Francisco Fuertes, el hombre que pintó el altiplano turolense

El Museo de Teruel muestra un centenar de obras, la mayoría inéditas, de este artista que inmortalizó carrascas, rocas y paisajes.

Francisco Fuertes (Singra, 1946-Barcelona, 1994) entregó su vida al arte, pero sus obras, aunque de gran calidad, apenas tuvieron difusión y él murió siendo un gran desconocido. Desde ayer y hasta el 19 de abril, una exposición en el Museo de Teruel trata de descubrir al público el talento creador de este hombre, a la vez que colocar su labor en el sitio que merece.


Fuertes pasó su infancia en la localidad turolense de Singra y allí interiorizó para siempre las carrascas, las rocas y los campos de labor que forman el paisaje del altiplano y que representaría en sus cuadros durante toda su vida. Trabajó en los años 60 en Zaragoza, en una época muy exitosa en la que obtuvo premios cada vez que exponía con otros artistas del momento. Pero de forma individual expuso muy poco, tan solo dos veces a lo largo de su trayectoria. La marcha a Barcelona en los años 70 en busca de nuevas oportunidades creativas le privó del reconocimiento aragonés, como explicó ayer el director del Museo de Teruel, Jaime Vicente.


El artista de Singra pintaba para liberarse de sus dudas y de sus estados de ánimo. El comisario de la exposición, Ernesto Utrillas, afirmó que los cuadros que pueden verse en el museo turolense forman parte del diario íntimo y personal de Francisco Fuertes. Aunque sus obras son de estilo naturalista, son fruto de un proceso de abstracción.Camarero los fines de semana


Su biografía habla de un pintor que vivió por y para el arte. De niño, pasaba horas escondido por los rincones de su casa de Singra dibujando. Llegó a cambiar su trabajo estable como profesor de dibujo en un instituto por el de camarero de fin de semana para poder contar con más tiempo para pintar. Murió a los 48 años de edad en un piso del casco antiguo de Barcelona, en unas condiciones duras, pues todo lo que ganaba lo destinaba a la compra de material.


A su muerte, sus sobrinos guardaron toda su obra –inspirada siempre en el altiplano turolense– en la casa familiar de Singra, primero, y en Torrelacárcel, después. En los últimos años han intentado difundir la labor de su tío y quizá ahora ha llegado la mejor oportunidad. "Queremos dar a conocer su trabajo y que la gente lo disfrute", manifestó ayer Ana Lozano, su sobrina.