblemente en junio– para probar suerte buscando empleo, "porque la cultura y la gente de aquí me parecen muy interesantes", comenta Solenne.

Éxito a todos los niveles

Tanto Jeremy como François están también muy contentos con la experiencia: "Esto les ayuda mucho, aparte de para su formación, para abrirles la mente y que así estén listos para irse de su pueblo si fuese necesario por motivos laborales. Pues el paro allí es importante también", señala Jeremy.


Los profesores indican que prácticas como estas son "fundamentales" para la motivación de los jóvenes, muchos de los cuales no se encuentran "cómodos" en las clases teóricas y les cuesta sacar algunas asignaturas adelante porque "no ven que tengan utilidad". Y la mayoría de ellos solo quieren trabajar. "Por eso estas fases del módulo son tan importantes para nosotros", apunta François, quien también comenta: "Además, hemos notado el cambio de actitud de los chicos si comparamos el momento en el que los dejamos aquí y el actual, porque vemos que han madurado, han crecido profesionalmente y han aprendido cómo se maneja un negocio desde dentro", zanja el docente.


Óscar Sanz también valora positivamente la experiencia: "Las chicas se han adaptado muy bien y con otro mes más yo creo que ya hablarían el idioma sin problemas". "Estas iniciativas están muy bien porque fomentan el comercio entre países y además para los jóvenes de esta edad está genial pasar cuatro semanas fuera de su casa y conocer otro país y otra cultura", explica Sanz. El presidente de la asociación comenta también que "los comerciantes del entorno del Casco se han prestado sin problemas a acoger a los jóvenes porque es una experiencia en la que nos ayudamos todos".


El año que viene esta iniciativa se repetirá y probablemente sean más los franceses que vengan a Zaragoza a aprender diferentes oficios. Eso contribuirá a consolidar los acuerdos de colaboración que la ciudad ya tiene con Tolouse y a fortalecer la imagen de la capital aragonesa como referente del comercio local.