El siglo español de Orson Welles
Se cumple el centenario del nacimiento del actor y director de Ciudadano Kane, uno de los grandes de la historia, que vivió en Sevilla y en Madrid, dejó inacabado El Quijote y barajó hacer una película sobre Francisco de Goya, un pintor que descubrió en el Museo del Prado
Durante años se creyó que había sido su debut, pero hace poco se recuperó, en Pordenone (Italia), la primera obra que este "gran fabulador de las imágenes" había realizado en 1938: Too much, Johnson, de la que se decía que se había perdido en un incendio de su casa de Madrid en 1970 y que contaba en el reparto con su primera esposa Virginia Nicholson y con su gran amigo Joseph Cotten.
Orson Welles, de quien se cumple este 2015 el centenario de su nacimiento en Wisconsin, sintió auténtica pasión por España, barajó hacerse ciudadano español a finales de los años 60 y fue un enamorado total del país y de su cultura: del Quijote y de Sancho Panza (le atrajo tanto el orondo escudero como su querido Falstaff, el protagonista de Campanadas de medianoche), del Museo del Prado, en especial de artistas como El Greco, Velázquez y Goya (barajó hacer una película sobre el pintor), de los toros, de las costumbres, de la gastronomía y del flamenco. Le fascinaban el territorio y el patrimonio en su conjunto. Le gustaron algunos castillos y cascos históricos, determinados paisajes, y en ellos situó sus películas. En La Casa de Campo de Madrid rodó Campanadas a medianoche y La isla del tesoro; en Chinchón y Segovia, Una historia inmortal... En 1955, por recordar otro detalle, rodó dos documentales sobre el País Vasco.
Fue un hombre ingenioso, de un inmenso talento. Parecía caótico, atropellado, podía realizar dos o tres o cuatro proyectos a la vez; a menudo trabajaba como actor para financiar una película y tener a los actores o a los operadores de cámara a su disposición. Fue un auténtico intelectual y un creador casi infinito: trabajó en la radio, con los actores del Mercury Theatre hizo aquella emisión naturalista de La guerra de los mundos (1938), inspirada en H. G. Wells, que estremeció Nueva Jersey.
Fue mago, ehizo magia en televisión y ante las tropas norteamericanas durante la II Guerra Mundial; fue actor, un gran actor, con una poderosa dicción (en una ocasión dobló la voz de todos los actores), fue dramaturgo y un auténtico especialista en Shakespeare, guionista, productor a la fuerza o la desesperada, novelista (Anagrama publicó la novela Mr. Arkadin) y fue, ante todo, un original director de cine que tenía un concepto diferente del montaje. Solía llevar siempre una cámara 16 mm. a todas partes, a veces lo acompañaba el operador Juan Manuel de la Chica (con él hizo la RAI Orson Welles nella di don Chisciotte).
Según Esteve Riambau, autor de Orson Welles. Una España inmortal (Filmoteca Generalitat Valenciana, 1993), en la primavera de 1933, tras haber estado en Dublín y en Italia, embarcó en el carguero Exermont, con un baúl lleno de libros de historia del teatro, con dirección Tánger. Luego se trasladó a Sevilla. Allí fue inmensamente feliz: vivió en una casa con patio y "con viviendas tipo corrala junto al Guadalquivir" y se enamoró de los toros, tanto que "se decidió a aprender el arte noble de la lidia". Se lanzó al ruedo, con el apodo de El americano y declaró que "mi mayor gloria fue llegar a torear en tres o cuatro ocasiones sin tener que comprar yo los novillos".
Poco después de realizar Ciudadano Kane, vio en la portada de la revista Life a Rita Hayworth, cuyo verdadero nombre era Margarita Carmen Cansino, hija del bailarín Eduardo Cansino, y dijo que un día se casaría con ella. Vivieron juntos cuatro años, tuvieron una hija, Rebecca, aunque pronto surgieron las divergencias. Welles, que siempre fue un gran seductor y había vivido un largo romance con Dolores del Río, le fue infiel. Hicieron juntos La dama de Shangái y se divorciaron en 1948. Luego él tendría otras parejas: la cantante y actriz Eartha Kitt, la actriz Paola Mori, madre de su hija Beatrice, y Oja Kodar, actriz y guionista. Todas ellas aparecían en sus películas, "como sus propias hijas", como recuerda Agustín Sánchez Vidal.
Welles se instaló en Madrid entre 1966 y 1969, tras el rodaje de Campanadas de medianoche. Añade Sánchez Vidal: "Pero el tiempo sigue corriendo en su contra: se le mueren los dos protagonistas: Reiguera en 1969 y Tamiroff en 1972. Orson va de aquí para allá con sus rollos del Quijote, repasándola una y otra vez en la moviola. Nunca la termina. Todavía en mayo de 1985, cuando cumple los 70 años, el año de su muerte, propone a un montador italiano, que ha trabajado con él en la película, trasladarse a Los Ángeles para poder concluirla". La montó Jesús Franco, con Oja Kodar, en 1992.
Sus cenizas, tal como había pedido alguna vez, reposan en las afueras de Ronda, depositadas en un pozo de la finca San Cayetano de su gran amigo Antonio Ordóñez.