Un castor se asoma al puente de Piedra

?Un ejemplar de este mamífero semiacuático se dejó ver el pasado domingo de día junto al balcón de San Lázaro. La especie fue reintroducida ilegalmente en La Rioja en 2003 y no ha parado de extenderse por toda la ribera.

Para deleite de los zaragozanos que paseaban el pasado domingo junto al balcón de San Lázaro, un ejemplar de castor hizo las veces de Esther Williams nadando con desparpajo y dejándose fotografiar. No fueron muchos los ciudadanos que pudieron ver al roedor en su pequeño momento de gloria, pero sus andanzas han quedado debidamente documentadas por algunos tuiteros como Juan Manuel Molinés  y por el blog SoydeZaragoza, donde incluso se ha colgado un vídeo, que también está disponible en www.heraldo.es.


No es del todo insólito encontrar algún que otro castor en las riberas del Ebro, pero –al ser animales de hábitos nocturnos– sí resulta extraño que se dejen ver en pleno día y tan cerca de zonas urbanas. El castor se ha extendido ya por todo el tramo aragonés del Ebro y también ha remontado algunos afluentes como el Jalón, el Aragón o el Arba, desde que en 2003 un grupo ecologista belga lo reintrodujera ilegalmente en La Rioja. Se trata del roedor semiacuático más grande de Europa (puede llegar a pesar más de 30 kilos) y no ha parado de expandirse pese a los esfuerzos de las administraciones por erradicarlo. La Guardia Civil ya encontró hace unos años un ejemplar junto al puente del Tercer Cinturón –de nuevo en un área habitada– que, probablemente, procediera de una población asentada en la reserva de La Alfranca. También se han detectado ejemplares de castor –fácilmente confundibles con nutrias– en poblaciones como Gallur, Pastriz o El Burgo de Ebro. Según los especialistas, es más sencillo detectar su inconfundible rastro (ramas y cortezas roídas en forma de lapicero) que al propio animal.


El castor devora cortezas, hojas, tallos y otros productos vegetales, y tanto el Gobierno de Aragón como el Ministerio de Medio Ambiente lo consideran una especie invasora que puede dañar el arbolado de las zonas de ribera y modificar los hábitats. Por eso tratan de frenar su avance capturando ejemplares (entre 2009 y 2012 en Aragón se cazaron 26 animales), pero hay grupos conservacionistas, como Voluntarríos, que defienden que, aunque desapareció de la Península hace siglos, el castor es un roedor autóctono que no supone ningún riesgo para el resto de animales ni las plantas.