​Máxima Oliver Royo, pasión por lo cotidiano

Recuerdo de Máxima Oliver Royo, maestra, asesora de la Sección femenina de Falange y autora de un interesante estudio sobre las costumbres sociales del Teruel de su época.

?Máxima Oliver, de píes, junto a sus hermanos
?Máxima Oliver Royo, pasión por lo cotidiano
H.E

Tras concluir Magisterio en 1918 en la Escuela Normal de Maestras de Teruel, Máxima Oliver Royo (Ladruñán, 1898–Madrid, 1982) se marchó a vivir a Madrid con un hermano de su padre. Allí aprobó las oposiciones y obtuvo destino en Añover del Tajo (Toledo). Entre 1925 y 1929 fue alumna de la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio, un centro inaugurado en 1909, destinado, fundamentalmente, a la formación de inspectores y del profesorado de las Escuelas Normales. Fue alumna de Luis de Hoyos, quien la nombró ayudante en el seminario de Etnografía, Folclore y Artes Populares de la Escuela y, más tarde, auxiliar interina en el Museo del Pueblo Español, en cuya organización colaboró desde el primer momento.


Terminada la Guerra Civil, Pilar Primo de Rivera le pidió a Luis de Hoyos que le indicara quién podría asesorar a las ‘cátedras ambulantes’ de Falange. Don Luis se lo propuso a Máxima Oliver y ella aceptó el cargo, aunque no compartía el concepto de etnografía que se defendía en la Sección Femenina a través de los ‘Coros y Danzas’.


En 1968, tras cuarenta y tres años y veintidós días de servicio en la escuela, la mayor parte de ellos como directora, se jubiló siendo maestra en Madrid. 


Entender el mundo desde lo pequeño


En 2009 el Museo Pedagógico de Aragón publicó ‘Pasión por lo cotidiano’, el libro de Lucía Pérez García–Oliver en el que se incluye el imprescindible ensayo ‘Creencias, prácticas, usos y costumbres de la provincia de Teruel’, la memoria que Máxima Oliver presentó en 1929, bajo la dirección de Luis de Hoyos, como trabajo fin de carrera en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio.


Ser hija de maestro y sobrina de dos curas le facilitó la recogida de datos sobre asuntos como los bautizos, las bodas, las fiestas, las cantas, las romerías, las defunciones, la indumentaria, etc., puesto que curas y maestros se convirtieron en sus principales informantes. En esta memoria se recogen muchos datos interesantes de la vida cotidiana en Teruel. Por destacar alguno mencionaré un repertorio de aragonesismos entre los que se incluye ‘esturdecido’, una hermosa palabra que utilizó muchas veces Luis Horno Liria en sus reseñas bibliográficas en HERALDO DE ARAGÓN y que quiere decir aturdido. Durante mucho tiempo José Luis Melero buscó la palabra esturdecido en otros diccionarios y la encontró, finalmente, en el libro sobre esta maestra.