José Antonio Escudero: “Aragón tendría que haber hablado en el tema catalán, pero está en silencio”

José Antonio Escudero, catedrádico aragonés de Historia del Derecho explica los retos que afronta.

José Antonio Escudero (Barbastro, 1936) en la Real Academia de la Jurisprudencia y Legislación
José Antonio Escudero: “Aragón tendría que haber hablado en el tema catalán, pero está en silencio”
E. Cidoncha

Acaba de ser elegido por unanimidad presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, ¿cómo asume el cargo y con qué objetivos?


Lo asumo como un gran honor, y también como un gran reto. Ser presidente de esta Real Academia es, para un jurista, lo máximo a lo que se puede aspirar. Las academias no están del todo acompasadas a lo que es la vida de hoy. Lo dijo Don Juan Carlos y lo ha repetido Felipe VI: las reales academias deben insertarse más en los problemas de la vida de la España actual. Es uno de los retos que asumo.


¿A ustedes les consulta el Gobierno cuando plantea una nueva reforma?


En ocasiones sí, pero aspiro a que la Academia, sin necesidad de que nadie le consulte, opine. Esta institución es el foro perfecto para grandes debates públicos y eso es lo que me gustaría restablecer. Prácticamente casi todos los grandes problemas que se discuten, como la ordenación del Estado, o son cuestiones jurídicas o tienen una vertiente jurídica.


España está en un momento de cambios, con algunos conflictos abiertos. Uno de ellos es el de Cataluña. ¿Cree que tiene solución?


El asunto de Cataluña tiene ya mucha historia detrás. Los catalanes tuvieron una experiencia pésima en el siglo XVII, cuando ofrecieron al francés Luis XIII reinar sobre Cataluña. Les fue tan mal que salieron rápidamente y se reintegraron en España. Dos siglos después, con la aparición de los nacionalismos, se reabrió el problema. Como dijo François Mitterrand, el nacionalismo es en Europa el gran mal de nuestros días.


¿Desde entonces no se ha encontrado la forma de resolverlo?


No. Aquí en España ha habido carencia de diálogo, de información y una tolerancia excesiva. El nacionalismo ha difundido un ideario que en buena medida es falso.


En Aragón sufrimos su constante manipulación de la historia.


El otro día estaba manejando un libro que ha escrito un profesor alemán sobre la Corona de Aragón y la administración. Lo han traducido al catalán ¡y han cambiado el título del libro para llamarlo corona catalano-aragonesa! Se ha hecho lo que se ha querido, y nunca ha habido ninguna respuesta. Ha habido un margen de tolerancia absoluta.


¿Estamos en un punto de no retorno?


Confío en que la situación se arregle, pero estamos en una situación muy dura. Creo que no se han hecho cosas que se podían haber hecho. Y hablo de Aragón. En la historia de España ha habido dos pilares fundamentales: Aragón yCastilla. Aquí se está ventilando el proceso de secesión de Cataluña con absoluto silencio de ambos. Aragón, sus poderes públicos, tendría que haber dicho algo.Pero aquí todos han estado en silencio.


¿Y Aragón qué tendría que decir?


Aragón tendría que recordar la historia real. Hacer patente el problema del secesionismo, lo que supone. Significa por ejemplo poner una frontera en Fraga y por consiguiente separarse de Aragón, que ha sido su socio durante siglos. Echo de menos que los que han tenido lazos entrañables con Cataluña no hayan abierto la boca.


Otra situación que puede marcar el futuro de España es la aparición con fuerza de nuevos partidos. ¿Está el Estado preparado para el fin de este bipartidismo?


Soy partidario del bipartidismo. Este país tiene una historia convulsa, y no se puede jugar con fuego. Pero una cosa es eso y otra que evidentemente hay que abrir el juego a todos. El bipartidismo ahora está seriamente amenazado.


¿Se lo han buscado los dos protagonistas?


En buena medida sí, por todos los fenómenos de corrupción. Quizá la opinión pública tampoco ha sido muy responsable. Se ha demostrado que el bipartidismo ha dado estabilidad. Este es un país en el que hay que recordar lo que ha sido el siglo XIX y XX. Hay que tratar las cuestiones jurídicas con cuidado. El bipartidismo asienta las cosas y una fragmentación excesiva sería mala.


¿Qué opinión le merece que cada gobierno que llega cambie siempre las principales leyes?


Sería fundamental que hubiese acuerdo en las leyes fundamentales. Por ejemplo, es una catástrofe que cada gobierno cambie la ley de Educación. Habría que reducir el campo de lo polémico y de lo cambiable, según los turnos políticos. Yasegurar una mayor proporción de consenso y de estabilidad en temas como la sanidad, la educación y la política delEstado en el exterior.


¿Merece un retoque el Estado autonómico? ¿Fue un acierto el café para todos?


Fue una fórmula que se ideó para resolver el problema de PaísVasco yCataluña. En un estado moderno debe haber el principio de igualdad. No puedes articular el Estado con unos pagando menos impuestos que otros. Para poder garantizar su autonomismo y asegurar la igualdad, se buscó la fórmula del café para todos.Es muy fácil criticarla, pero me gustaría saber qué hubiera pasado si no se hubiera hecho eso.


¿Qué tal percibe Aragón?


Lo veo muy bien.Sin perjuicio de que echo de menos que con el tema de Cataluña no haya habido una mayor expresión social o política.Creo que Aragón tiene un juego político aceptable. En esta Comunidad, el juego entre los partidos mayoritarios y los menores ha funcionado. Es una Comunidad que me parece ejemplar. Uno viaja por Aragón y ve un panorama social espléndido. En ese sentido soy muy optimista.


¿Cuál es la presencia de Aragón en la Academia?


Estamos tres aragoneses: Manuel Pizarro, Lorenzo Martín Retortillo y yo. Además hay gente que, aun no siendo aragonesa, tiene mucha vinculación con Zaragoza, como José María Castán.


¿Tiene más retos para la Academia?


Sí, por ejemplo, entre los objetivos que presenté al pleno está también hacer un esfuerzo en cuestiones de género.


De los 35 académicos que son, ¿cuántas mujeres hay?


Una. Es magistrada del Tribunal Constitucional. Uno de mis propósitos, en la medida de lo posible porque luego se eligen a los académicos por voto secreto, es equilibrar la situación. Es una asignatura pendiente de la Academia.


¿Son conscientes de que si, desde su independencia, la Academia empieza a opinar sobre los asuntos relevantes del momento quizá les vean como un problema?


Pero la vida académica en general es opinar sobre los temas en función de la sabiduría de cada cual. La vida política es buena y necesaria, pero estamos viviendo unos tiempos en que lo político se ha metido por los poros de las instituciones. La Academia, que elige a sus miembros por cooptación, es distinta a todo eso y puede dar unas visiones más objetivas.