El mejor colofón

El CAI cerró anoche con una gran victoria un año de notables éxitos
deportivos, pero marcado indefectiblemente por la muerte de José Luis Abós el pasado 20 de octubre. La entidad y el equipo siguen transitando por la senda de la excelencia que estableció el técnico zaragozano. Su sueño hecho realidad

Pedro Llompart, que volvió a estar colosal, penetra ante Tillie y James.
El mejor colofón
asier alcorta

El CAI escribió anoche la brillante última página del almanaque de un año arrebatadoramente triste, pese a las conquistas deportivas. Imposible escapar de este 2014 sin zambullirse en el dolor provocado por la muerte de José Luis Abós. Aquel fatídico 20 de octubre se quebró a perpetuidad el alma de una institución joven y ambiciosa, que encontró en el técnico zaragozano a su escultor de cámara.


El bofetón fue demoledor. De una fuerza capaz de aturdir durante meses y enlutar definitivamente la temporada en curso. Pero, una vez más, en el momento de mayor amargura y dificultad, el colectivo ha reaccionado bajo las consignas con las que había sido forjado por su entrenador. La sagrada trilogía del ‘coach’ Abós: tenacidad, lucha y solidaridad.


La victoria conquistada ayer frente al Laboral Kutxa es hija de ese manual que ha retomado y adaptado Joaquín Ruiz Lorente. Una persistencia ovacionada ayer por una entregada afición.


Permanecen encendidas –y reforzadas– las luces de la próxima Copa del Rey en Gran Canaria. Un desafío permanente en la entidad, presente en dicho acontecimiento tan selectivo durante dos ediciones consecutivas. Con especial brillantez en este 2014, con el asalto en cuartos de final al Unicaja, anfitrión en el Martín Carpena. Uno más de esos sueños que se tornaban en realidad con la ética de trabajo y el espíritu competitivo que imprimía Abós.


Un David humilde pero irreductible, que en estos últimos doce meses ha regalado otras proezas para la eternidad. Como el triunfo en abril, arrancado a un Barcelona embalado hacia el título. Aquel mediodía Navarro, Abrines y compañía se encogieron en el Príncipe Felipe ante un plantel entusiasta y rebelde.

Un grupo admirable en la victoria, pero también en la derrota. En el disco duro de la afición aragonesa figura el último pulso en el pasado ‘play off’ frente al Real Madrid. Un primero de junio en el que Goliat vaciló y casi se derrumbó ante el acoso de un CAI desbocado e inconsciente. Fue la despedida gloriosa de un Damjan Rudez camino ya de la NBA y de otros notables jugadores, como Viktor Sanikidze o el inolvidable Jon Stefansson. Lamentablemente, también fue el postrero verso de Abós en su soneto más mimado y soleado.


La capacidad de regeneración del equipo es otra de las conclusiones reivindicadas en este 2014. Comenzando en un puesto tan estratégico y sensible como el banquillo. Joaquín Ruiz Lorente capitanea una transición silenciosa y de bajo perfil público. Pero admirablemente efectiva y respetuosa con el legado recibido de manos de su amigo, por el que tantas lágrimas ha derramado. Garantía de estabilidad y continuidad, dos valores esenciales para el progreso de cualquier organización.


¡Qué decir de los inevitables cambios en la plantilla! Se ha sobrevivido a las marchas de los Shermadini, Rudez o Sanikidze. La clarividencia de la dirección deportiva, personificada en Willy Villar, se puso a prueba con la huida a Turquía de Vereemenko, una de las apuestas más rotundas del ejercicio, en la antesala de la competición. La respuesta fue Rasko Katic, flamante subcampeón del mundo con Serbia y una bendición para la pintura del CAI.


A buen seguro Abós, que sintió que se iba "demasiado pronto", contempla con indisimulado orgullo las aventuras de su equipo de "BALONCESTO". Así fue. Así será.