La alegría de vivir de los 80

Segunda entrega de la colección ‘Circa XX’ de Pilar Citoler en el IACC.

Uno de los escasos cuadros de artistas aragoneses de la muestra: esta pieza de José Manuel Broto.
La alegría de vivir de los 80
J. M.Marco

La década de los 80 es una época de entusiasmo y no faltan motivos para calificarla como de alegría de vivir o del entusiasmo porque se asienta en España un tiempo de recuperación democrática a la que no fue ajeno el mundo del arte y la cultura. España experimenta que tras un intento de golpe de estado en 1981, gana las elecciones en 1982 un partido de izquierdas, se moderniza el país y pronto la sociedad entra a formar parte de los organismos internacionales como la OTAN y la Unión Europea.


El arte, dice Dolores Durán, pasó a ser un indicador democrático, un síntoma de la España democrática que ganaba a pasos agigantados el retraso impuesto por la dictadura. Varios son los síntomas de este cambio que quizás podría simbolizarse en el regreso del ‘Guernica’ en 1981 que fue celebrado “como la llegada del último exiliado, el fin de la transición política.


El arte también tiene sus propios símbolos en la transición: las ideas de ‘Nueva generación’ de finales de los años 60 como el rechazo de la "rebelión", la tendencia a la democratización, la autodisciplina; los Encuentros de Pamplona de 1972, la Bienal de Venecia de 1976, el curso de verano de 1977 en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y las exposiciones que configuraron el arte de los 80 como la que tuvo lugar en la Galería Juana Mordó, Madrid DF de 1980 y ‘Nuevas Figuraciones’ de 1981 en la Caixa de Pensiones de Madrid. Si todos estos y otros acontecimientos fueron importantes en el arte no quiere decir que todos los artistas fueran unánimes en los planteamientos, pero sí podemos decir que estos se fueron imponiendo.


Los focos artísticos fueron principalmente Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y una relación de artistas provenientes de otras poblaciones como Zaragoza. El entusiasmo se puede extender al impulso de centros como el Reina Sofía y el Thissen Bornemisza de Madrid, otros centros como el Museo del Prado se modernizaron y renovaron, se fueron creando centros de arte en diversas comunidades, el IVAM de Valencia, el Patio Herreriano de Valladolid, el MACBA de Barcelona, el Pablo Serrano de Zaragoza y tantos otros. A esa modernidad se unió la Feria de ARCO.


En este mundo intensamente resumido se ha llevado a cabo el coleccionismo de arte contemporáneo que, en este caso simboliza Pilar Citoler, que siendo una profesional universitaria dedicada a la estomatología, adquirió su primer cuadro en la Galería Juana Mordó de Madrid en 1972. Desde entonces Pilar Citoler ha ido configurando una colección de arte, reflejo de su tiempo tanto de artistas españoles como extranjeros. Esta colección, de 1400 obras, fue adquirida por el Gobierno de Aragón recientemente.


Esta exposición recorre las obras de 44 artistas españoles que destacaron o? irrumpieron con fuerza en el mundo del arte hacia esa década referida pero también se exhiben obras de Georg Baselitz, de Enzo Cuchi y Sandro Chia, en representación de la trasvanguardia italiana. Una crítica de una exposición colectiva, como es ésta, requiere un tratamiento poco, a no detallado ser que se quiera relatar el contenido que aporta poco.


El arte de los 80 rompió con tendencias radicales como el conceptualismo y se centró y volvió a la narratividad. A esta orientación responden las obras de Pérez Villalta, pero también las de Carlos Franco, Chema Cobo, que están representados en la muestra con sus narraciones, sus relatos, sus parábolas o sus mitos, muchas veces en un ambiente de cotidianidad. Alfonso Albacete, Miguel Ángel Campano tienen otra complejidad, quizás más próximos a la luminosidad de Ráfols Casamada. Luis Gordillo quizás sea uno de los más influyentes en la narración figurativa madrileña y su primera exposición en la Galería Theo de 1981 quizás sea premonitoria de su trayectoria posterior con figuras deformes, colores ácidos, con ironía en los temas. Hallamos también a componentes del grupo ‘Trama’ de Barcelona y ahí sobresale José Manuel Broto, vinculado a la corriente pintura-pintura y a estructuras coloristas en las que el espectador puede intuir figuraciones dentro de la abstracción. También vemos obra de García Sevilla que mantiene rasgos de sus primeras vivencias conceptuales, Frederic Amat y un largo etcétera ayudan a comprender el arte de una época de gran impulso artístico.