Poemas de un narrador

Juan Bonilla (Jerez, 1966) reune su obra en un tomo titulado ‘Hecho en falta’ (Visor, 2014).

Viajo en un tren de Alta Velocidad. Hay varios ejecutivos en mi vagón. Y también una modelo de alta costura. Johnny Deep se ha retirado para desintoxicarse. Yo me desintoxico leyendo poesía.

Ungaretti afirmaba que solo escriben poemas los que tienen una sed de inocencia insaciada. Ungaretti no se preguntaba por lo que llevan los ejecutivos en sus maletines. Yo sí me lo pregunto. Dudo si son informes secretos, flores para el soldado desconocido o una caja de donuts. Leo en el tren los poemas de Juan Bonilla (Jerez, 1966). Ha reunido su obra en un tomo titulado ‘Hecho en falta’ (Visor, 2014). Es un volumen desordenado, sin estructura definida, caprichoso, sin anotar qué poemas pertenecen a sus libros publicados y cuáles son inéditos. No importa. Leo haikus ("Un muñeco de nieve/ está tomando el sol:/ ya se arrepentirá".), greguerías ("Tarde o temprano a la rutina se le cae la t"), versos que afirman que todos llevamos una playa y un abismo dentro. Bonilla es un escritor listo, habilidoso; a veces convierte la palabra en pelota de malabarista y juega con varias a la vez.


Bonilla desacraliza, y buena falta hace, la realidad dentro del poema, los enunciados más solemnes, las confesiones que evitan la confusión. Y se llama a sí mismo un escritor menor al que, allá por el año 2055, estudiará cualquier profesor de Houston. Hay poemas en este libro que no son de un escritor menor. El tren de Alta Velocidad llega a su destino. Un ejecutivo ha empleado su viaje en leer el ‘Financial Times’. La chica de cuerpo moldeado ha visto, en una revista sentimental, cómo envuelve el amor a una hija de Isabel Preysler.

Y yo he recorrido los versos de Juan Bonilla. Son tres opciones de lectura, tres formas de mirar la vida.