El último príncipede Java

Un proyecto de Diego Zapatero

Panji, el príncipe de Java, encarnado por una niña. El género de la máscara es independiente del bailarín.
El último príncipede Java

Una historia, narrada a través del arte de la danza, todavía sobrevive en Indonesia. Sus raíces y elementos proceden de la antigua mitología pre-hindú, y en el siglo XXI, cuenta cada vez con menos adeptos en las aldeas del este y el centro de la isla de Java.


Testigo del ascenso y caída de grandes dinastías, el ciclo ‘Panji’, como se le conoce prácticamente en todo el mundo, es un compendio de historias que se remonta al siglo XI. Bajo el dominio del Imperio de Majapahit con sede en Java, que ejercía hegemonia en todo el sudeste asiático, esta danza influenció las las tradiciones mucho más allá de sus fronteras, difundiendo la literatura y el teatro a lo largo del archipiélago malayo, incluyendo huellas todavía presentes en Tailandia y Camboya.


El ciclo Panji narra la historia de un legendario príncipe, un mito relacionado con el surgimiento del mundo en Java y el matrimonio de los primeros pobladores, los antepasados de todos los javaneses, y fundadores de su sociedad.


Estas historias narran episodios acerca de un príncipe que ansía casarse con una joven noble de un reino vecino. No es sorprendente que surjan complicaciones, aventuras, y batallas con sus enemigos y rivales, en las que el príncipe debe superar una serie de retos antes de, finalmente, reunirse con su prometida.


El significado social y cultural de estas historias es difícil de entender desde el exterior, ya que cuenta con una visión metafísica compleja, con raíces culturales que se remontan a la era animista, miles de años atrás. En una sociedad como la de Java, el misticismo impregna la vida y sus tradiciones.


Muchas palabras javanesas son difíciles de traducir con todos sus matices. La palabra "jiwa", por ejemplo, puede significar alma, pero también se puede referir al espíritu, la mente, el pensamiento, o incluso a habitantes, y así sucesivamente.


Las obras de teatro y cuentos, como las historias de Panji, desempeñan un papel fundamental en la creación de conciencia sociocultural de los herederos de Java. Todo se transmite por generaciones en un proceso permanente y continuo.


Lamentablemente, el sincretismo, una característica del misticismo javanés, es una de las principales causas de la pérdida de este tipo de prácticas, junto con el aumento de la movilidad, el acceso fácil a la información, el materialismo, y la presencia de grupos religiosos.


La danza de máscaras es, hoy en día, realizada por pequeños grupos en la Provincia Especial de Yogyakarta, la cuna cultural de Indonesia y el corazón del antiguo reino hindú.


Aquí, sólo sobreviven dos pequeñas compañías, que respetan la esencia de esta disciplina, además de una versión limitada desempeñada dentro de los muros del ‘Kraton’, el Palacio del Sultán. Ambos grupos se encuentran en los paisajes montañosos de ‘Gunung Kidul’, que significa Montañas del Sur. En estos lares, en la región más seca y pobre de Java, es donde los antiguos maestros artesanos luchan por mantener vivas sus tradiciones.


Uno de estos dos grupos, subsiste en una aldea llamada Karangduwet, realizando la actuación sólo una vez cada tres años, con la intención de asegurar el flujo constante de agua de su pozo sagrado, que abastece a todos sus habitantes.


Bobung, el segundo, es un pueblo antiguo, tradicional, que alberga a uno de los últimos maestros de la danza Panji en la provincia de Yogyakarta. De unas 500 personas y asentado sobre terreno áspero en las lomas de un volcán extinto, en Bobung todavía se pueden ver a agricultores recorriendo largos caminos y campos de arroz, escondidos entre estrechos valles o, mujeres de largo pelo gris, caminando encorvadas, bajo una pesada carga de forraje para su ganado.


Conocida como la "aldea de la máscara" y por sus batiks pintados, los aldeanos se reúnen una vez por semana, en el "Pendopo", una estructura al aire libre donde la práctica de la danza también tiene lugar.


Detrás, la orquesta de "gamelan" acompaña el espectáculo con sus percusiones. El folclore local se toma en serio aquí; desde los niños a los ancianos, todos participan en los ensayos semanales de danza javanesa y música, bajo el techo de árboles de teca.

Si bien este tipo de patrimonio cultural inmaterial es una fuente esencial de una identidad profundamente arraigada en el pasado, por desgracia, algunas de sus manifestaciones ya han desaparecido o probablemente lo hagan en los años venideros.


Tradiciones como éstas son como las personas, cuando mueren, se van para siempre. Cuando el maestro de un oficio o el poseedor de un conocimiento se ha ido, no queda nada, sino sus huellas materiales y recuerdos, que se desmoronan con el tiempo; no existe manera de devolver su historia intangible. Ya es demasiado tarde para cientos, o más probablemente miles, de estas manifestaciones culturales en todo el mundo.


Es ahora tiempo de salvaguardar, la evolución continúa, pero el patrimonio cultural y espiritual debe ser preservado por las futuras generaciones.