la alfalfa de Aragón produce leche... en China

En agosto del pasado año salieron de Aragón los primeros contenedores de alfalfa rumbo a China, un mercado que abre "enormes expectativas" para un cultivo del que la Comunidad es el primer productor de Europa.

Expositor de los productores españoles de alfalfa deshidratada en la feria de Quindao, China.
la alfalfa de Aragón produce leche... en China
Aefa

Hace ya más siete años que la alfalfa española, con Aragón a la cabeza, conquistó el paladar de la ganadería (camellos especialmente) de los Emiratos Árabes. Ahora ha ido más allá y se ha convertido en proveedor de China, un país que tras el escándalo de la leche infantil adulterada, optó allá por 2008 por reconvertir su sector lácteo fomentando la instalación (con capital público y privado) de grandes explotaciones, más controlables desde el punto de vista sanitario.


Y cuando China dice grande lo dice de verdad. Las granjas que han surgido desde entonces acogen hasta 10.000 vacas de alta genética –en Europa una de las mayores es Tauste Ganadera y tiene 3.500 cabezas– y la pretensión de las autoridades de este país es que en 2020 haya cinco millones de animales en este tipo de instalaciones, en las que se produciría la mitad del total nacional de leche.


Estas vacas ‘vip’, mayoritariamente de la raza Holstein, se alimentan hasta ahora solo de alfalfa producida en Estados Unidos, el único país que tenía permiso chino para exportar esta forrajera al gigante asiático. Pero a Pekín no le convencía tal dependencia, por lo que decidió volver su mirada hacia España, el primer productor de Europa, y especialmente hacia Aragón, donde se produce el 55% de los 1,5 millones de toneladas de alfalfa deshidratada que componen el total nacional.


Una empresa de Esplús (Huesca) inauguraba el pasado 25 de agosto las relaciones comerciales con China y cargaba el primer contenedor de alfalfa deshidratada con destino a las granjas de aquel país. Desde entonces han salido 45.000 toneladas, que se transportan desde las empresas al Puerto de Barcelona y desde allí parten en barco rumbo a los distintos puertos chinos, a los que no arribarán hasta pasados 35 días.


Lo explica Joaquin Capistrós, director de la asociación española de fabricantes de alfalfa (AEFA), cuya sede se encuentra en Zaragoza, que recuerda que con el proceso de deshidratación español se consigue un producto homogéneo y estable, con el que se garantiza una larga conservación que impide las posibles fermentaciones que podría provocar el calor en el transporte. Capistrós reconoce que para esta travesía han encontrado un aliado: los miles y miles de contenedores que llegan a los puertos españoles desde China cargados con todo tipo de artículos ‘low cost’ y que ya no tendrán que hacer el viaje de vuelta completamente vacíos. "Aprovechamos el viaje y así el flete nos sale mucho más barato. Si no, sería imposible", explica el representante de AEFA, que aunque no concreta cifras detalla que "cuando te cuentan lo que vale no te lo puedes creer". Y lo ilustra con una comparación: "Resulta más caro un viaje en camión desde Tauste a Barcelona que en barco desde el puerto catalán a Shanghái".


Cuatro años de negociación


No ha sido un logro fácil ni mucho menos rápido. Cuatro años de negociaciones (y esperas) han sido necesarios para que las autoridades chinas homologaran a 24 industrias –doce de ellas aragonesas, ocho catalanas, tres de Castilla y León y una Andalucía– y estamparan su firma en el protocolo que permite a España exportar alfalfa.


Eso sucedía el 24 de junio. Y aunque el texto abría las puertas del mercado de aquel país, durante el pasado año las ventas no fueron todo lo espectaculares que a los agricultores y las deshidratadoras les hubiera gustado.


"El acuerdo llegó con una sorpresa y no precisamente agradable", explica Capistrós. Las pacas no se podían atar con alambre, el método que precisamente utiliza el 95% de los productores aragoneses. China quiere cuerda. "No nos explicaron por qué, pero supongo que es porque no están acostumbrados, ya que Estados Unidos exporta su alfalfa rodeada con un malla", dice Capistrós, que aventura que "quizás" pensaran en el riesgo que podría suponer que al cortar el alambre algún trozo quedara entre el alimento y el animal se lo comiera. "Pero no lo sé ciertamente, porque ellos no dan explicaciones", matiza.


Si la homologación se consiguió sin tener que realizar modificaciones en las industrias, esta exigencia ha supuesto inversiones de hasta 300.000 euros "como mínimo", un desembolso necesario para cambiar las prensas con las que realizar el atado con cuerda. "De todas maneras, como España es un país de inventores, ya hay una empresa que ha desarrollado un sistema que no obliga a cambiar toda la máquina, sino solo las agujas de atado. Eso será bastante más asequible", detalla el representante de AEFA.


Todo este esfuerzo económico tiene recompensa (también económica). Porque, según las previsiones de AEFA, el próximo año las exportaciones de alfalfa española a China podría superar las 300.000 toneladas y "subiendo", puntualiza Capistrós. La razón hay que buscarla en la calidad del producto español y en las necesidades de este inmenso mercado. Como referencia, ahí están las cifras de los productores estadounidenses. Según AEFA, en la campaña 2008- 2009 Estados Unidos exportó 25.000 toneladas de alfalfa a China. En la pasada temporada vendió 849.000 toneladas. O lo que es lo mismo, el peso del mercado chino en las exportaciones estadounidenses ha subido del 0,89% al 21,39%.


Estas expectativas se han visto impulsadas además, explica el representante de organización española, por factores externos que han dibujado un escenario "muy favorable" para las exportaciones de alfalfa aragonesa. "Es cierto que EE. UU. produce mucha alfalfa, que el ganadero chino está acostumbrado a las características de esta y, además, el sector productor norteamericano trabaja en un frente común con las administraciones, universidades e industrias", detalla Capistrós. Pero no es menos cierto, destaca, que el país asiático comienza a mirar a Estados Unidos con cierto recelo. Primero porque no quiere depender de un único proveedor y, segundo, porque ya han encontrado trazas de organismos genéticamente modificados (OGM) en algunas partidas norteamericanas. "Incluso alguna empresa estadounidense ha perdido la autorización para exportar", asegura.


La moneda comunitaria (o mejor dicho el valor actual de la misma) también es un aliado. Dado que la alfalfa española tiene como único competidor en China el producto norteamericano, la devaluación del euro respecto al dólar mejora la competitividad de las exportaciones europeas. "La repercusión del valor del euro es brutal porque al estar más barato es mucho más atractivo para los chinos", dice Capistrós.


Si las perspectivas sobre pedidos arrojan apetitosas cifras, no menos atractivo es el precio que el cliente chino está dispuesto a pagar por disponer de alfalfa española. "En realidad, la cotización de referencia es la alfalfa de Estados Unidos (que no la deshidrata sino que la comprime) y es una cotización elevada", explica Capistrós, que asegura que existe un diferencial de hasta 40 euros más por tonelada respecto al precio del mercado español.


Exigencia de calidad


El mercado chino ofrece a los productores y a las industrias de alfalfa deshidratada una gran demanda y unos buenos precios. Pero pone condiciones. Una de ellas es la calidad. Quieren que sus vacas, de alta genética y adquiridas en aquel lugar del mundo en el que se encuentren, se alimenten con la mejor alfalfa, aquella que les permita los mejores rendimientos (litros de leche/vaca).


"Sin duda va a ser un estímulo, porque es cierto que en las exportaciones a Emiratos no había una gran diferencia entre alfalfa de primera y extra. Ahora tendrá que haberla porque los precios son muy diferentes", asegura el director de AEFA. Por eso y para presentarse ante los exigentes productores chinos, acostumbrados a la alfalfa estadounidense con altos niveles de proteína, AEFA ha realizado una titpificación del producto español (desde el punto de vista nutricional) y ofrece alfalfa extra con un 18% de proteína, una primera de entre el 16,5% y el 18% y una segunda que contiene entre un 15 y un 16,5%.


"Los importadores chinos nos han demostrado, sin embargo, que son muy abiertos de miras", detalla Capistrós, que explica que aunque para sus vacas de alta producción quieren la alfalfa de mayor valor proteínico, han comprendido que podrían utilizar la alfalfa de primera para aquellas novillas que todavía no producen leche. "Ya la están comprando también, como están adquiriendo pellets para alimentar a ganado que produce carne", concluye.