Carbono vs Silicio, la batalla por la vida

¿Tiene algo que ver el ‘hola’ que escribe Whatsapp por usted con la destrucción de la humanidad? La inteligencia artificial se abre camino, pero hay quien ve en ello un cariz amenazante, al ser la evolución biológica más lenta que la tecnológica. ¿Exageran? En cualquier caso, queda abierto un apasionante campo para la reflexión sobre nuestro futuro.

La evolución tecnológica es vertiginosa, comparada con la lentitud de la evolución biológica.
La evolución tecnológica es vertiginosa, comparada con la lentitud de la evolución biológica.

Máquinas que piensan por usted.

El pasado diciembre, el popular físico Stephen Hawking advirtió de que el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) podría significar el fin de la humanidad. Curiosamente, el comentario vino a colación de una pregunta sobre el nuevo software de Intel que el propio científico utiliza para comunicarse con su famosa voz robótica. Esta tecnología aprende las preferencias y hábitos lingüísticos del usuario y sugiere las palabras que podría querer utilizar, dando la sensación de que sabe lo que uno piensa. En realidad, la podemos encontrar implementada en nuestro teléfono móvil, en forma de aplicación de teclado inteligente, que nos hace una propuesta de vocabulario para que utilicemos cuando escribimos un mensaje.


¿Reemplazados?

Partiendo de algo tan primario, la idea de Hawking es que la inteligencia artificial podría llegar a despegar por sí sola y lograr que las máquinas se rediseñen a un ritmo cada vez mayor. En sus propias palabras, si así fuera, "los seres humanos, que están limitados por una evolución biológica lenta, no podrían competir y serían reemplazados". Algunos medios de comunicación presentaron esta idea como una afirmación rotunda, cuando lo cierto es que la declaración original, debidamente traducida del inglés, es condicional y hace referencia a la llamada inteligencia artificial fuerte, una especulación filosófica que predice un sistema inteligente que tiene conciencia de sí mismo. Primero, habría que determinar la ‘naturaleza’ de este ente y, después, plantearse cuestiones acerca de sus intenciones.


Desde otra óptica, el eminente astrofísico británico Sir Martin Rees piensa que la biotecnología y la cibertecnología "tendrán un lado oscuro. En nuestro mundo interconectado, las nuevas tecnologías pueden impulsar a un fanático que diseña virus de computadoras a desatar algún tipo de desastre", augura. Incluso es posible que tal desastre suceda debido a un error humano y que el resultado pueda tener graves consecuencias globales.


No obstante, defiende que debemos aceptar los riesgos si queremos disfrutar de los beneficios de la ciencia. En su libro ‘Nuestra hora final’ (Crítica, 2004), una obra cuyo título lucía entre interrogantes hasta que sus editores los eliminaron, habla de los ‘post humanos’ como próximo paso evolutivo, una mezcla entre máquinas y criaturas orgánicas diseñadas genéticamente. "El espacio no es apto para los humanos –explica– y, si queremos conquistarlo y viajar a las estrellas, tendremos que adaptarnos nosotros a él".


La idea clave de Rees es que vivimos en un siglo muy, muy especial. El primero en el que los humanos se pueden modificar tanto a sí mismos como a su propio planeta. "Lo que ocurra en este único y crucial siglo resonará en el remoto futuro y quizá más allá de la tierra como la conocemos", advierte. Un mundo con 50 millones de siglos por delante y que no debemos poner en peligro por no prevenir las consecuencias del desarrollo científico y tecnológico.


Riesgos y beneficios

Ambos científicos, Hawking y Rees, han firmado recientemente, junto a 800 académicos de prestigio, una carta abierta asociada a una investigación en la que se analizan los problemas potenciales que puede acarrear el desarrollo de la inteligencia artificial, disciplina en la que se ven envueltas la toma de decisiones y la inferencia para la deducción de consecuencias. El documento, lejos de ser el manuscrito alarmista que han vendido diversos medios, se centra en investigar cómo aprovechar los beneficios que brinda la IA y evitar sus peligros potenciales, siempre bajo una premisa en favor del avance del conocimiento científico.


La carta se ha lanzado a través de la plataforma Future of Life (El futuro de la vida, futureoflife.org/), una asociación que defiende el desarrollo de la inteligencia artificial de forma responsable, potenciando los usos benéficos para la sociedad y evitando que pueda avanzar, por ejemplo, en campos militares. Pero, como suele pasar en estos temas tan delicados, el lema que decora su website puede dar lugar a malinterpretaciones, despertar la alarma social e incluso favorecer ideas ‘conspiranoicas’. Dice así: "La tecnología le ha brindado a la vida una oportunidad para florecer como nunca antes lo ha hecho… o para autodestruirse".


Otras iniciativas similares, como el Centre for Study of Existential Risk (Centro para el Estudio de Riesgo Existencial) –cuyo nombre parece cuidadosamente extraído de una novela de ciencia ficción–, también se dedican al estudio de los riesgos de extinción humana que puedan surgir de los avances tecnológicos. Y su objetivo, de nuevo, se enfoca en aprovechar nuestro poder tecnológico con un conocimiento de causa responsable.


Del smartphone a la destrucción de la humanidad


La enorme disponibilidad de datos –fenómeno acuñado como big data– en la sociedad actual, junto a la capacidad de procesamiento de los superordenadores, han impulsado notables avances. El smartphone que guarda en el bolsillo puede identificar su voz, Facebook reconoce su cara en las fotografías que cuelgan sus amigos y su coche es capaz de conducir por usted.


Esta realidad se da gracias a la adopción de representaciones probabilísticas de todos esos datos y a la integración de métodos de aprendizaje estadísticos que, como destacaban Hawking y Rees, también pueden dar lugar a problemas. Un ejemplo conflictivo clásico puede ser la orden de acabar con la gripe sin que el sistema inteligente lo resuelva matando a todos los enfermos; o bien que la petición de mantener a un grupo de personas felices y relajadas se lleve a cabo a través de un suministro de cannabis.


En cualquier caso, parece que hay un buen salto desde el ‘hola’ que escribe Whatsapp por usted hasta la destrucción de la humanidad.