Paco Umbral, joven, inédito y maldito

Planeta recupera el ‘Diario de un sonámbulo’ del escritor: más de 200 charlas desde Radio León.

Retrato de madurez de Paco Umbral, cuya vida y obra ofrecen revelaciones inesperadas.
Paco Umbral, joven, inédito y maldito
Barrenechea/EFE

Como bien se sabe, Francisco Umbral (Madrid, 1932-2007) fue un escritor prolífico, tenaz y rápido como pocos. Ya consagrado, presumía de escribir su artículo diario en no más de un cuarto de hora. Pero si liquidaba pronto un artículo era para pensar en el siguiente o en sus reportajes y libros, porque escribió frenéticamente durante la mayor parte de su vida. Y desde muy pronto lo publicaba todo. De hecho, editorial Planeta asegura en la solapa de este ‘Diario de un noctámbulo’ que se trata de la única obra del autor que seguía inédita.


El ‘Diario de un sonámbulo’ que se publica ahora recoge más de doscientas comparecencias de Umbral en Radio León, fechadas entre 1958 y 1961, inmediatamente antes por lo tanto de que el joven periodista intentara la conquista de Madrid. Calculan quienes se han ocupado de este periodo que el futuro escritor llegó a leer en esta emisora alrededor de ochocientos textos. Los aquí reunidos, todos breves y muy cuidados, ofrecen ya una apreciable carga personal en los juicios, observaciones o gustos literarios. Poco antes, Francisco Umbral había publicado en dos revistas leonesas, ‘Proa’ y ‘Arco’ (1954-1956) o había iniciado su colaboración en ‘El Norte de Castilla’ (1957), al amparo de Miguel Delibes. No era, por lo tanto, un completo desconocido pero estaba aún lejos del escritor que lograría ser. Su primer libro, ‘Larra. Anatomía de un dandy’ no saldría hasta 1965.


Origen de un prosista


Sorprendemos, pues, en estas páginas los tanteos iniciales del autor en el camino de lograr la voz propia que se forjó más tarde. Y este es posiblemente el mayor atractivo del libro, que nos permita adentrarnos en las premisas de partida del que luego sería excepcional prosista. En la primera serie del libro, titulada ‘Buenas noches’, Umbral fomentaba la aproximación intimista al oyente a propósito de seres anónimos -aguador, carpintero, cobarde, colegial, colegiala, detective enfermo, fracasado, gestante, librero, modisto, romántico, seductor, etc., eran sus interlocutores en primera instancia-, personajes que encarnaban estados de ánimo, disposiciones espirituales que recreaba el autor a fuerza de lirismo y de una prosa exacta y matizada. Un amistoso tono confidencial, una clara confianza de fondo ante la vida, el optimismo poco contenido propio de los años jóvenes, una posición ni arisca ni entregada frente a las circunstancias que imponía el franquismo son los ingredientes con que comparecía cada noche el joven locutor. Otras veces, apelaba en su escrito a los meses del año, al miedo, el amor, la soledad, la juventud, la tristeza, etc., o citaba y evocaba a poetas de relevancia, particularmente a Juan Ramón Jiménez, a quien le dedicó varias intervenciones, una de ellas a propósito de su muerte: “Buenas noches, Poeta, presencia humana de una divinidad ascendida, imagen esencial que hoy se nos borra, buenas noches…”.


Por aquel entonces Francisco Umbral hablaba ya con familiaridad de Antonio Machado, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Pedro Salinas, o se mostraba gran conocedor de José Hierro. Hay, por otra parte, textos que desvelan tempranamente el magisterio literario de sus maestros en el periodismo o la narrativa -César González Ruano, Miguel Delibes, Camilo José Cela-. Y tienen además estos breves escritos mucho de crónica sentimental de un tiempo difícil, a los veinte años del final de la guerra civil, pero sin que el Régimen salido de la contienda diera síntomas de debilidad.


Francisco Umbral atendía sobre todo a los indicios culturales e incluso folclóricos de su tiempo, pero en alguna ocasión se hacía eco del sentido del 18 de julio en la España del momento o de la relevancia de El Valle de los Caídos. Tampoco eludió los debates religiosos de la época y en estos casos se puso de lado del catolicismo progresista que defendía su buen amigo, José Luis Martín Descalzo. Aleccionadora, con todo, la personal inmersión que nos propone Umbral en aquel país de finales de los cincuenta, no tan cerrado en sí mismo como a veces se ha dicho. Este libro se complementa con ‘El tiempo reversible’, que publica Círculo de Tiza, en edición del poeta y periodista Antonio Lucas, que contiene una selección de sus columnas periodísticas desde los inicios de la Transición hasta su muerte.