La Almozara examina sus heridas

El agua poco a poco abandona los garajes y locales del barrio. El almacén de materiales afectado está "como si hubiera pasado un tsunami"

El almacén de materiales de construcción afectado, ayer.
El almacén de materiales de construcción afectado, ayer.
guillermo mestre

Todos los barrios de Zaragoza que se levantan a las orillas del Ebro han sufrido la virulencia de la riada, pero La Almozara es probablemente el que se lleve la palma. Como muestra, lo que decía ayer Víctor Garros, propietario de Garros y Olmos: "Los Bomberos me han dicho que creen que este local es el más afectado de la ciudad". Los edificios de la avenida de La Almozara, entre las calles Río Guadiana y Río Guadalope, no han parado de recibir las visitas de los bomberos. El agua poco a poco abandona sótanos, garajes e instalaciones deportivas y educativas, por lo que llega el momento de evaluar los daños, algo que los peritos comenzarán a hacer hoy.


Los niños del colegio Jerónimo Zurita vuelven hoy al centro, después de una semana en la que no han tenido clase y en la que su patio se había convertido en una balsa. El agua también se ha terminado de achicar las pistas de pádel y fútbol sala del CDM La Almozara, al otro lado de la avenida. En ambos casos, habrá que dar una buena mano de limpieza a unos suelos en los que se ha asentado el fango que lleva el río.


Algunos bares y comercios que tuvieron que cerrar sus puertas también han ido poco a poco reabriendo sus puertas, aprovechando la bajada del nivel del Ebro. El río, a su paso por la capital aragonesa, por fin bajó ayer de los 3,5 metros, lo que marca el límite de la prealerta –el pasado día 2 llegó a alcanzar los 6,10 metros–. De hecho, los Bomberos de Zaragoza apenas tuvieron intervenciones con achiques de agua. Fuentes del cuerpo señalaron que siguen teniendo bombas trabajando en algunos edificios, aunque en ocasiones son los propios porteros o propietarios de los inmuebles los que las activan si el agua vuelve a sus instalaciones.


En el citado almacén de materiales de La Almozara, los bomberos desalojaron el sábado toda el agua, pero ayer había vuelto a entrar algo. El palmo de altura que alcanzaba al menos permitía entrar, con botas, a su propietario. Hasta el jueves no podía hacerlo porque el nivel llegó a los tres metros. Las marcas en la pared que pintó en las riadas de 2003 y 2007 dejan bien claro que esta avenida el agua subió un metro y medio más que entonces.


El panorama en el almacén es desolador. "Es como si hubiera pasado un tsunami", señala Víctor Garros. A la espera de ver qué puede recibir del consorcio de seguros y de las ayudas a los damnificados, dice estar "arruinado". Todas las baldosas, ladrillos o sanitarios que tenía almacenados se han visto afectados. Si consigue venderlo, se resigna a hacerlo "a precio de saldo".