Zaragoza, la tercera ciudad que más llamadas recibió de los secuestradores virtuales

La Policía ha tramitado 162 denuncias en dos meses en 23 provincias y en un 10% las víctimas pagaron a los extorsionadores.
Los agentes localizaron a cuatro cabecillas de la red en una cárcel de Santiago de Chile.

El director general de la Policía, Ignacio Cosidó, compareció ayer ante los medios de comunicación en el complejo policial de Canillas, en Madrid, para confirmar que los autores de las centenares de llamadas recibidas en los dos últimos meses en España comunicando falsos secuestros procedían de una cárcel de Chile. Como adelantó HERALDO, la investigación partió de la Jefatura Superior de Policía de Aragón y fue impulsada por el Juzgado de Instrucción número 5 de Zaragoza, que libró la comisión rogatoria a las autoridades judiciales chilenas para que actuaran contra los extorsionadores. Posteriormente, se hizo cargo del caso la sección de Secuestros y Extorsiones de la Comisaría General, que el 24 de febrero alertó sobre esta peligrosa modalidad de estafa.


Desde entonces, la Policía ha recibido 162 denuncias en 23 provincias, aunque la mayoría, 75, se presentaron en la Comunidad de Madrid, por delante de Málaga, con 35, seguidas de Zaragoza (con 15)y Sevilla. Solo en un 10% de ellas, 14 denuncias, las víctimas, en su mayoría mayores, pagaron una cantidad de dinero que en total ascendió a 10.650 euros. Según informó Ignacio Cosidó, todos los integrantes de esta trama ya han sido localizados y ninguno de ellos tiene vinculación con alguien de España. Es más que probable que cuando la investigación avance –en función de lo que hagan las autoridades chilenas– el juzgado de Zaragoza se inhiba a favor de la Audiencia Nacional ante el número de provincias afectadas por la actividad delictiva del grupo criminal.


El inspector jefe de la sección de Secuestros, Alberto Carba, que compareció junto a Cosidó, relató que quienes hacían las llamadas desde una prisión de Santiago de Chile eran al menos cuatro presos, los cabecillas de la red, mientras que otras quince personas, en su mayoría familiares o vecinos de los internos, se encargaban de cobrar el pago de los supuestos rescates.

Llamadas aleatorias

Los responsables policiales explicaron que, al principio, estos secuestradores virtuales se tomaban su tiempo para seleccionar a su víctimas y que extraían información de las redes sociales para luego utilizarla y poder intimidar mejor a sus víctimas. Pero luego se dieron cuenta de que les era más rentable hacer llamadas aleatorias e ir sacando la información a los extorsionados aprovechándose de su miedo. Los estafadores se decantaron por la utilización de un número masivo de teléfonos, prefiriendo los fijos a los móviles y así de paso minimizar gastos. Una vez que una llamada producía resultados para los delincuentes continuaban telefoneando a los números sucesivos. Este extremo explica que numerosas víctimas se concentren en los mismos barrios o localidades.


Para darle más credibilidad a las amenazas, los delincuentes, con marcado acento sudamericano, además de identificarse como miembros de bandas criminales, llegan incluso a imitar la voz de los presuntos familiares secuestrados, imitaciones que duran apenas segundos para evitar que la víctimas, que entran en pánico por las amenazas recibidas, descubran el engaño. También recurren a efectos sonoros para despertar terror en los interlocutores. De esta forma, conducen a sus víctimas a un bloqueo que les impide comprobar la veracidad de la amenaza, a no hacer preguntas para las que los secuestradores no tienen respuestas, a no avisar a la Policía y a pagar cuanto antes

Pulieron el método

Aún así, el desconocimiento previo de las víctimas potenciales propició que, en ocasiones, erraran en su intento de extorsión ya que el interlocutor no tenía hijos. Por esa razón, fueron puliendo su método y empezaron a utilizar una expresión más general como: "Tenemos a un familiar suyo secuestrado... tú ya sabes quién". En el momento en el que la persona al otro lado del teléfono acertaba a decir un nombre, empezaba la extorsión: "Sí, a ese, le tenemos secuestrado". Después, lograba que la víctima, inconscientemente, le fuera facilitando más información que el estafador maneja con habilidad para amedrentarla.


En sus primeras llamadas esta trama pedía 200 euros a cambio de la liberación, pero descubrieron que esa cantidad no era del todo creíble y les colgaban el teléfono. Por ello subieron el precio y llegaron a pedir 20.000 euros de inicio, aunque posteriormente, conforme se desarrollaba la extorsión y se comportaba la víctima, bajaban su pretensión.


Fuentes de la investigación explicaron a Europa Press que en ocasiones simulaban incluso falsos seguimientos. Lo hacían preguntando a sus víctimas por el lugar exacto en el que se encontraban y posteriormente acudían a Google Maps para decirle lugares cercanos y hacerle creer que estaban en la zona.

Aunque sus objetivos eran elegidos de modo aleatorio y principalmente en ciudades, el perfil de la víctima que sí ha ingresado el rescate solicitado responde al de una persona de avanzada edad y no habituada a relacionarse en redes sociales ni entornos virtuales, según las mismas fuentes.


Desde que en febrero la Policía hiciera público que detrás de estas llamadas se escondía una estafa, las denuncias aumentaron -en marzo recibió una media de quince diarias, y no han comenzado a descender de forma acusada hasta que dos agentes de la Sección de Secuestros viajaron a Chile para tomar declaración a los presos implicados.


Pese a que el caso está prácticamente resuelto, la Policía avisa de que esta red puede seguir operando, por lo aconseja a todos los ciudadanos que ante cualquier llamada que le hable de un secuestro recele y, por supuesto, lo comunique a las fuerzas de seguridad. También advierte de la posibilidad de que otras personas relacionadas con la trama continúen con esta modalidad delictiva. Por ello, insisten en una serie de consejos que pasan por desconfiar de este tipo de llamadas y contactar de inmediato con la Policía.