José Luis Calero: "probé todos los medicamentos y solo este me ha curado"

Fue de los primeros en recibir el tratamiento, el pasado mes de agosto.

José Luis Calero, con el bote de pastillas, casi vacío tras largas semanas de tratamiento.
José Luis Calero: "probé todos los medicamentos y solo este me ha curado"
Asier Alcorta

Cuando dijeron a José Luis Calero que estaba curado, a todos les sorprendió la frialdad con que recibió la noticia. "Después de tantos años de dificultades aprendes a relativizar todo. Y sabes que ‘curado’ no significa lo que otros creen, que los controles siguen, que el hígado está aún dañado...". Reconoce que está cansado porque han sido muchos años y muchos tratamientos; Calero ha sido una especie de banco de pruebas para todo tipo de terapias, desde el clásico interferón a las prótesis para el hígado. Y ninguna funcionó. "Con el interferón fue una auténtica pesadilla: me sometí a ese tratamiento dos veces, la primera fue casi un experimento porque ampliaron el tiempo para ver si eso suponía una mejoría. Lo pasé mal, tiene unos efectos muy malos que en mi caso afectaron sobre todo a mi carácter".


José Luis Calero supo a los 40 años que tenía hepatitis C. "Fui al médico porque me encontraba mal, muy débil, y en el análisis me salieron muy altas las transaminasas. El virus me acompaña en total desde hace 30 años, pero los primeros 20 no lo noté. Con razón lo llaman el ‘ladrón nocturno’, porque hace sus fechorías sin que nadie se dé cuenta. Además, cumplir años hace que no te des cuenta, a veces estás flojo y crees que es por la edad". Esas ‘fechorías’ fueron un calvario para Calero, que sufrió una fibrosis avanzada cirrótica, que llevó además a dos carcinomas y a enfermar de encefalopatitis (inflamación cerebral por el amoníaco que el hígado no ha podido filtrar). Finalmente, hace cinco años pasó por el quirófano para recibir un trasplante.


El pasado agosto, José Luis Calero fue uno de los primeros españoles en recibir el novedoso tratamiento con Sofosbuvir. Con una salud tan delicada y con la ineficacia demostrada del interferón, parecía la última alternativa. "Nunca he tenido miedo a los tratamientos, tampoco lo tuve al trasplante. Acepté contento el bote de pastillas, sin saber realmente si yo estaría en ese 90% que consigue curarse". Afortunadamente, así fue. La semana que viene termina la ingesta de pastillas, aunque ya ha sido declarado libre del virus. "Se han alegrado sobre todo mi madre y mi hija, porque están agotadas, cansadas de tantos años de enfermedad. Saben que no estaré bien del todo, que la inflamación ha dejado una fibrosis, pero al menos ya no está el virus". Calero confía en que el tratamiento llegará a todos los enfermos que lo necesiten, "y han hecho bien en tirar de la cuerda, en advertir que a pesar del dinero hay que curar a quien lo necesite. Pero con sentido común: que lo tome quien considere el hepatólogo, porque muchos portadores aún pueden esperar".