Marcos Peña, presidente del consejo económico y social (CES): "en 2025 se podría alcanzar el nivel de empleo previo a la crisis"

Este catedrático de Derecho del Trabajo advierte de que alcanzar los niveles de ocupación que había antes de la crisis costará una década y que lo fundamental mientras llega es reforzar la formación, invertir más en capital humano y capital tecnológico y favorecer un programa expansivo para la economía europea.

Marcos Peña, presidente del Consejo Económico y Social (CES), avisa de que el paro en España entre las personas de 45 a 64 años es «estructural» y no se solucionará con la salida de la crisis sino dándoles una formación que favorezca su empleabilidad.
Marcos Peña, presidente del consejo económico y social (CES): "en 2025 se podría alcanzar el nivel de empleo previo a la crisis"
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-¿Cuándo piensa que la incipiente recuperación económica puede llegar al empleo?

Los últimos datos de paro registrado y afiliación son positivos y, de no producirse cambios relevantes en el escenario económico, las tasas de paro irán bajando el próximo año. Pero parece inevitable decir que este dato positivo marca el comienzo de un camino de recuperación del empleo aún largo, en el que 2025 podría ser una referencia de fecha para alcanzar los niveles de ocupación previos a la crisis. Este largo camino a recorrer se debe no solo a la necesidad de recuperar la diferencia entre los 20 millones de ocupados de 2007 y los actuales 17,5 millones sino a la de la reposición de los empleos perdidos en sectores que no parece que puedan tener la relevancia que tuvieron antes de la crisis.


-¿Por qué al Consejo Económico y Social (CES) le preocupa principalmente el paro de larga duración?

Porque el paro de los trabajadores mayores de 45 años es estructural, es decir, tiene que ver en gran medida con los bajos niveles formativos de este colectivo y con su concentración en determinadas cualificaciones y ocupaciones. Por eso la actuación contra esta forma de paro estructural tendrá que centrarse en suplir estas carencias para su empleabilidad.


-Junto a la nueva ayuda de 426 euros, ¿con que otras medidas habría que apoyarles?

Tan bueno es reforzar las redes de protección social para las nuevas necesidades generadas por la crisis como el que interlocutores sociales y Gobierno renueven la muy positiva tradición de concertación social en España. A la hora de plantear nuevas medidas respecto del paro de larga duración, lo primero sería reiterar lo dicho respecto de actuar para promocionar su empleo, por ejemplo, en el terreno formativo. Y lo segundo, favorecer una mayor coordinación institucional.


-¿No se está quedando corta la cobertura por desempleo en este país?

El grado de cobertura ha sido considerable a lo largo de la crisis, aunque la cobertura ha ido bajando, lo que lleva a la reflexión acerca de cómo configurar nuestros sistemas de protección de desempleo para que cumplan su finalidad en situaciones tan graves como las que estamos pasando. Los elementos para esa reflexión incluirían temas como la financiación de las prestaciones por desempleo, su cuantía, su relación con las políticas activas de promoción del empleo o la articulación de estas prestaciones con las distintas modalidades de asistencia social ya existentes o que puedan diseñarse.


-¿Piensa que resolver el problema del paro es la prioridad para este Gobierno?

El paro aparece permanentemente como preocupación número uno de los ciudadanos, y si cotejamos este nivel de preocupación con las prioridades del debate político no parece que haya una correspondencia entre unas y otras.


-¿Cree que la reforma laboral ha ayudado?

Más que en las reformas del mercado de trabajo, habría que centrarse en las reformas para el mercado de trabajo, para que éste funcione de forma más eficiente, por ejemplo a través de la mejora del capital humano de la economía, y estas no son fundamentalmente reformas laborales, sino en otros terrenos, como el educativo. Por supuesto, esta idea es compatible con favorecer que la legislación laboral incentive las mejoras en la gestión de los recursos humanos de las empresas. Pero esta idea debe ir más allá de algunos debates bastante simplificados acerca de cuánto empleo se pueden ganar aumentando unos cuantos puntos unos ‘rankings’ de flexibilidad.


-¿Considera que existen riesgos de una nueva recesión en Europa?

Más que hablar de nueva recesión, parece que el riesgo sería de entrar en una situación plana, con unas tasas de crecimiento tan bajas que no permitirían la creación de empleo. El riesgo de deflación sería el indicador más claro de esta situación, que se relacionaría así con la debilidad de la demanda interna, y que a su vez podría coincidir con problemas en las exportaciones europeas por la ralentización del crecimiento de las economías emergentes. Sin duda que un escenario como este afectaría a España. Por eso habría nuevamente que hablar de la importancia de hacer efectivo un programa expansivo para la economía europea y del papel clave del BCE en este asunto.


-¿Qué sectores piensa que van a tirar más de la economía en los próximos años?

En este terreno parece haber un consenso amplio en España y fuera de España respecto del papel del sector industrial, entre otras cosas por su capacidad exportadora. A partir de ahí dos matizaciones: la primera, que la economía española tiene una muy importante ventaja comparativa en el sector servicios, que debe seguir siendo utilizada; la segunda, que más que hablar de sectores, convendría hablar de modelo productivo. Y esto último quiere decir que lo realmente relevante es que en el conjunto de la economía se produzca mayor inversión en capital humano y en capital tecnológico, porque es la generación de valor añadido a través de esa inversión la que incide más positivamente en el crecimiento.


-¿Cómo enjuicia el comportamiento del sector financiero en esta crisis?

Más que hablar del comportamiento del sector financiero, sería necesario hablar de los efectos negativos de la financiarización de la economía, del desfase entre economía real y economía financiera, con el desbordamiento de la economía productiva por la de las transacciones financieras. Sin duda que en estos desequilibrios está el origen de la crisis. En el caso español, los problemas vinieron en gran medida como consecuencia de las carencias en la regulación europea del sistema financiero, y también en la ordenación general de la política económica europea, pero de lo que no cabe duda es de que la supervisión bancaria, y más en general financiera, es un asunto clave, y como tal inabordable a escala exclusivamente nacional.