Proponen eliminar el aparcamiento subterráneo

Reducir los costes de urbanización es una de las propuestas para impulsar el desarrollo de este suelo.

Imagen virtual de cómo iba a ser el polígono de las harineras.
Imagen virtual de cómo iba a ser el polígono de las harineras.
Heraldo

El mercado inmobiliario ha empezado a repuntar, pero su evolución está muy lejos de alcanzar el ritmo casi frenético que tuvo hace un década, cuando los pisos se compraban y revendían sobre plano y era fácil hacer números. En las actuales condiciones resulta impensable emprender el desarrollo del polígono de harineras tal y como estaba previsto, sacando de la nada y en pocos años una pequeña ciudad en el centro de Huesca.


Pedro Rubio, abogado de los pequeños propietarios de polígono, está convencido de que el futuro de esta bolsa de suelo debe pasar por una nueva ordenación del espacio: "Tendrá que dividirse en unidades más pequeñas y que, además, sean operativamente independientes del resto a efectos de equipamientos y cargas para evitar las grandes inversiones en infraestructuras generales, por ejemplo, el aparcamiento que en su día se pidió que se hiciera".


Este parquin subterráneo fue un imperativo municipal tras un informe técnico para evitar que las calles de la nueva urbanización se llenaran de coches. El plan urbanístico preveía casi 500 estacionamientos en superficie además de los correspondientes a cada bloque de viviendas y oficinas. Se planteó esta obra para poder soterrar el mayor número posible de vehículos.


El coste de este parquin entraba en los gastos de urbanización, que se verán reducidos si finalmente se desestima. Desde el primer momento ya se dejó fuera otro gran proyecto que estaba vinculado al desarrollo de este polígono. El paso subterráneo entre la avenida de Juan XXIII y la calle Teruel, una conexión necesaria para cerrar el primer cinturón de ronda de Huesca y que favorecería la movilidad dentro del caso urbano. El Ayuntamiento asumió esta carga, que iba incluida en la urbanización, para conseguir que los propietarios del suelo firmaran el acuerdo. También les eximió de la construcción de vivienda de protección.


Todo era poco para lograr que las plusvalías por la venta de los pisos llegasen para pagar las indemnizaciones, la urbanización y los beneficios y, por ello, se otorgó la edificabilidad más alta de la ciudad. Se proyectaron dos torres de 17 pisos, que serían los símbolos del nuevo barrio y de la Huesca más moderna, varios bloques de 15 alturas y otros con nueve plantas. A lo que no se renunció fue al aprovechamiento del 10% del techo edificable que le correspondía, según la ley.


Pero todo aquello ha quedado en nada y, como temían los vecinos, el gran solar de las harineras es hoy un céntrico espacio lleno de maleza donde todavía hay naves en ruinas.