Isabel Preysler: "Me llevo muy bien con la soledad"

Isabel Preysler cumple 64 años y lanza una línea de cremas. Más fuerte y animada tras casi cinco meses de viuda advierte: "No me duele que me inventen novios, pero ahora mismo ni me planteo rehacer mi vida"

Isabel Preysler en una imagen de archivo.
Isabel Preysler: "Me llevo muy bien con la soledad"

Era de suponer que el día que Isabel Preysler decidiera sacar un cosmético al mercado el producto en cuestión sería ‘la crème de la crème’. Pero hete aquí que Isabel ha decidido sacar una línea de cremas con su nombre y resulta que, lejos de ser un artículo de lujo inalcanzable, su precio no llega a los 50 euros. "Es difícil que haya otra crema mejor en cuanto a relación calidad-precio. Incluso me han dicho que la he puesto demasiado barata para lo buena que es. Pero yo quiero que sea asequible para mucha gente, que no tengan que hacer un gran esfuerzo económico", explica ella muy convencida y concienciada. "Yo nunca he sido una mujer elitista –remata– elitista me habéis hecho los periodistas".


Cuatro meses y medio después de la muerte de Miguel Boyer, su viuda ha vuelto a sonreír bajo los focos. Hace dos semanas, a punto de cumplir 64 años, vestida con un traje en blanco y negro de la firma Escada y joyas de Rabat, recibió a la prensa en uno de los salones de su chalé de Puerta de Hierro para presentar ‘My Cream. Isabel Preysler’, un nuevo proyecto cosmético en el que su hija menor, la preparadísima Ana Boyer (con doble licenciatura en AD+D) ejerce como cerebro financiero. "Yo detesto los números, pero ella ha sacado la inteligencia de su padre, negociando los contratos es una fiera", asegura orgullosa su madre.


Sándwiches variados y refrescos, para los periodistas. Y para ella, justo antes de recibirlos, un consomé y un ‘agua de jamaica’ (o té de hibisco), bebida llena de propiedades que conoció en sus viajes a México... "Aquí me tienes, reinventándome un poquito", dice Isabel sin perder la sonrisa de porcelana, ni la delicada seducción oriental, ni ese levísimo acento anglosajón que la han convertido en reina de corazones. Ahora el suyo está roto. Pero esta mujer no es de las que se dejan arrastrar por la pena. Bajo su aparente fragilidad se esconde una señora de armas tomar, con una voluntad de hierro y una disciplina irreductible. Ella se quita importancia. "¿Que si estoy saliendo adelante? ¡Qué remedio! Alguien tiene que tirar del carro".


Cuestión de superviviencia

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Estos días, en el hogar de Isabel Preysler, el lema que impera es: "La procesión va por dentro". Ella se lo ha impuesto a sí misma en consenso con sus dos hijas menores, "que también están haciendo un esfuerzo enorme, especialmente Ana". Ha sido cuestión de supervivencia. "Hemos tenido que hacer de tripas corazón, como en tantas ocasiones en la vida. Solo que esta vez es más duro. Y lo hemos hecho las tres, porque si no, no funciona".


Ana, que lleva un año de relación con el tenista Fernando Verdasco (un ‘yerno’ a la medida de los sueños de su futura suegra), todavía no ha abandonado el hogar familiar. Y Tamara, que se había independizado, ha decidido regresar junto a su madre tras la muerte de ‘tío Miguel’ (como llamaba ella a Boyer) porque, según ha declarado a una revista, en su apartamento de soltera se sentía sola.


Preysler desmiente que su regreso al ruedo de la fama se deba a problemas económicos. "Podría haberme quedado perfectamente en casa, sin embargo yo no sé estarme quieta. Miguel solía decirme: “Hay que ver lo mucho que comes, pero no me extraña que no engordes porque es que no paras”".


Casada tres veces, la primera con el cantante Julio Iglesias (cuando solo tenía 19 años), la segunda con el marqués de Griñón y la tercera con el superministro socialista Miguel Boyer, Isabel Preysler Arrastia (de sangre filipina, anglosajona, vasca y riojana) ha pasado prácticamente toda su vida adulta en pareja. Por eso algunos de sus allegados, tal vez los que no la conocían bien, temían que tras enviudar la soledad pudiera asfixiarla...


"La soledad no solo no me asusta –aclara Isabel–, sino que me gusta, la busco y me llevo muy bien con ella. Soy una persona que siempre he necesitado mi espacio. ¿Que he tenido poca soledad en mi vida? Pues sí, con cinco hijos, es verdad, casi ninguna. Pero que la he necesitado, desde luego. Yo tengo que apartarme de los demás aunque sea un ratito durante el día. Por eso era muy feliz cuando se iba todo el mundo a dormir y yo me quedaba despierta hasta altas horas de la madrugada. Era mi momento de soledad, el único en el que nadie me reclamaba: “¡Mami!, ¡Isabel!, ¡señora”... Nadie me buscaba. Y entonces leía, veía películas, ponía música, escribía… Hacía todas esas cosas que no puedes hacer cuando tienes cantidad de gente alrededor".


Recuerda haberse quedado en "estado de ‘shock’, durante un día entero" cuando hace tres años a su marido Miguel le sobrevino un terrible derrame cerebral que le afectó el habla y la parte derecha del cuerpo. Ese día, como ella dice, la vida le dio "un vuelco radical en un minuto". En aquel instante, la mujer que ha sido reina de las portadas durante cuatro décadas, la imagen de los azulejos más brillantes y de las joyas más rutilantes, sintió que nunca más tendría ganas de posar ni de salir ni de hacer nada...


Pero reaccionó de inmediato. "Alguien tenía que llevar las riendas de la casa. Alguien tenía que tomar todas las decisiones y clarísimamente tenía que ser yo. Si me derrumbaba, se derrumbaría todo el resto detrás. Es asombroso de lo que somos capaces –reflexiona–. En situaciones así compruebas que eres mucho más fuerte de lo que te creías".


Maniática y detallista


Tiene fama Preysler de perfeccionista. Y lo admite. "Soy muy maniática y detallista y puedo resultar un poco pesada para la gente que trabaja conmigo". Pero también es y ha sido una mujer tolerante y sociable. "A veces la imagen que doy tiene poco que ver con la realidad. Quizá ante la prensa haya un cierto distanciamiento que yo sin querer proyecto, pero luego, cuando estás conmigo, creo que no lo tengo. Además yo estoy siempre cómoda en cualquier círculo, sin hacer el menor esfuerzo. Cuando estaban construyendo mi casa, me sentaba con los obreros y comía con ellos. El jefe de obra decía: “¡Quién se iba a imaginar!” Pero yo me llevaba mi bocadillo y me ponía a comer y a charlar con ellos, y tan contenta".


Quizá demasiado delgada, pero todavía joven a sus 64 años gracias a sus cremas y a evidentes retoques que ella no desmiente ("la que está joven a mi edad algo se ha hecho"), Isabel Preysler continúa siendo una mujer seductora de la que algunos esperan futuros romances. Sin tener en cuenta que no lleva ni cinco meses de viuda, hay quien ya apuntaba hacia Florentino Pérez...

Pero no le duele que le inventen novios. "¿Por qué iba a molestarme? Pero es muy pronto para que me hablen de rehacer mi vida. Yo ahora mismo ni me lo planteo. Una cosa es que algún día salga a cenar con amigos, pero de ahí a rehacer mi vida... Eso ya son palabras mayores".