El programa pionero de Aragón para niños con altas capacidades llega ya a 39 colegios e institutos

Los superdotados en estas aulas son minoría y sobre todo acuden
a ellas alumnos con buenas notas, pero una inteligencia normal. El cociente intelectual ha perdido valor y ahora se mide el potencia.

Que el término superdotado se haya sustituido en la escuela por el de ‘alumno de altas capacidades’ no responde solo a un intento eufemístico para evitar que estos chavales puedan ser señalados por el resto de la clase; sino, sobre todo, a que las últimas investigaciones han cambiado por completo el concepto de superdotado. Hasta finales del siglo pasado, a los niños se les diagnosticaba como tales solo con que superaran los 130 puntos en el test que mide el cociente intelectual (CI). Pero ahora se ha demostrado que los resultados que consigue un alumno en esta prueba pueden variar bastante con el paso de los años, ya sea para mejor o para peor, "por lo que es un test que se ha quedado desdibujado", explica Coral Elizondo, directora del Centro Aragonés para la Educación Inclusiva (Carei).


La prueba está en que un mismo niño puede sacar a una edad temprana un 135 de CI y, un par de años después, una calificación también alta, pero por debajo de los 130. Por lo que ese chaval, antes superdotado, habría dejado de serlo. Esto hizo que varios expertos se pusieran a investigar y llegaran a la conclusión de que "todo el talento que no se desarrolla, se pierde", apunta Elizondo, quien añade que esto ha provocado "que el paradigma de la inteligencia se haya cambiado por el de la medición de las capacidades". Es decir, del potencial que tiene un niño.


Por ello, además del test de CI, ahora los orientadores hacen pruebas de creatividad y de motivación a los alumnos para poder diagnosticar con certeza si son superdotados. Es en este contexto donde se enmarca el programa de desarrollo de capacidades que el Departamento de Educación creó en 2007 y que, en su momento –y aún hoy–, es pionero en España porque aplica este nuevo concepto del superdotado y porque, a diferencia de otras comunidades, se cursa durante el horario escolar.


A sus clases no acuden solo diagnosticados, de hecho, son minoría. Por ejemplo, en el colegio Puerta de Sancho de Zaragoza, solo dos de los 50 alumnos de primaria que van a esta aulas están diagnosticados. Los demás son niños que están sacando muy buenas notas –aunque tengan, en principio, una inteligencia normal–; aquellos que destacan muchísimo en un par de materias mientras que en las demás van normal (a estos se les llama talentosos); y otros que están sacando notas raspadillas –o incluso malas–, pero a los que el tutor les ha detectado algún tipo de potencial. Esto último es muy importante porque hay alumnos con altas capacidades que intentan ocultarse por vergüenza.Catalizar sus talentos


Este programa, que este curso llega ya a 39 colegios, está basado precisamente en la idea de que "todo el talento que no se desarrolla, se pierde", por lo que se intenta que la clase actúe como catalizadora de sus talentos. Para ello, los niños hacen ejercicios que desarrollan su creatividad, su autonomía y también el trabajo en equipo. "En realidad, lo que se hace es aplicar las nuevas metodologías de enseñanza. Es decir, hacer las cosas en grupo en vez de que el profesor le transmita al alumno conocimientos de forma pasiva".


María Reyes Morós y Pilar Latorre son las profesoras que se ocupan de esta aula en el Puerta de Sancho, uno de los cuatro colegios que inauguraron este programa en el 2007-2008. Explican que la selección de estos alumnos parte de una propuesta del tutor u otro docente, que luego se reúne con un grupo de profesores para valorar si realmente el niño se beneficiaría del programa. Si es así, se le pasa la propuesta a los padres, que son quienes lo decidirán en última instancia (suelen decir que sí). Además, hay una reunión cada trimestre para valorar su evolución, de forma que si se ve que se les queda grande, abandonan el aula.


Los niños escogidos acuden una mañana a la semana a este taller (se organizan por edades). Y allí dividen el trabajo en dos fases: "La primera hora se dedica a una actividad que desarrolle alguna inteligencia, como matemáticas, razonamiento, habilidades sociales (a veces hacemos dramaticiones de escenas cotidianas...) Y el resto del tiempo, trabajan en un proyecto", explican las profesoras.


El colegio escoge cada año un proyecto general (esta vez toca la Unión Europea) y, a partir de ahí, se tratan temas como monumentos, multiculturalidad, animales en extinción... Además, el programa está basado en la educación inclusiva, de forma que todo lo que ocurre en esta aula revierte en el resto del colegio y, de hecho, estas dos profesoras van por la tarde a clases normales para que el resto de alumnos formen parten intrínseca del proyecto anual.