Dando ejemplo: Chocolates Isabel

Un resultado dulce en todos los sentidos

Isabel Félez, en Alcorisa, con uno de los productos de su empresa.
Dando ejemplo: Chocolates Isabel
Elena Pérez

En Alcorisa (Teruel), Isabel Félez instaló su empresa de fabricación de chocolates artesanos, un ejemplo de negocio socialmente responsable. "Ha sido una cosa natural", asegura, y no algo impuesto ni una estrategia de márquetin ni nada parecido. "Llevo casi 20 años haciendo chocolate, y te vas dando cuenta de las circunstancias en las que se cultiva el cacao, el azúcar... El 70% del cacao mundial no sabes claro en qué condiciones se produce. Si eres mínimamente sensible, ves que es una barbaridad que para que comamos chocolate haya gente sufriendo".


La inquietud por comprar materias primas de lugares donde no hubiese explotación laboral ni se recurriese al trabajo infantil se extendió luego al modo de producción ecológico. Confiesa que lograr proveedores así "al principio fue difícil", pero ella no rebló porque "en 2010 estuve un tiempo fuera de España, en Francia y Bélgica, y allí vi más conciencia con el comercio justo y la agricultura ecológica, empresas que lo integraban de forma natural, y pensé:si lo hacen, es que se puede hacer".


Se puso en contacto con la asociación de comercio justo Fairtrade Ibérica, en la que "en ese momento no había ninguna empresa tan pequeña" (Chocolates Isabel tiene menos de 10 empleados) y logró que se crease "un modelo a escala, lo implementaron a iniciativa nuestra", recuerda.


Desde 2013, están certificados como empresa que utiliza solo productos de agricultura ecológica, lo que en ocasiones puede presentar algunos inconvenientes. "Intentamos trabajar con productos de temporada y a veces no hay según qué cosas", o hay escasez, como "este año, que hay poca avellana", explica. Pero han sabido hacer de la necesidad virtud y se han adaptado desarrollando una amplia gama de sabores y productos distintos para mantener una oferta atractiva. El tamaño reducido de su producción ha sido una ventaja:"Como somos pequeñitos, somos flexibles", dice Félez.


Chocolates Artesanos Isabel tiene seis empleadas (aunque en épocas de picos de demanda, como Navidades o Semana Santa, pueden aumentar). No sería algo particularmente relevante si no fuera porque la empresa está asentada en un entorno rural donde la despoblación es una amenaza y "hay un problema muy grande de paro femenino", comenta.


"Al principio no lo tenía claro, porque me gusta vivir en ciudades grandes, pero da rabia ver la despoblación de Teruel", explica. Además de dar trabajo a mujeres, trata de "favorecer la conciliación con la vida familiar, mediante jornadas muy flexibles".


Su vínculo con lo local también se extiende al uso de productos de la zona, como el aceite del Bajo Aragón o las almendras.


También muestran interés por atender a grupos de población con problemas alimentarios, como los intolerantes a la lactosa o al gluten, buscando que no haya alérgenos en sus recetas, y prescinden también de aditivos artificiales.


Aunque venden en Alcorisa, gran parte de sus chocolates se comercializan fuera, en tiendas de alimentación ecológica y de productos gourmet de España y Francia.


Para ello, el envoltorio es importante, pero también ahí aplican un criterio responsable, sin sucumbir a "los dorados o los terciopelos". "Tuvimos que rompernos un poco la cabeza, porque en Aragón no hay nadie enfocado al ecodiseño", aclara Félez. Utilizan para ello cartones y tintas que no perjudiquen el entorno. "Al principio, intentamos usar cartón reciclado, pero el chocolate es muy sensible y como en el reciclaje se usan muchos productos químicos, no era adecuado", recuerda. Encontraron como alternativa el cartón "con trazabilidad", que garantiza que viene de bosques que se repueblan y se explotan de forma responable.


Lo siguiente que tienen en mente es la sustitución de plásticos por otros que sean de origen vegetal, biodegradables.


Por otra parte, la empresa compra la energía que necesita a Gesternova "porque nos garantiza que procede de fuentes renovables", e incluso su entidad financiera es "un banco ético, del que fuimos uno de los primeros 200 clientes", recuerda Isabel Félez.


Y es que, aunque en un producto como el chocolate "el sabor y la textura son lo principal", dice, "el concepto de calidad no puede quedarse solo en el sabor y el diseño, implica todos los aspectos". Por eso, anima a los consumidores a tener en cuenta la responsabilidad social de las empresas. "Este es el momento de la historia en el que tenemos más capacidad para mejorar el mundo. Sería bueno que nos acordásemos cuando vayamos a hacer la compra", concluye.