La Gruta de las Palabras edita a cuatro poetas marcados por la ausencia y el eco personal

Angélica Morales firma ‘Monopolios’; David Mayor, ‘Conciencia de clase’; E. Cebrián, ‘La chica del verano’ y Cilleruelo, ‘Tapia con mirlo’

E. Cebrián evoca a su madre.
E. Cebrián evoca a su madre.

La poesía se renueva y toma impulso. No es frecuente que las Prensas Universitarias de Zargoza cierren el año con cuatro títulos en una de sus serie más cuidadas, La Gruta de las Palabras, diseñada por Jesús Cisneros, que reside en México D. F. Así ha sido. Angélica Morales (Teruel, 1970) firma ‘Monopolios’; David Mayor (Zaragoza, 1972) publica ‘Conciencia de clase’; Enrique Cebrián (Zaragoza, 1978), ‘La chica del verano’. Los tres son aragoneses y presentan un lugar común: el homenaje a sus progenitores, a veces con carácter elegíaco o incluso de ajustes de cuentas. David y Angélica evocan al padre; ‘La chica del verano’ de Enrique sería su madre que falleció hace poco.


Fernando Sanmartín, poeta, narrador y director de esta colección universitaria que avanza hacia sus primeras cien entregas, señala: "Son cuatro autores que no dejan indiferente al lector. En ‘La chica del verano’, título de clara influencia pop, el poema se convierte en reflejo y testimonio de una experiencia personal. Me interesa mucho su escritura. David Mayor es otra de mis creencias".


De inmediato matiza algo más: "En ‘Conciencia de clase’, para mí el mejor libro de David Mayor Orgillés, apreciamos una voz construida desde los recuerdos y la reflexión, una voz que se anuda, sin tibiezas, al sentimiento, a la indagación de lo que uno es. Angélica Morales convierte el poema en una búsqueda, dentro del paisaje ampliode la escritura. Se escuchan muchas respiraciones en su libro ‘Monopolios’. Hay verdad en sus páginas".


El cuarto autor es el poeta y traductor José Ángel Cilleruelo (Barcelona, 1960), con ‘Tapia con mirlo’. Explica Sanmartín: "Cilleruelo, que repite en La Gruta de las Palabras, nos da en su ‘Tapia con mirlo’ una creación poética luminosa, llena de aciertos, con escenas que se desarrollan en Londres, Varsovia o Coimbra, o en el territorio del haiku. Su poesía lo desnuda todo para llegar a lo esencial: “La lluvia hace temblar las tejas. Igual que en el amor".

Ecos de amor y dolor

Angélica Morales es poeta, narradora y actriz. Reside en Huesca y 2014 fue un gran año poético para ella. Su poemario tiene algo de exorcismo. Dice: "El espíritu del libro es, indudablemente, el de la reconciliación. Mi padre y yo siempre tuvimos una relación muy destructiva y el paso del tiempo, o mejor dicho, el tiempo sin él, me ha hecho buscar de forma espontánea la paz. Podríamos decir que es una versión muy particular de ‘Carta al padre’ de Kafka, pero llevándola al universo de lo onírico". Aclara Angélicas Morales que ‘Monopolios’ se ha ido gestando casi sin querer, de una forma muy natural, con una dolorosa sombra detrás.


"Yo creo que se ha ido gestando -afirma- desde el subconsciente más consciente, cuando las cicatrices cierran la última de sus ventanas y sabes que la guerra ha terminado y puedes salir al fin de tu guarida". Habla de su libro como un tapiz al que había que ir zurciendo o labrando su entramado, su cañamazo de emociones y de heridas. "Lo fui tejiendo, precisamente como se teje una labor, en la primavera, en el patio de un balcón, mientras observaba a los maniquís desnudos en las aceras.

Creo que he dado a luz un monstruo hermoso".


Enrique Cebrián se acerca así a su libro: "El espíritu del libro ha ido cambiando con el tiempo. En uno de los poemas se afirma que “la vida corre más que la literatura” y eso es lo que ha ocurrido aquí. Partí de una idea inicial que ha ido sufriendo variaciones. Es un libro que se ha ido escribiendo por aluvión. Decía Ramón Gómez de la Serna que lo que había que lograr al escribir era pillar a la muerte y a la vida abrazándose". Afirma que ‘La chica del verano’ quiere ser una fotografía de ese abrazo, "es la historia de un hombre que, aunque siga fiel a sí mismo, ha cambiado para siempre. Y es, al final y en definitiva, una puerta abierta a la esperanza. Es un libro clave para mí, influido, tanto voluntaria como involuntariamente, por ‘Palabras para Julia’ de José Agustín Goytisolo".


David Mayor escribe (escribía más bien) poco pero con intensidad y reflexión: "‘Conciencia de clase’ se gestó como una autoexigencia para poner en claro muchas de las notas que había ido tomando después de la muerte de mi padre. Yo no soy escritor ordenado sino un apuntador sin demasiado orden que una y otra vez se desvía del camino por el que va, pero que de vez en cuando trata de unir piezas que considero que merecen salvarse".

La evolución y la plenitud

Asegura Mayor que así han surgido "los otros libritos", ‘En otra parte’ (Pre-Textos, 2006), ‘Otra novela’ (Carterita Bonita) y ‘31 poemas’ (Pre-Textos) y éste. Dice:"Además, en el caso de ‘Conciencia de clase’ añadía una obligación conmigo mismo que era la memoria de mi padre. Supongo que he dado un pasito más... pero avanzar en literatura es un verbo extraño que no explica demasiado. Es un libro al que quiero mucho, un libro que dice quién soy; por lo menos lo intenta".


En ‘Tapia con mirlo’ -aclara José Ángel Cilleruelo- "se evoca, desde un tiempo de decadencia y soledad, los momentos álgidos de un amor y de una vida que se habían vivido para alcanzar esa satisfacción pero que, después del cénit, la vida continuó su curso, ahora camino del deterioro. El libro habla de este tiempo sin prestigio, casi sin memoria, bien porque lo haya estancado una espera, bien porque haya pasado ya irremediablemente su plenitud. Hay un acento elegíaco, pero que no prende en la desaparición, sino solo en su presentimiento. En el presagio de las ausencias, que es el asunto de los primeros poemas del libro".


Dice el escritor que los motivos concretos de los poemas tienden a la dispersión. Explica:"Algunos parten de referentes de la cultura (obras de arte, vidas de escritores…), aunque la mayoría tienden a concentrar en pocos versos un relato singular, con sus propios personajes (unas veces desde el monólogo dramático, otros desde la tercera persona) y con su propia condición lírica. Cada poema construye un sujeto poético con una personalidad diferente".