Las edades de Hispano

Borja Fernández puede abrazar hoy la gloria con la selección de Qatar. Un éxito que comenzó a gestar en Zaragoza, ciudad donde cambió el baloncesto por el balonmano aconsejado por el aragonés Valero Rivera, su actual técnico.

Antes de que los integrantes de la selección española fueran bautizados como Hispanos, el genuino Hispano causó conmoción en Zaragoza. Borja Fernández aterrizó en el Príncipe Felipe en 2004 para enrolarse en el proyecto en la LEB que pilotaba Alfred Julbe. A pesar de su contribución testimonial, se convirtió en el niño de los ojos de la afición del CAI. Sus rastas, su energía y sus (escasas) canastas eran celebradas "como si se ganara la Copa de Europa", como recuerda el protagonista. Sin embargo, su trayectoria dio un vuelco maestro cuando Valero Rivera –asesor externo del CAI Aragón– le sugirió aparcar las canastas y consagrarse al balonmano. Un drástico giro argumental que se ha revelado provindencial. La prueba más contundente es que el asturiano disputará esta tarde la final del Mundial, enrolado en una selección qatarí confeccionada por su valedor, el aragonés Valero Rivera.


"Valero ha sido una figura clave en mi carrera. El 90 por ciento de la decisión de jugar con Qatar la tomé debido a él. Con otro seleccionador me lo hubiese pensado más. Entrenar con el mejor técnico del mundo es garantía de exigencia cada día y de mejora", reconoce agradecido.


Su fidelidad al preparador zaragozano se ha visto recompensado con una digna carrera con escalas en Algeciras, Torrevieja, Nantes y ahora en el país asiático.


La experiencia en el torneo que concluye hoy en Doha permanecerá incrustada a perpetuidad en su disco duro personal. "Está siendo un Mundial increíble. Hemos ido paso a paso, sin creérnoslo, y paulatinamente lo hemos bordado. Ha sido espectacular lo que hicimos en las semifinales. Es la victoria más importante de mi vida. Había jugado cosas importantes en Francia, como una final de la Copa EHF, pero nada comparable a esto", indicó exultante el pivote nacido en Pontigón.


Borja, a quien el apodo de Hispano le acompaña desde su estancia como baloncestista en el Ragusa de la Lega Due italiana, regresó a la que fue su casa en octubre de 2013, cuando Qatar se midió al CAI Aragón en el Trofeo Ciudad de Zaragoza. "Venir a esta ciudad siempre me trae recuerdos muy buenos, tanto del lugar como de los aficionados. Es un placer revivir lo que sentí en esta cancha", declaró con cierta nostalgia.

Madurez

Su transformación física –se ha deshecho de sus icónicas rastas y ha estilizado y fortalecido su figura– va ligada a una madurez personal y deportiva. A sus 33 años, está a un paso de saborear la gloria máxima.


Pero si el azar se cruzó en su camino en tierras zaragozanas, ya había interferido muy positivamente en su adolescencia. Con apenas 14 años, un periodista quedó impresionado por su altura –bordeaba los dos metros– mientras jugaba en el patio de su colegio. Como consecuencia, fue invitado a un programa de televisión. Entre los espectadores del espacio se hallaba la esposa de un ojeador del Joventut de Badalona, que advirtió a su marido de aquel portento. El conjunto catalán atrapó en sus redes al proyecto de pívot. Fue el prólogo de una historia atestada de una emoción con tintes surrealistas.