La libertad horaria sigue dividiendo a comerciantes y grandes superficies

Los centros comerciales defienden la apertura de más domingos y festivos para atraer público, pero desde Ecos se reitera que lo único que se lograría es disparar los costes.

Todos están de acuerdo a la hora de defender la necesidad de aumentar el negocio, pero no en las soluciones. Y la clave para los centros comerciales pasa por convertirse en un centro de referencia de compras para el valle del Ebro desde la base de la libertad horaria, de modo que cualquier vecino de Pamplona o de Calahorra supiera que en Zaragoza se puede acudir cualquier día. Este factor competitivo no es compartido por el pequeño comercio, cuyo presidente, José Antonio Pueyo, sentenció que lo único que se lograría es disparar los costes marginales sin garantizar que lo hicieran las ventas.


El director de Comunicación de Puerto Venecia, Salvador Arenere, incidió en que hay adaptarse a los tiempos y a los nuevos hábitos de los consumidores, que tienen en internet un método de compra muy rápido y cómodo. "Tenemos un factor estratégico, que es la posición de Zaragoza, pues utilicémoslo. Si alguien no tiene lo que quiere donde vive, va a donde está", señaló recordando que los valencianos venían a comprar al Ikea de Puerto Venecia porque en su Comunidad no lo podían hacer, hasta el punto de llegar a representar el 11% de los clientes de la tienda de Zaragoza.

Corriente liberalizadora

Arenere manifestó que carece de sentido que en España, la tercera potencial turística mundial, todo el país esté "prácticamente cerrado" los domingos. Apuntó que la corriente liberalizadora se están imponiendo hasta en Francia, en cuya capital se acaba de aprobar una normativa que permitirá abrir 365 días al año hasta medianoche. "Nos podemos beneficiar de que en Cataluña, en el País Vasco o Navarra no abren", dijo antes de recordar que en su complejo se contratan todos los fines de semana a 800 personas.


La directora de Grancasa, Susana Betrán, negó que por abrir más domingos y festivos solo fueran a crecer los costes, como sostuvo Pueyo. "Lo que se pretende es dar un servicio adicional y conseguir más negocio. Si hay oferta, la gente vendrá", opinó.


El presidente de la comisión de Comercio Interior de la Cámara, Gabriel Morales, reconoció que los signos de los tiempos hacen cambiar comportamientos, pero argumentó que la solución no está en ampliar los horarios sino la calidad. "En lo que el comerciante se tiene que espabilar es en ganarse cada día al cliente, escuchar las necesidades para intentar ofrecérselas. Tenemos que luchar contra la propia inercia y no contra los centros comerciales", dijo.


El presidente del pequeño comercio recordó que una cosa es que hayan cambiado los hábitos y otra muy distinta que los ciudadanos no tengan tiempo para ir a comprar. Así, argumentó que la legislación permite abrir a las grandes superficies 90 horas a la semana, por lo que los consumidores disponen de 50 horas para acudir si se tiene en cuenta que trabajan 40. "También se abren once festivos. Abrir algunos puede ser rentable abrir, pero otros no. En agosto no sé si le saldrían las cuentas a alguien", aseveró.