Dormir como un niño

Dicen los expertos que tardamos tres semanas en adaptarnos al cambio de hora de primavera y en que el sueño reorganice el ingente trabajo que realiza.

Aristóteles decía que el día había que distribuirlo en tres fases de ocho horas para trabajar, descansar y dormir, sin embargo, sus teorías chocan con la realidad del propio ser humano: dormir es una cifra estadística y cada persona necesita un tiempo distinto al resto, porque cada cual tenemos unas necesidades de sueño diferentes. Francisco Abad, jefe de servicio de Neurofisiología del Hospital Clínico y antiguo profesor de Medicina del Sueño en la Facultad de Medicina de Zaragoza, explica que mientras dormimos todo nuestro organismo trabaja y realiza tantas cosas y tan necesarias (se reorganiza el cuerpo) que privar del sueño a alguien de manera prolongada es mortal. Pero también es muy perjudicial alterar los horarios del descanso (como los que trabajan a turnos), o el cambio de horario de primavera e invierno.


Las horas de sueño se computan a lo largo de todo el día y cuando se completa uno se despierta irremediablemente. Por ello, si dormimos más de una cabezada después de comer... es tiempo que restamos al sueño de la noche. La clave está en conocer cómo es y adaptar nuestra vida a él. Porque hay quien necesita apenas 5 horas y quien 10 para restaurar el organismo y por más que se empeñe en seguir durmiendo será imposible. Con los años, además, se necesitan menos horas. Erróneamente se cree que despertarse de madrugada significa dormir mal, cuando (si no hay elementos que distorsionen, como un enfermo, un ruido fuerte) nuestro organismo lo hace porque ya ha hecho todo lo que tenía que hacer y suele coincidir con la madrugada, cuando el aumento del cortisón nos va despertando.


Para dormir bien hay mantener una buena higiene del sueño, como no cenar mucho, no beber en exceso, llegar tranquilo, no alterado por haber estado sometido a presiones externas, como música fuerte, una película de tensión... para dejar trabajar al organismo. Si no lo hace, provoca una larga lista de alteraciones que van desde la irritabilidad a trastornos metabólicos, que en casos severos generar psicosis, diabetes... Porque el sueño fija la memoria, todo lo vivido y sentido a lo largo del día y requilibra físicamente el organismo.


Me engordo y me irrito


Dormir mal provoca sueño y hambre a deshoras porque se desestabiliza todo el sistema endocrino y nos hace comer cumpulsivamente. Genera irritabilidad y escalofríos o calor a destiempo porque durante la noche no se ha producido la termorregulación de nuestro cuerpo. Cuando dormimos no solo lo hace nuestro cerebro, sino todo nuestro organismo y perdemos la percepción del tiempo y el espacio y se distorsionan los sentimientos, por ello nos agobiamos ante situaciones que magnificamos y pueden generarnos ansiedad y desvelarnos.... Si dormimos a deshoras restamos tiempo al sueño de la noche; por ejemplo, si vemos al televisión a oscuras se produce una secreción adicional de melatonina, que es un inductor del sueño. Automedicarse es muy perjudicial porque hay fármacos con los que duermes toda la noche pero eliminan el sueño más profundo y casi la fase REM, por lo tanto todas las funciones cognitivas superiores.