Cedrillas, capital del frío

Una vez el autobús estuvo treinta días sin pasar. En este pueblo de Teruel, ya no se levantan con medio metro de nieve a diario como antes, pero hasta junio las mínimas no suben de cero

Cedrillas, uno de los puntos más fríos de Aragón.
Cedrillas, capital del frío
Heraldo

Los que cultivan el campo saben que el trigo resiste muy bien la helada, pero de madrugada, aquel invierno del 56, llegaron a veintisiete bajo cero. "Solo se salvó alguna mata de centeno". César Pérez Guillén (77 años) no araba la tierra de sus padres. Estaba empleado en la construcción de la carretera turolense de Cedrillas a El Castellar, diez kilómetros y trescientos metros "a pico y pala, que entonces no había máquinas". Les pagaban 22 pesetas de jornal y él iba solo días alternos. "Éramos ochenta o noventa jóvenes del pueblo. En una ocasión, uno se apartó para hacer sus necesidades y me mandó llamar para que le abrochara los botones de la bragueta porque se le habían helado las manos. Esa gente tiene el cielo ganado, yo iba solo tres días porque con lo que sacaba nos daba para comprar un litro de aceite a la semana en casa".


César interrumpe la lectura al lado de la calefacción para atender al teléfono. Han amanecido con un grado, pero ya están a cuatro, calor casi para estas fechas, al menos en este alto de Teruel que habitan 590 personas. Cedrillas, encaramado en una ladera a 1.347 metros de altitud, es el pueblo de España que registró la temperatura más baja del último invierno: once grados bajo cero el 3 de febrero de 2014. En el otro extremo del termómetro, en la parte roja, Barxeta (Valencia, 9 metros de altitud), que alcanzó los 30 grados el 17 de marzo, según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet): "Fue un invierno templadito porque llovió mucho", confirman los expertos.


A César esos 11 bajo cero no le parecen un récord ni nada. Cuando era niño la helada de la noche dejaba "chupiteles de hielo de metro y medio colgando del techo" y había que abrir una senda en la nieve para que los niños pudieran ir al colegio. "Los chavales llevábamos un maderico bajo el brazo para echar a la estufa de la escuela. Algunas mañanas nos encontrábamos la puerta de casa tapada por la nieve y teníamos que hacer un agujero con la pala para salir". Se lo cuenta a su nieto –tiene 15 años y estudia en Zaragoza porque en la escuela del pueblo solo admiten hasta los 12– y el chaval casi no lo cree. "Ahora nieva poco, esta mañana han caído unos copos pero se han derretido y hace doce o catorce días cayó otro poco".


Ni con medio metro de nieve, que era la medida estándar en los inviernos de la posguerra –"los años 54, 56 y 57 se bajó de 30 grados, eso tampoco fue normal", recuerdan en Aemet–, se perdía César las clases. "Me encanta leer, aunque cuando era joven no había biblioteca y solo teníamos algunos libros de la Falange en el Ayuntamiento. Algunas cosas me las creía y otras no, pero al menos pasaba el invierno entretenido hasta que llegó la televisión al pueblo, hace 52 años. La compró el señor del bar".


Radiador junto a la cuna


César fue el primer alcalde de la democracia y lo primero que hizo fue mandar construir una biblioteca que en quince años ya tenía "más de 5.000 libros". "Yo no me presenté, pero un cura y un médico jóvenes prepararon una lista independiente y la gente me votó. Saqué 86 votos y 44 el segundo. Así que... ¿qué iba a hacer? ¡A cumplir!". Estuvo ocho años de alcalde, siempre como independiente, y ahora lleva dieciséis como juez de paz. "Recojo las firmas de los que niños que nacen, de los que se casan... Y medio en los conflictos entre vecinos, entre ganaderos que se meten en terrenos de otros... Cosas de poca monta. Si no se ponen de acuerdo los mando a Teruel, pero entonces tienen que coger un abogado".


Teruel capital está a 28 kilómetros de Cedrillas, pero para ellos no es distancia. "Con 18 años lo primero que hacen los chavales es sacarse el carné de conducir porque solo hay un autobús que sale a las siete y media de la mañana y regresa a las tres. El conductor va despacio porque en invierno con el hielo hay algunas salidas de la carretera, aunque los quitanieves pasan continuamente". Le toma el relevo en el relato Santiago, el farmacéutico, que llegó de Zaragoza a Cedrillas hace 32 años y ya no quiere irse. "El año que nació mi hija, en enero del 85, marcaba menos veinticinco. No despegamos el radiador de la cunita, vigilando día y noche que no se destapara la niña, poniéndole pijamas-manta...". Eso sí era frío, no como ahora, coinciden los cedrillenses.


"La última vez que nos quedamos incomunicados fue hace dos o tres años, pero es que cayó una nevada... Los mayores cuentan que antes las mujeres iban a lavar al río y tenían que romper el hielo y una vez estuvo treinta días sin pasar el autobús", hace memoria Santiago. Se acuerda bien César. "Un 2 de diciembre empezó a nevar y no paró. Había un señor de Castellón que trabajaba en una herrería de aquí y quería ir a casa a pasar la Navidad, pero no se podía salir del pueblo. Yo tenía un mulo muy bueno, así que con seis o siete amigos montamos al señor en un carro con una estufa y fuimos abriendo camino, por lo menos veinte kilómetros, hasta Corbalán, donde lo esperaba un taxi. El hombre quería fotografiar la aventura, pero en Cedrillas solo había dos cámaras y como llevábamos tres semanas incomunicados la gente había gastado los carretes. Por cierto, que el señor ya no volvió tras las navidades". En otra ocasión la urgencia también obligó a retirar la nieve a mano porque una mujer se puso de parto. "El Ayuntamiento colocó un bando para que acudiera la gente a ayudar a despejar el camino". Hoy, si hace falta, va la Guardia Civil. "El problema es el hielo, porque la carretera es de montaña y la altitud es problemática".


"A las siete no hay nadie"


En este rincón alto de Teruel la primavera se olvida de llegar y hasta el mes de junio están a bajo cero. "El invierno es largo, así que muchos jubilados que emigraron a trabajar de jóvenes pasan estos meses en Barcelona o Valencia y regresan en verano. Ahora, a las siete de la tarde ya no ves a nadie por la calle". Lo comprueba a diario Santiago, que cierra la farmacia a las siete y media. Y eso que Cedrillas es un pueblo "animado": hay cinco bares, un pub, dos supermercados, centro de salud, colegio... y una pujante industria de secado de jamón.


"Este clima tan seco es muy propicio para secar el jamón al natural. Lo salamos y lo colgamos en unas naves con las ventanas abiertas. Hay un aroma por el pueblo...". En Jamones Castelfrío empezaron con el negocio en 1988 y aunque venden hasta en Chile, reconocen que los pedidos se han visto afectados por la crisis... y por el cambio de tiempo. "Ahora los inviernos llegan más tarde. ¡Si ya tenía que estar helando!". En Aemet explican que "en el clima hay ciclos y cada sesenta y tantos años se producen bajones de temperatura impresionantes". Por eso, los años 2005, 2007 y 2009 fueron tan fríos. Aunque no tanto como aquel 1956 de récord: menos treinta y dos grados en el lago Estangento, en Lérida.