Y al retirarse el río... la devastación

Dos semanas después de la riada, la bajada del nivel del Ebro ha dejado al descubierto daños millonarios en motas, caminos, riegos y parcelas. Los cálculos de la DGA, aún provisionales, elevan a casi 21.000 las hectáreas afectadas.

El vecino de Novillas Javier Lázaro, en lo que hasta hace dos semanas fue un campo de trigo de su hermano
El vecino de Novillas Javier Lázaro, en lo que hasta hace dos semanas fue un campo de trigo de su hermano
Asier Alcorta

"Esto antes era un campo de trigo de mi hermano", cuenta Javier Lázaro consternado. Cuesta imaginárselo. Él señala a su alrededor para recalcar que la finca estaba justo donde se encuentra, pero lo que se ve es una enorme playa de cantos rodados del tamaño de un puño que parece no tener fin y en la que se suceden las montañas de grava y los socavones todavía llenos de agua. Por todos lados, dispersados de forma caótica, se acumulan enormes árboles que fueron arrancados de cuajo y arrastrados violentamente huerta adentro. "Con cada uno de esos troncos se pueden hacer tres remolques de leña, y algunos han aparecido a un kilómetro de donde estaban", destaca este vecino de Novillas.


Lázaro y el campo de su hermano están en una de las ‘zonas cero’ de la riada, uno de los puntos en los que la fuerza incontenible del Ebro se llevó por delante la mota y arrasó todo lo que había detrás cambiando por completo la fisionomía del lugar. Hasta hace dos semanas, en el paraje de El Patarral, en Novillas, había campos de trigo, alfalfa y brócoli. Ahora de aquello apenas quedan algunos tramos de acequia cegados por el barro. Todo lo demás –riegos, caminos, ribazos, parcelas e incluso choperas enteras– ha desaparecido o está enterrado bajo la grava.


"Esto es desolador, un auténtico desastre", musita Alberto Ayesa mientras hace fotos con el móvil. Él y su padre –José, el alcalde– fueron los primeros en darse cuenta de que algo había sucedido en El Patarral. "Fuimos a abrir unas tajaderas con la Zódiac y al cruzar por aquí vimos que algo raro pasaba, que se había abierto un hueco donde antes había árboles –recuerda–. Pero hasta que agua no se retiró el río no pudimos ver la magnitud de la catástrofe".


Tras la histórica riada de diciembre de 1960, varios tramos del Ebro a su paso por Novillas se protegieron con espigones para intentar contener la fuerza de la corriente en caso de nuevas avenidas. Una de esas estructuras de hormigón se colocó a la salida de la curva junto a la que está el paraje de El Patarral, pero esta vez –a diferencia de lo que sucedió en 2003 y 2007– el río la partió en varios bloques como si fuera una tableta de chocolate.


"La culpa es de una isla de sedimentos y vegetación que se ha formado en la otra orilla y que ya tiene 22 hectáreas –denuncia Lázaro–. Si la hubieran limpiado, no habría empujado el agua hacia este lado y las defensas hubieran aguantado". No lo hicieron, y tras destrozar el espigón el Ebro reventó la mota llevándose por delante un tramo de unos 300 metros. Por ese enorme agujero entró el río en la huerta.


"Esto es imposible de arreglar, vale más que la Confederación compre los suelos a sus dueños y que levante una mota nueva dándole este espacio al río", sostiene Ayesa. El de El Patarral es un ejemplo extremo, pero justo al otro lado del Ebro, en el paraje de Cantera, la avenida también ha provocado grandes destrozos.


En esa zona no hay motas, pero el río se salió del cauce y la corriente rompió contra un riego. A pesar de estar entubado, cubierto de tierra y protegido por cañas, la fuerza del agua fue tal que acabó desenterrándolo, desencajando las piezas de hormigón que lo formaban y arrastrándolas por los campos durante decenas e incluso centenares de metros. "Cada cilindro de esos igual pesa mil kilos –calcula Lázaro–. Con los cien millones de euros que han anunciado no tienen ni para el término municipal de Novillas... y seguro que todos los pueblos están igual".


En Gallur, en el paraje de Las Rozas, el Ebro ha abierto un enorme socavón que ha cortado tanto un camino agrícola como la acequia de hormigón que discurre paralela al río. Es solo otro ejemplo de las pérdidas millonarias que la avenida ha dejado en las infraestructuras agrícolas. "Los daños son mucho peores que en 2003, y encima con todas las promesas que nos han hecho la gente se cree que de verdad nos van a compensar al cien por cien... los que nos dedicamos a esto desconfiamos", subraya Lorenzo Nuño, presidente de la cooperativa San Pedro. Nuño recuerda que los destrozos en caminos, riegos y fincas tienen que arreglarse "cuanto antes" para no interferir en la cosecha de verano. "La de invierno ya la damos por perdida, y hay tanto tajo por delante que nos tememos que vaya a ser un año en blanco", lamenta


El Gobierno de Aragón se comprometió a reparar las infraestructuras agrarias a través de la empresa pública Sarga, tarea a la que en el caso de los caminos también se sumará la Diputación de Zaragoza –que esta semana acordó destinar cuatro millones de euros al arreglo de esos y de otros bienes municipales–.


En cuanto a las afecciones agrícolas, el Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente sigue recopilando datos. La última estimación, todavía provisional, eleva la cifra de hectáreas afectadas por la última riada del Ebro hasta casi las 21.000, de las cuales unas 15.000 fueron campos de cultivo. En total, hay unos 2.100 agricultores perjudicados.


Además, la DGA tiene detectadas 169 explotaciones ganaderas que también se han visto afectadas por la avenida: 35 de caballos, 33 de cerdos, 32 de ovejas o corderos, 29 de vacas o terneros, 29 de cabras, 5 de abejas, 2 de pollos, 2 de perros y 1 de patos.Daños agrícolas por municipios


Agricultura también dispone de cálculos provisionales sobre la superficie agrícola dañada en cada municipio. Según esas estadísticas, la capital aragonesa ha sido la más perjudicada con diferencia con casi 2.000 hectáreas anegadas. A continuación se sitúan Gallur con 1.100 y Novillas con 1.000, y después les siguen Quinto (998), Pina (976), Torres de Berrellén (803), Pastriz (665), Villafranca (572), Fuentes (546), Osera (544), Utebo (534) y Sobradiel (529).


Por su parte, Agroseguro ya ha recibido los partes de daños de 6.001 fincas que en total suman 5.138 hectáreas agrícolas con pólizas en vigor, aunque se espera que la cifra final sea bastante mayor. Según sus registros, casi la mitad de la superficie afectada es alfalfa y otro 40%, trigo.