El precio de pilotar

Contar con un ‘benefactor’ familiar o externo es sinónimo de saltarse pruebas y exigencias que otros sí deben afrontar.

Nasser Al-Attiyah, ganador del Dakar en 2011, y primo del Emir de Qatar.
El precio de pilotar
Efe

El que tiene padrino se bautiza. El refranero atina una vez más con este adagio. Al menos en lo referente al mundo del motor de alta competición. En numerosas ocasiones, el talento no es el factor fundamental en la toma de decisiones. Lamentablemente, la solvencia económica suele erigirse en la llave maestra que abre todas las puertas y facilita un atajo para habitar en la élite.


Contar con un ‘benefactor’ familiar o externo es sinónimo de saltarse pruebas y exigencias que otros sí deben afrontar. El resultado es que prometedores pilotos se quedan en la cuneta junto a sus estériles méritos, mientras que otros menos dotados transitan por la cima.


Esta semana ha saltado a la primera plana de la actualidad Giedo van der Garde, a quien el equipo Sauber de Fórmula 1 deberá indemnizar con 15 millones de euros para que renuncie al puesto que por contrato le corresponde en la temporada que arrancó el pasado domingo en Melbourne. El holandés, de 29 años, jamás descolló en los campeonatos de formación, como la Fórmula Renault o el GP2. Sin embargo, en 2013 disputó 19 Grandes Premios al volante de un Caterham y esta campaña debía hacer lo propio con Sauber. La principal razón debe buscarse en la identidad de su suegro, Marcel Boekhoorn, cuya fortuna está estimada en 1.400 millones de euros. Maneja un emporio empresarial en el que reluce la firma de moda McGregor. No es casual que la mayoría de monoplazas que ha conducido Van der Garde a lo largo de los últimos ocho años lleven incrustado el logo de esta compañía. Boekhoorn se ha volcado en promocionar la carrera del marido de su hija. Su dinero no ha podido comprar triunfos, pero sí unas experiencias exclusivas.


Quien sí ha aunado competición con victorias es Nasser Al-Attiyah, integrante de la realeza catarí. Primo directo del Emir de Qatar, el jeque Hamad bin Jalifa al Thani (su riqueza supera los 2.400 millones de euros), en su palmarés figuran una medalla de bronce en tiro deportivo en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y, sobre todo, el Dakar de 2011.


Su aval monetario le ha situado al volante de los vehículos más potentes, como Volkswagen o Mini, y se ha visto favorecido por las órdenes de equipo, como bien pueden atestiguar compañeros como Nani Roma o Carlos Sainz.